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EL TENIENTE BFWLE (Sigue do la página 8) tara teatral. Por veintenas, los mosquetes escupían sucesivamente la muerte huela ¿I a medida que se aproximaba a su objetivo; núes* tro propio frente, en la linde del bosque, inició su defensa con un fuego (truncado. Hln cuidarse do su seguridad persono 1 ni de las 6r deneH recibidas, nuestros hombres, casi fuera de las trincheras, lanza ban oleadas do plomo contra los parapetos enemigos. Estos so In flamaban más y más y el fuego de su fusilería tornábase nutridísimo y con mortífero efecto para sus ti radores descubiertos, ilion pronto la artillería do los dos ejércitos en tré en acción, puntuando el crepitar seco de la mosquetería con las pro fundas detonaciones «pie hacían re temblar ni suelo. I.íih ráfagas do metal pasaban ululando por el ai re. T,ns de! enemigo atravesaban los Arboles y los cubrían de san gre; las nuestras levantaban en las avanzadas enemigas' una polvare da que se mezclaba al humo que las coronaba. MI atención, por breves instan tes, filé cautivada por el duelo de ambos ejércitos, pero repentlnnmen te, en el espacio que separaba ne tamente, cual una avenida, las dos nubes cargadas do truenos, colum bré a Bruyle, causa primera de a quella carnicería. Invisible, por el momento, a uno y otro bando, Igual mente amenazado por sus adversa rlos como por sus propios compa ñeros de armas, erguíase en me dio de la llanura lnferigil, Inmóvil, cara al enemigo. A pocos pasos de él yacía su caballo. Kn el preciso instante comprendí qué era lo que inmovilizaba al teniente. En mi calidad de topógrafo, yo habla, al comienzo de la jornada, procedido a realizar un rápido exa men del terreno. Al punto recordé que en el lugar donde permanecía mi enmarada, se abría una profun da y sinuosa grieta. Atravesaba la pradera y la partía en dos, forman do un ángulo recto con la linea de los confederados. Desdo donde es tábamos no era posible verla. Evi dentemente, Hrayle Ignoraba su existencia cuando reeibló la orden ile llevar aquel parte. Obstáculo infranqueable. Sus ángulos salien tes le hubieran procurado una se guridad absoluta, si, consistiendo en declararse satisfecho con el mi lagro de haber llegado hasta allí con vida, se.hubiera arrojado al fondo. No podía proseguir su cu mlno: tampoco quería regresar a nuestras lineas. Permaneció de pie, aguardando la muerte. Y ella no se hizo aguardar mucho tiempo. Por una misteriosa coincidencia, casi en el mismo momento en que cayó, el fuego se detuvo por am bos bandos. Algunas descargas de jábanse oír de vez en cuando, más para acentuar que para romper el silencio. Hubiérase dicho que am bos ejércitos, de pronto, se hablan arrepentido ile aquel crimen Inú til. <*uatro de nuestros camilleros, precedidos por un sargento porta dor de una bandera blanca, presto avanzaron por, la llanura y, sin ser molestados, aproximáronse al lu gar en que cayera Brayle. Muchos oficiales y soldados de las tropas confederadas salieron de las trin cheras y acudieron al encuentro de los nuestros. Con la cabeza des cubierta ayudaron a levantar aquel fardo sagrado. Cuando nuestros hombres regresaron, escúchameos li na música de tambores y de pífanos resonando en 1 las posietones ene migas: una marcha fúnebre con OJO So moa ttutoioa do un libro quu tro la de todu.a las enfermedades de lo* ojos, oldoi y catarro», en él dantos consejos que aon valiosísimos para su cura ción. Pescamos que todos lo“ que pade cen de ellos posean nuestro libro. B1 usted nos escribe, incluyendo un timbre de a 10 centavos para el por te, se lo inundamos , enteramente gratis, y nada pedimos ni acepta mos por él. Kndet'ezamog los ojos bizcos por un método nuestro, en un minuto, ain dolor ni vendas y sin el cloro tormo. Nos interesamos por todos loa casos difíciles. Curamos por corres pondencia. no importa la distancia. Escribanos hoy mismo. SORDERA Y CATARRO SI tiene usted algunos amigos que sufren c.c catarro, sordera, su puraciones del oído, ruidos en la ca beza, etc., etc., supliqueles que nos sscribun y les enviaremos nuestro libro e instrucciones de cómo pue den cururso por el mismos on su • rooio hozar. CLINICA EUROPEA Departamento L. O. la. de Luis Moya Número 12 MKXICO, P. F. REPUBLICA DE MEXICO La Farmacia de las calles Primera y Main platica con sus amigos cercanos y lejanos 3 UNA EXPLICACION Hemos estado laborando dura monte por los últimos ocho años para formar una botica que la frente mexicana pu diera sentir, con orgullo, que lo perte nece. Hemos tenido tanto quo hacer, an tes de que nuestro objeto estuviera completo, que no hemos tenido fuer zas para anunciarnos; pero, ahora que la obra de principio está casi comple ta, en su mayor parte, y hallamos*(pie tenemos tiempo para platicar con us tedes nos sentirnos como se sentiría un mudo que, al fin, encuentra su lengua. Aseguramos a ustedes que no es una pequeña tarea para nosotros es cribir estos aviaos. El que esto es cribe está estudiando español, y el Profesor Carrillo le da una lección diariamente; pero es obra muy lenta, la de escribir primero estas pláticas en inglés, y después, con el profesor id lado, ponerlas en pobre español, que me critica mucho y que pacientemen te me enseña como mejorarlo hasta que es legible para ustedes. Si ustedes casualmente vienen a la botica cualquiera mañana cerca de las once, podrán vernos en el escritorio y cerciorarse de como lo hacemos. SU SERVIDOR HARRY CHASE PROPIETARIO DE LA FARMACIA PRIMERA Y MAIN I00&I02 SoMAIN ST. BRQADvÜS CAL " LO5A n6ELE S la que nuestros generosos adversa rlos rendían honores al valiente que tan noblemente habla sucumbi do. Entre los efectos <lel muerto se encontró una cartera de cuero de stu, muy manchada de sangre. Es te objeto me correspondió a mi Iltisla, muy manchada de sangre. Este objeto me correspondió a mi cuando el general, en su calidad de ejecutor testamentarlo, distribuyó los bienes del muerto. * * • Un año después del fin de la gue rra, cuando me dirigía a Califor nia, abrí la cartera y, a falta de otra cosa, hice el Inventarlo de lo que contenía. De uno de los bdl slllos pequeños cayó una carta, sin sobro ni dirección. I<a escrltunra era femenina. La misiva comenza ba con unas palabras tiernas, pe ro sin Indicar nombre alguno. ,La fecha: "San Francisco, Cali fornia,«el 9 de Julio de 18G2." Como firma; la palabra "Darllng", entre comillas. Incidentemente, el texto me reveló el nombre de la que la habla escrito: Mariana Menden hall. La carta atestiguaba una. cierta cultura y buena educación; pero no so trataba más que de uno. car ta de amor ordinaria, si es que una curta do amor lo puede ser. En ella no se hadan mayores revelaciones. Decía nsl: "WlnWers’ a quien por esta no ticia odiaré toda la vida, me lia di cho y redicho que. en el curso de no sé qué batalla, en Virginia, donde filé herido, te habla visto _ oculto detrás de un árbol. Creo que quie re ponerte mal ante mi, pues sabe bien que la anécdota no dejaría de producirme cierto efecto si la cre yera. Yo podré sobrevivir a mi no vio, Jamás a un cobarde.” He nqut las palabras que. en una tarde’ de sol, en tierra lejana, ha blan muerto cien hombres. ¿Es débil o no la mujer? Cierta tarde me presenté en ca sa de la señorita Mendenhall para devolverle su carta. Mi intento era decirle lo que habla hecho. La en contré en una hermosa residencia de Rincón HUI. Era hermosa, bien educada; en una palabi«i, en cantadora. —¿C’onoce usted al teniente Hrayle? lnterrogué bruscamen te.— Usted, sin duda, sabrá que ha caldo en el campo de batalla... Entre sus efectos se ha hallado es ta carta. 111 objeto de mi visita es volverla a sus manos. Miiqulnalniente cogió la carta y la recorrió ruborizándose. Luego, mirándome y sonriéndome, dijo: —Usted es muy amable; pero, verdaderamente, no valla la pe na tnl molestia. Vaciló y cambió de color. —Esta mancha — dijo— ¿no será, verdad ? —Señorita . respondí yo, per dóneme, pero es la sangre más fiel y valerosa que jamás ha pal pitado en un corazón humano. Con ademán rapidísimo estrujó la carta y la arrojó entro los car bones Inflamados, ¡Qué horror! ¡No puedo ver la sangre!—exclamó.— ¿Cómo, có mo murió? Involuntariamente, me habla le -1 vantado pura salvar nquel trozo de papel, sagrado a mis ojos, y esta ba de pie a la vera de ella. Al ha cerme la pregunta, Mariana volvió hacia mi su rostro. Las llamas que arrojaba el papel ni consumirse re flejábanse en los ojos de la mucha cha y coloreaban sus mejillas. Ja más habla visto tan hermosa al par que detestable criatura. —¿Cómo murió? ¡Diga usted! —lnsistió. —Mordido por lina víbora— re pliqué yo. Ambrosio BIERCE > IA RISA EN EL TEATRO (Sigue de la 10a. página) ríos los que se encarnan de con tratar a los ‘'bufones'’ para que el público pueda retr ante su presen cia. Y nosotros llamamos a esos bufones comediantes. En ocasio nes nos hacen morir de risa con la critica mordaz de sus propias per sonas. Asi, por ejemplo, un co mediante flaco y anímico nos di cho de hacer chistes a costa de su propia obesidad, o bien, un co mediante flaco y nnémeloo nos di rá cosas rudas a propósito de su osamenta forrada de pellejo. Y a nosotros nos encanta ese espcrtá rulo. Otras veces nos hallamos frente a un comediante con una cara absurda que semeja unu mfis eara de carnaval, y rompemos en una loca carcajada de alegría. En uno de los Teatros hay un joven comediante que posee una boca de forme, grande hasta la exagera ción; una de osns bocas que hemos visto en una pesadilla sintiendo su fétido vaho que nos ahoga, PufS bien, ese joven comediante sabe que su boca es su capital y con ella hace gestos horriblemente có micos que hacen retr. Y este es pectáculo también nos agrada. Ketmos de su desgracia, itero esto, o no lo sabemos o si lo conocemos lo callamos. Porque es una des gracia ser el dueño de una boca apocalíptica. Al monos, en la vl de real considero q' no serla motivo de risa una boca como esa. pero en el Teatro la vida se comprende que es todo lo contrario, esto es, risa y mofa. xxx " Jlny unas obras que son tan solí miles que podrían interpretar se como sulnetes sin alterarles una sola linea, y, sin embargo, cons cientes de que sus autores las es cribieron demasiado serias, nos re belamos contra ellos. Ultimamen te varias obras dramáticas que resultaron ser eminentemente có micas, a insinuación de los empre sarios se convirtieron en sainetes y de esta manera desbordaron su caudal de risas y carcajadas. Resumiendo, puedo decir que en la época presento líos ataca una e pidemia de risa, que ya se va ha ciendo orón lea. Nueva York, Dic., 19, 1926. ALAN DALE. Famoso crítico del Universal Service y de LA OPINION SUSCRIBASE USTED A “LA OPINION” UN NIÑO MEXICANO RECIBIO FATAL REGALO DE NAVIDAD Universal Service para LA Opinión universal Service para *-m _ OAKLAND, Cal., diciembre 18.—La Navidad de este ano Resultó fatal para Eduardo Avila, niñito mexicano de fí años de edad, quien desde que tenía un año vivía con su abuelita, la señora H. S. Simoz. * Eduardo había manifestado a su abuelita sus deseos de vestir un traje de pantaloncitos largos, igual a los que usa Jackie Coogan. La señora, deseosa de satisfacer los de seos de su nietecito con motivo de la próxima Navidad, llevó al niño a las tiendas del centro para que escogiera el traje que más le gustara. Eduardo, en una de las tiendas de ropa del centro.de la población escogió el que más fué de su agrado, palmo teando de alegría. El trajecito fuá empacado por los de pendientes de la tienda, entregando el bulto a la señora. Abuela y nieto emprendieron el regreso a casa. El pe queñín, brincando de contento, iba feliz por las calles, de la mano de su abuelita. De pronto el chicuelo se suelta de su abuela y arranca a correr al través de la calle, ya pa ra llegar a su casa, en los momentos en que a toda velo cidad pasaba un carro eléctrico, que arrolló al infeliz de Eduardo, causándole una muerte instantánea. La abuelita, hecha un mar de lágrimas, dló instruccio nes para que el traje nuevo de pantalones largos de su infeliz nietecito fuera puesto dentro del ataúd de Eduardo. EPILOGO Por ADA NEGRI Su esposa so encontraba entre la vida y la muerte; y él la velaba, solo. No habla permitido la aalatencla de otras personas. Dos sirvientes de confianza, de edad, expertísimas, que se movían sin tocar el suelo y no hablaban más que a la sordi na y con monosílabos, haciendo vi gilancia Junto a la enferma, tur nábanse, de día y de noche. El médico concurría cada dos o tres horas. En la portería del palacio, registro de firmas iba cotidiana mente llenando sus páginas. Era muy amada en su círculo la con desa Sárn'.cl. Y también fuera de su circulo: por una infinidad de gente pobre, a la que beneficiaba sin ostentación, sin pertenecer a ningún comité'de beneficencia. Durante años y años, en su sa lón, en su palco alto del teatro Alia Scala, en los más brilantes bailes, en las comidas diplomáticas, ella habla ostentado la inaltera ble serenidad de una belleza opu lenta, a la que el tiempo no Infli giera ni una arruga, ni un cabello blanco. No habla estado enferma nunca; nunca, ni siquiera un día. Su car ne de grano perfecto, de ese pálido esplendor que vencía el reflejo de las perlas, no podía hacer pensar en la posibilidad del decaimiento, de la disolución. Más diosa que mujer. La enfermedad se le habla arro- Jndo encima de golpe, absoluta co mo su salud y su belleza. Ahoru ella se encontraba entre la vida y la muerte; y su marido, que tenia veinte años más que ella, la vela ba, solo. Veinte años más que ella: lo que significaba que él era un viejo. Se lo Iba repitiendo a si mismo, cuidando a la enferma, Inmóvil en su pesado sopor. —Soy un viejo, soy un viejo: me correspondería a mi estar enfermo; morir. La angustia le hundía la cabeza entre las espaldas y excavaba, más duras y crueles, las arrugas en su cara. ¡Un cuarto de siglo de conviven cia con esa mujer que era toda una clara, pacata armonía; el júbilo, gustado día a día, de verla y sen tirla sorber la vida por cada poro, gozando plenamente la dulzura de existir! Ni un solo malentendido entre ambos: ni siquiera debido a la esterilidad de ella, demasiado hermosa para tener hijos y que no se dolía de ello. L>c sus antepasa dos del quinientos la condesa Sár nlcl habla heredado de seguro la arquitectura maciza, la persistente frescura, la superabundancia de la sangre que se habla esforzado en dominar hasta que le fué posible, no dejando notar al marido la gra ve distancia de años que los divi día. Pero los cuarenta, hablan sobre llegado para ella, con su Irresisti ble fuerza de vitalidad, de pasión; y lo que tenia que suceder habla su cedido: slti escándalos, empero. El conde, que no lo Ignoraba, ha bla sellado corazón y labios; y ha bla continuado siendo el mejor u mlgo de su mujer. Desde la ventana entrecerrada sobre el Jardín (uno de esos nobles jardines interiores do casas anti guas, que constituyen la secreta maravilla verde de Milán) entra ba a la cámara olor de tierra mo jada, de hojas nuevas y murmurio de lluvia abrileña. Llovía, ininte rrumpidamente, desde que la’ con desa se habla enfermado. Cuchi cheo vegetal, estremecimiento de humedad goteante, misterio de fron das que se abren bajo la lluvia: en el gran silencio todo esto era per ceptible, y el dolor del conde Sár cini sacaba de ello cierta apuei guación. La enferma se movió: con difi cultad levantó, un poco los párpa dos. —¿Tienes sed, Francisca? No esperó la respuesta; lo intro dujo con delicadeza en la boca re seca la poción refrescante. La enferma parcela Inquieta: movía nerviosamente las manos de bajo de las colchas. Un mechón de cabellos muy negros le cubría un ojo: el marido se lo apartó con un ademán que podía ser maternal. I —Yo muero, Poleo. Quería decir algo más; pero aca so le resultaba, demasiado difícil; y la palabra no hallaba ya su vía. Fué él quien habló. Nunca supo si lo que dijo le fuese dictado en ese momento por un impulso más fuerte que su voluntad o si, en su interior, lo hubiese meditado lar gamente. Dijo: —¿Quieres ver a Agliardi? La condesa no podía cambiar de color; pero fué como si lo hubiese cambiado. Alargó hasta el marido la mirada: no habla en ella ni te LA OPINION Domingo, 19 de Diciembre de 1926 rror, ni humildad, ni falsía. Una palabra habla y los labios la re pitieron: —Gracias. Entonces el hombre se puso de pie; y. mientras una de las sirvien tas entraba con una compresa fría, fué él mismo al teléfono, en otra pieza. Veinte minutos más tarde, el in geniero Agliardl saltaba de su au tomóvil en el portal de la mansión de los Sárnlci, devoraba la esca linata, pasaba rápido y pálido de lante del mucamo que habla abier to de par en par la puerta de In greso. En la antesala lo aguarda ba el conde Sárcinl. de pie. Completamente diferentes. Agliar di más bajo, membrudo, forjado con hierro, de mirada y perfil agui lefios: poseedor de la resistencia combativa de aquellos que no ad miten más que los triunfos. El con de. delgado, alto, algo encorvado: manos transparentes, finezas físi cas de abolengo. Pero una misma causa dolorosa los presionaba, los unía; y en ese momento se aseme jaban. —Francisca se halla muy mal— comenzó diciendo el conde. —Mientras existe vida, existe esperanza interrumpió Agliardl, con la mirada y la voz despóticas del que quiere dominar también a la muerte. Pero en seguida pre guntó:—¿Qué dice el médico? —No es ella la que ha solicitado tu presencia. Ella no se halla en estado de expresar un deseo—con tinuó el conde. —Te he llamado yo, por piedad hacia Francisca. No se agregó otra coso. La pa lidez de ambos era extraordinaria; pero la del anciano tenia no sé qué serenidad. Pasaron a la estancia de la en ferma: primero Agliardi, luego el conde, que habla tenido levantada la antepuerta. En el dormitorio, que ostentaba paramentos do ese fastoso damas co morado que sólo se adapta a los prelados y a los principes—única nota blanca, las almohadas y el embozo de las sábanas, —con la en trada de Agliardi, nada cambió. Tácitamente las cosas consentían. Cerradas las vidrieras de las ven tanas sobro el Jardín, porque cala la noche, el dulce y fresco murmu rio de la lluvia ya no se ola. So lamente se escuchaba el pesado res piro de la condesa Francisca. Ella no habla dudo más que una levísima señal de inteligencia; no taba la presencia de Algliardi: una densa mirada, una trasoñada son rísu. 'lnmediatamente, otra mira da, otra sonrisa de suavidad y a fecto, para el marido. Y fué todo; pero la expresión de inquietud de pocas horas antes desapareció y las manos, bajo las colchas, se aquie taron. El conde Sárcinl permanecía en su lugar de siempre, a la izquier da de la cabecera: Agliardi, a la derecha, de pie, más separado. Sentíase helar por el abatimien to que los consumía, pero se esfor zaban por aparecer impasibles. Ella, la mujer, no sufría. Existe un limite en el dolor fí sico—y también en el dolor moral —más allá del cual no hay posibi lidad de sufrimiento. En el torpor en "que flotaba como una embarca ción abandonada en aguas Inmóvi les, un solo bloque de pensamien to emergía obscuramente: y era la conciencia, sino la memoria, de los dos amores que hablan sido la ra zón de su existencia. El uno no habla inferido ofensa al otro. 1,0 que de st misma ella habla concedido al uno. no habla sido robado al otro: tan diferentes eran los dos hombros y tan rica la naturaleza de la mujer. El acto del marido le colocaba cumplidamente el alma en paz. Hu biera doccado levantar un poco la mano para despedirlos, para ben decirlos; pero no podía, ni podía hablar. También ellos callaban; y era augusto ese silencio pleno de aceptación. RADIO (Sigue de la 10a. página) Orquesta que dirige Jark C'rons haw. y XXX ESTACION KFQZ.—HOLLYWOOD 226 METROS 8..00 a 9.00 P. M.—La Hora seml cl&slca. 9.00 a 11.00 P. M. —Mfisloa pol la Orquesta de loa "Yeltow Jaok.etM," DEFINIR EL MAR (Sigue de la página 8) ¡ pueblo: —¿Has visto cómo ha cambia do? —¡Cómo el amor transforma en seguida a las muchachas Jóvenes! —¡Parece una flor marchita ya! —¡Cuán avejentada en tan corto tiempo! No era que fuese una flor desho jada de verdad; pero la cara, que guardaba Incorruptas las señas de su bellpza, parecía estar sofocada de continuo por ese velo de anona damiento que repentinamente le habla puesto un Incurable escalo frió en la sangre y una sombra te naz en el esplendor de su fresca carne de niña. Observándola ahora, en sus ins tantes de más reconcentrada medi tación silenciosa, su rostro se ase mejaba del todo al de la madre. También sus predilecciones ha blan variado. En los lindes del pueblo se Iniciaba una especie de extensa explanada yerma al costa do de una loma que se prolongaba | Ilimitadamente. ¡Quay de la ma dre sí hubiese pretendido que Gra : cía. cuando era todavía soltera, se | quedara a su lado en la desierta te- I rraza del mirador, alejada del ru ¡ mor y la vida del pueblo! Se en - | trlsteela y se desesperaba. Ahora, en cambio,■ Gracia permanecía lar gos ratos allá arriba: durante ho ras y horas contemplaba las esta bles ondulaciones de la loma que se esfumaban también ellas en el gris azulado de las indefinidas lejanías. por la noche? Parecía que se hubiese propuesto contar una por una todas las estrellas de esas pro digiosas noches estivales; ¡tan lar go tiempo quedaba asomada a la ventana del cuarto más alto de la casa, allí donde podía dominar un vastísimo pedazo de cielo! Eran treguas de serenidad. No una voz en la noche, no un paso en las ca lles del pueblo. Sólo el chirriar de uno que otro rodado en la carrete ra rea!, lejos, más allá de las afue ras del burgo, ruidos contenidos por el silencia de la hora, como por una bóveda que convertía en sordo Ja leo ese estrépito lejano. ¡Gracia permanecía sola allá arriba inda gando su obscuro tormento! Tan obscuro que ni siquiera lograba re velárselo así misma. Y menos aun al médico, llamado por la madre, que le pedia datos para determinar los caracteres de su agotamiento bien manifiesto. Tan delgada esta ba que hasta los anillos que lleva ban sus dedos le quedaban grandes y le lastimaban las falanges.... ¿Qué podía decir Gracia de su malestar? Nada de exacto. Ni po día señalar ningún verdadero y de terminado padecimiento Según ella, su enfermedad consistía en una es pecie de Indefinible enajenación, cuya causa ignoraba. Hasta ese memorable día que Junto al mar habla sido presa de ese misterioso terror subitáneo, su alma se habla desenvuelto equilibradamente en la vida, sostenida por una vitalidad que habla dado a la mujer, aun a pesar de algunas adversidades, la sensación de una existencia segura. De un tiempo acá, después del viaje nupcial, esa seguridad, esa vi talidad se habla empequeñecido de tal manera, que su conciencia pa recía abandonarla cada tanto atraí da por un llamamiento lejano. La ansiedad de volver a adueñarse de esa su alma fugitiva y dolorida, constituía todo su mal: Indefinible, pero tenaz como una llama que, desde las entrañas le quemase poco a poco la carne viva, vaporizán dosela sin tregua. ¿Qué otra cosa que no fuese de hecho ese Intimo y misterioso ardor hubta podido en magrecer asi sus miembros y afi nar tanto las lineas del rostro, casi diáfano ahora? También otro médico de las in mediaciones fue consultado partí que que opinara acerca de esa cri sis. Fué propuesto también un via je. pero Gracia no quiso saber nada. Ea verdad era que la mujer ama ba ese su mal sin nombre y casi te mía sanar. Si la hubiesen librado a su antojo, habría tal vez tratado de multiplicar los obscuros sufri mientos que la hacían porque su mal desconocido se tra ducía sobre todo en una misteriosa ansiedad de infinito, en un deses perado grito de su carne por ma coraciones cada vez más agudiza das, en un palpitante anhelo de su sungre por un más vasto Impetu de vida. Pero ¿cómo sucia, su vehemente ansiedad? ¿Cómo responder a es ta Invocación de la carne y de la sangre? ¿Cómo reproducir, cómo repetir en sl misma, asi fuese por un Instante solo, esa sensación de Infinito que en una luminosa ma drugada había experimentado, ella, pequeña criatura humana, ante la revelación del milagro que la habla tomado y poseído? Sentía, sin em bargo, que toda su carne estaba martirizada por una sed do infinito y sentía también que mientras creía hallar una vía de salvación pa ra su devaneo en la grandiosidad de una noche estrellada o queriendo alcanzar los confines inalcanzables del declive terrestre, su misma san gre y su misma carne iban madu rando dentro del propio ser un nue vo misterioso prodigio que iba a saciar por siempre su sed, que iba a curar por fin su mal. En efecto, le pareció haber que brado los limites del tiempo y ha '?r tocado una brizna de eternidad cuando sintió en sus entrañas el primer estremecimiento nuevo. Un sobresalto primero; luego como un murmullo de su carne; por fin un agitarse incesante; el fluir de un pequeño flujo nuevo en el fluir más profundo de su vida. Ola de ola: el tejido del mar, el tejido de lo infinito. la cantante Virginia King y Joe Hawley con su guitarra triple. 11.00 a 12.00 P. M.—Melodías y canciones antiguas. ■ XXX ESTACION KFVD.—VEN ICE.— 205 METROS 10.00 a 12.00 P. M. —Mtlsica de baile por la Orquesta del saldn de bailo Veiiica." EL PODER DE LA BONDAD "Señorita: — “Nunca se borrará de mi mente un grato recuerdo que hoy consti tuye mi fellcldud. Tratftso de que un día a! asistir como de costum bre a la escuela me porté mal, con lo que di motivo a que mi maestra me reprendiera severamente y me enviará después a la dirección. "Avergonzado por el acto cometi do, estaba triste y cabizbajo, cuan do .de pronto oí una voz de mujer, dulce y tierna, que me hablaba des pacio y con una entonación que hizo vibrar todo mi ser. Escu ché.... parecía la voz de mi buena madre, a quien muchas veces oigo hablar asi, pero que, francamente, no escucho todas las veces que de biera hacerlo. “¿pe dóndi* salla esa voz? ¿Quién la intplró en ese momen to para que llegará tan hondo den tro de mi corazón? “Hablóme largo, dijome muchas cosas que Jamás olvidaré. "Esa mujer era usted, señorita, a quien hoy venero con toda mi al ma, y le prometo enmendar mi conducta en lo futuro y grabar pa ra siempre en mi conciencia aquella voz angelical que tan sabios conse jos supo darme. , “Saluda a usted con el mayor cariño y respeto, su atento, Daniel Jiménez.” Esta carta en que está resumida toda la historia de un escolar, cuya conducta dejaba mucho que desear, se puede agregar que la conver sión de Daniel al bien es real y po sitiva. Día por día él afirma sus buenos propósitos de ser bueno. Su maestra está contenta. Sus condiscípulos lo admiran, un poco sorprendidos por el cambio, y la señorita que tiene a su cargo la vicedirección, se siente feliz por haber "despertado" a esa almita que estaba dormida o simplemente adormecida y para la qu« sólo han bastado dos palabras dichas en voz baja con ternura de corazón. V con el noble fin de que se des pierten muchos niños que, como Da niel no esperan más que el momen -1 o, la circunstancia, un consejo, un 'stlinulo, una mirada de simpatía -i de cariño para ser despertados la inteligente educadora dejó cons tancia en un cuaderno del ejem plo dado por Daniel, con el con siguiente elogio para el niño. Entre las consideraciones que hacia con respecto al poder de la bondad que deben ejercer siempre los padres y los maestros que cumplen con amor su sin Igual mi sión, anotamos las siguientes: —EI bien atrae a las almas co mo la lucecita de la casa paterna al niño que se extravió en el bos que. y que camina vacilante entre sombras y ruidos extraños. —Es síbido que los hongos vene nosos de los bosques se les encuen tra casi siempre en parajes en que no llega la luz del sol. I.as se tas venenosas del corazón del ni ño y del hombre son sus malas in clinaciones, y si no llega la luz del conocimiento, la fuerza de la bon dad, el noble deseo de hacer y ha cerse mejor, no se pueden desa rraigar. Pero la buena maestra, no se li mitó a eso sólo para conseguir que en su escuela abunden los ni ños buenos como Daniel. En un cuaderno que lleva por titulo: “Mis esfuerzos para ser bueno", hace firmar a cada niño que no se conduce bien, una declaración de enmienda. ¡Y los resultados que obtienen son bellísimos. Adelfa Di Cario. LA TIENDA MAS GRANDE Y MEJOR SURTIDA EN EL DISTRITO DE LA PLAZA, CON ESPECIALIDAD PARA LA CLASE TRABAJADORA IH ¿¿ CAMISAS ESTILO SWEATER ¡Pura lana y seda. Valían $6.00 a: $2.98 VESTIDOS PARA NIÑAS Todos tamaños y estilos. Valían S’.ia a: 69c. CAMISAS DE PURA SEDA con y sin cuello, todos colores a: $2.98 PANTALONES CASIMIR Todos tamaños y colores a: $2.98 FUNDAS PARA ALMOHADAS a: 23c. CAMISONES Para Señoras. Vallan $1.50 a: 89c. 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Gerente ' wpid p/ Á 094/03 /o fjlúg A. kJ <s? «/> i. *<:' M .'/* *' c "'' • m ti"- ■ ■ ■••ÁXm \ájMÍ9éíí v -tavd3Q^-^ ¡** •vi i , SJsifeyjsowt’ryujt's DE LA DIDA LITERARIA (Sigue de le 9a. Página) no han oído el toque de clarín que porree salir dr un retrato n la thnn¡t ttiunfal que parece brotar dr unit carieatura ¡Asi han pasado tantos! Sólo allá, después dr muertos, o ruando ya renegaron del arte blasfemaron en los umbrales dr ¡a belleza, o, más hrroins. re aun a> n sencillamente al vuelo en Pegaso o soportaron la sed antes de ace--- v se de nuevo a Castalia... rntonrrs, hojeando un viejo periódico, visitando obscura galería, leemos una crónica, o un soneto, o una norria . ail»’ > > mus un cuadro o una estatua, y quedamos sorprendidos, Esto debe ser de FULANO. Pero al inquirir el nombre del autor descubrimos que es san- h o Pérez, o García, y se apodera de nosotros no sé que como remoró w ■ ru to, como tardío escrúpulo de injusticia. ¿ Y dónde estarán las "Obras Completas" de Sánchez, o Pcrr:. o Car* ciat Se han perdido, porque nadie se preocupo por ellas, porquc no ña» bo quien las coleccionara, quizás ni quien las leyera. .Vo supo prestigiar la firma fuera de la obra. DE SOCIEDAD Sigue de la Pag. 10a.- próximo día 24. El baile tendrá lugar en el salón "Victoria" que se encuentra al Sur de la calle 11 ¡ll número 327V¿. Componen la Comisión de Recep ción las señoritas Isabel González, Emilia Flores, Planche Ibarra, Lo renza Sotelo, Teresa y Consuelo Dufou. La de Orden la componen las señoritas Rebeca Webb y Mercedes Audé y el señor Gabriel Ibarra. Co mo Bastonero fungirá el señor Ra món Sotelo. NUEVOS OFICIALES DEL CAM PAMENTO No. 18 DE LOS LEÑADORES DEL PACIFICO En la sesión reglamentaria cele brada el viernes 17 del actual, tu vieron verificativo las elecciones; para nombrar los oficiales que de ben regir los destinos del "Campa mento California No. 18 de los Le ñadores del Pacifico," durante el próximo año social que comenza rá el día primero de enero de 1927. Y con estricto apego a los pr*v ceptos contenidos asi en la Cons titución como en el Ritual, se lle vó a cabo la elección, quedando la Mesa Directiva integrada por las siguientes personas: ex-Cónsul Co mandante, Dr. J. S. Sáenz; Cónsul Comandante, R. S. Enrlquez: Te niente Consejero. José M. Bravo; Tesorero José M. González; Se cretarlo de Finanzas, Bernardo A. González; Secretario de Actas, Juan Eloy Rivera; Escolta, Sabino Ló pez; Centinela, E. M. Torres; Vi gilante, Leoncio González; Audi tor 10. Gonzalo B. Auditor 20. Ma ximiliano Torres; Auditor 30. Eze quiel Soto y Médico, Dr. J. A. Sa man iego. LOGIAS Y SOCIEDADES JUNTAS PA RA HOY La Sociedad Benéfica Mutualis ta celebra hoy su junta de nego cios en la casa número 611 de la callo N. Bunkerhill. La junta da rá principio a las 10 a. m. SETTER BíLT LLANTAS TURE CO Irte KELLY 50l WWasmngton WE.7707 ftietfo tosSaíados SPR NG LO SON LAS HECHAS MEJOR fes //asta 9 Ptf CORD'CONT CONSTRUCCION 11 La confesión de la (Sigue de la 9a. Página) MANERE. ¿Por qué no había de bajar a tu pecho do mujer peca dora el que fue el Justo y el San to ? Pero aquella larga prédica le ha bía secado el gaznete al señor cu ra, que sin pensarlo echó mano de ia botella que llevaba al lado y dió un trago que le pareció de néctar. La muchacha se dió aire cen el tápalo y atufada por el olor del mezcal dijo; —Ay, Padrecito, cómo me marea su merced con ese vinazo que le sale del cuerpo. Hija mia, pecas de exigente! yo te apesto hace un minuto, con un trago de tequila de punta y tú no me asfixias hace una hora con tu olor de ramera confirmada Asi diría yo a estos reeleccionis tas del voto de bloque y de la ree lección a chaleco: les asustan las seis reelecciones de don Porfirio Diaz y no les ponen de punta los pelos las seiscientas que preparan con sus iniciativas. Or. Carlos Hidalgo y Terán MEDICO, CIRUJANO Y PARTERO DE LA FA CULTAD DE MEXICO Especialista EN ENFERMEDADES DE NIÑOS, NERVIOSAS, DEL CORAZON. PUL MON Y SANGRE 661 I, W. Reliman Bldg. 124 W. 4th St. TELEFONOS: Oficina TUcker 3*26 Presidencia ATlantic 9717