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Tengo en mi poder centenares de estos testimonios, los cuales mostraré a quien lo soli cite sin ninguna obligación de su par te. Prof. M. C. Martínez. PODEROSO SANADOR. 1194 S. Spring St LOS ANGELES. CAL. DO YOU SPEAK ENGLISH? Lo aprenderá con éxito y rnuy pron to. por rned:o de nuestro método por co rrespondencia, que es muy íáci!. corto y que ba s:do preparado esre.vaijnente para ¡a srente de habla española. Para marores detjCies. envíe su nombre y dirección a THE UNIVERSAL INSTITUTO |23ó West IOS Stre-.New Vori City. ——— i "YO SOY LA UNICA QUE SABE DONDE ESTAN LOS TESOROS DE CHAVEZ GARCIA" ' (JO (Viene de la la. Pág). Pues con permiso de usted, interrumpió la señora, hecha una fu r:a-—5" perdonándome la intempe rancia, digo que esa mujer mintió, v que los que tal aseguran mienten tañí bien, y que todo ello es falso, y que no hay en ello un solo punto d° ver dad. —¡Señora! iS. lo sabré yo..—repuso colérica, —si habré de ignorar ahora lo que he tenido entre mis manos! Dios de jos ejércitos. • Pues nada más eso faltaba! hs^ que nosotros'no hacemos sino relatarle, de pe a pa. cuanto un ter cero, a su vez, nos relató, sin a erre ^ gar a ello ni punto ni coma. *\°,110 *° digo Por usted,— agregó ;a ' Charra-"—si lo digo por mujer de quien usted me habla, por esa impostora que vino a sor prender la candorosidad de esta gen l,c* usted, señor, no es por dar me importancia que no tenso, ni por querer aparecer más de lo que soy, pero créame que todo eso es mentira, que ni esa mujer anduvo nunca con •José Inés ni le acompañó jamás en ninguna correría, ni fué su amante tampoco, ni sabe secreto alguno, ni <*stá enterada del lugar en que se ¡guardan los tesoro?. \o podría, ;Virgen Santísima! 3i no fuera elio en contra de mi conciencia, decir a usted, detalle a detalle, lo que hay de verdad en ese asunto, demostrar le que no es aquella mujer, sino. .. otra- la que sabe el fondo de las cosas, que esa otra conoce, como n sus manos, todo cuanto *•"? relacionó con aquel bandido, y q* no fue aquella sino ésta la persona q' anduvo a salto de mata con el cabecilla. Y eso no por amar, sino per fuerza, ni por ser personaje de una aventura romántica sino por ser victi.ns de un rapto in famante / i.e un ultra*'* sin nom'ort. Eso es lo que me sukura el espíri tu y me enciende la sungre, ssrer; que una sea la que sufre, la que pa dece. la que llora lágri-.as vivas ror 13. desgracia en que se vió envuelta, sin consentir jamás en ello, y otra, que nunca supo de vicisitudes, ni de ansiedades, sea la que ande explo tando la ingenuidad de la gente- dan do el timo de los secretos que no co noció ni por asomo. fia, si na be del tesoro. —Convenido, señora,—contestamos nosotros,—pero usted comprenderá que no somos nosotros los culpables, sino la misma persona que se encar gó de sorprendernos. Y menos mal que a nosotros apenas si lo único, en todo ello, fué el saber de una infor mación exótica; que para aquellos que se interesaron en el negocio y que anticiparon vastas sumas para redondearlo, la cosa tuvo que ser peor incuestionablemente. Es más.— agredamos,—Los periódicos de Nue va "iork, que usted sabe que para todo se pintan solos, ofrecieron can tidades exorbitantes a guisa de pre mio para la persona que descubriera, 0 diese algún hilo siquiera para ser descubierto, el sitio real en que se hallan escondidos los valiosos teso ros de Chávez García. El clero na cional. y aún el americano- está muy interesado en recuperar todo ello, y se ofrecen fuertes sumas para res catarlo y ponerlo a cubierto de la rapiña de los bandoleros que infes tan el país. —¿Pues quiere usted que le diga .una cosa?,—preguntó la señorp, Lo | rer.za. mirándonos con ojos fijos y 1 escudriñadores. —Usted dirá. —A eso es a lo que vengo pre cisamente aquí, a decir la verdad, a buscar tranquilidad a mi espíritu, descargándolo del remordimiento que me pesa encima, a revelar, pero a ' persona de confianza y de peso, el . secreto de esos tesoros escondidos. Quiero limpiar mi conciencia de pa ndos agravios, quiero descansar de j la vida inquieta y desasosegada que he venido llevando, y quiero, a! par f que hacerme un beneficio a mi, que I alero merezco por tan infeliz y des I dic'nada. hacer un beneficio a vni tie rra- que ha sufrido conmigo las in clemencias de la revolución. Viene en busca de un 1 ugar seguro. , , Nosotros no pudimos menos de de mostrar nuestro asombre anteree Sción tan inusitada, porque si bien e< cierto que tendíamos a arranca la lisa v llanamente de los labios de a "Charra Lorenza." desde que con ..lia iniciamos nuestra interesante ni»-lea cierto también fue que ah platica, cierio resultado de esfuízos inquisitivos, y el coronarniento de nuestra labor repor teril, alzada del modo mas propi U^Pero lo que usted nos hace es toda una revelación.^xclamamos v perdone usted, pero mas se nos p. 'rece que todo es idea de gastar bro mas con nosotros. ..... , _ Bromas.?—inquino ella, de una. manera destemplada,-¿bromas dice USíl?0 afirmamos tampoco, no seño ra,—contestamos^ todo é°s» Un importante- Un trascen dental, francamente, no queremos ha ce^o^a ilusión de que todo eUo sea verdadero. ¡Tan difícil es saber al go bueno en esta vida. ¿ la Pues sepase u&tea. fc señora—que todo es verdad, clara co 1 rao la ton,erid¡an..UnvejaaícO mo que estamos aquí los dos, mo hav sol que nos alumbra P ra demostrarla tengo muchas mane ^ v puedo ofrecerle muchos datos v enseñarle muchos documentos, > re íatarle muchos incidentes y poner en *us manos cuanta evidencia crea necesaria para quedar convenado de Si tU—Nos deja usted atónitos—repu SÍnS raás so quedará cuando lo ► ™ todo Con decirle que por eso es to v aquí ror el deseo de comunicar «te secreto que me trae el» atormentada, a merezca toda confianza, i o. vali de México, y abandone mi tiern por el temor de^ ser objeto de per t lis Que tanto dan iu secucicnes. a las que íar la ambición > la codicia * ViiWnr ñero en un sino ro hablar, pe»" con. ^'sufrimiento cerno he «md». creo so que bien raerlo ^ POT l"ra'me ee«ó sabeS- lo íU°V„ra ; baw tan silo obte í^ue '' v-serj compensación para d.s 'frutarle la tranquilidad ™ foita ¿Xo habra. por desgracia, ¡;„ este pueblo ^ tantos negocios, aonae - » "en tangos .^v-was y se ha tran cotizaciones fabulosas : !rfsi=S¿5?. £ ef^Xque P-"°me "e£a vivir en paz y en reposo- v°r óne en México, como en todas parte», hay centc que t¿,Cque nive' temor de hacer pública 1 "Ufantes los abusos que cometen las autoridades que estoy tregar esa, ^ na sin eobiemo. o de tercera que SUS 4Sílas, """ láñate "pudiese recibir beneficio „ ,L" su valor fabuloso, ni yo lobKner ^ remuneración .nmsnna 1 sufrir* encarcelamientos y atropellos \fS' infamias, de las que ya e,to \ Iii.il- c0n al j horrorizada, > . " hacer recuer ma quisiera no volver a hacer r«x .^jihoS'veTusted lo que tengo COSAS QUE NUNCA SUCEDEN Por Gene Byrnes íso cabe duda que el tenor Martines es un gran artista. Can tó admirablemente la romanea do U ^rzuela hoy en la tarde. Si hay que con fesar que ese mu chacho es una es peranza para el arte. SOBRE LAS TABLA S DE UN ESCENARIO (Viene de la la. Pág). interesantes de las vidas complicadas de les artistas? A. que en el teatro de una ciudad vscina, y entre artistas a quienes el público de San Antonio acaba de a plaudir, !h tragedia verdudera, la real, la efectiva, ha estado a punto de mezclarse a las escenas apasiona das del bello poema de Goethe. La última escena del "Fausto Cantábase hace tres noches en el Teatro Lincoln de Laredo, Texas, el "Fausto" de Gounod. El público se sentia conquistado por la maravilla de la música y por la magia del gran poema, el humanísimo poema de las pobres vidas sencillas, en cuva senda aparece la sombra de Mefistófeles- que es la tentación y que es el pecado. El Doctor Fausto había vendido su alma en moneda de amor y de juven tud y de belleza.—altísimo pago para la mas preciada de las almas,— y ! Margarita había caído en las redes ■ de la seducción, cegada por las luces deslumbradoras de las joyas diabóli cas. Ibargiien cantaba el "Fausto" Mon dragón. el Valentín; Beatriz Pizzorni encarnaba a la Gretchen de las cren chas rubias como el trigal, y. de cuan do en cuando, llenaba la escena la fi gurita graciosa de Siebel, represen tada por Eugenie Ramírez, la bella y notable cantante mexicana. Me fistófeles perdía su aristicrática del gadez y se encerraba en el corpa chón robusto de Francisco Cruz. Llega la escena culminante del due lo. Valentín se apresta a vengar a Margarita, salen de la vaina las es ! nadas, se ponen en guardia los ca j balleros. y el combate da principio. El mirar del público sigue curioso por aquí escondido,—agregó la se ñora, al punto de entrar a una de sus piezas interiores,—quiero que vea usted un papel tan sólo, para que se convenza. Y después entrare mos en detalle. Esperamos ahí, verdaderamente a tónitos ante tan inesperada revela ción, y de los datos que podamos re coger más tarde, daremos cuenta al lector en el siguiente capitulo. ,a los actores, que se baten fingiendo denuedo- cuando repentinamente un grito de Fausto, herido, se alza por sobre el cantar de la orquesta. El azoramiento de los actores, la es cena que se trunca en tal momento, el cuerpo de Fausto que cae pesada mente en brazos de un cantante, da al público la sensación de que ía trage dia verdadera ha pasado por el es cenario. En efecto: Mondragón ha dado un mal paso, y su espada se ha hundido aún cuando lentamente, en el pecho de Ibargiien, cuya ropilla enrojece de sangre. E! público curioso, sorprendido, lle vado a la más alta emoción, inquiere q' la herida no ha sido profunda mas sin embargo, el tenor ha perdido el conocimiento y no puede continuar la representación. El tenor Graziani le suple, y la o bra acaba entre los aplausos de la concuriencia cogida por una noble emoción: la del arte y la de la vi da. A la postre- nos decía nuestro in ! formador, esto ha sido un interesante ¡ reclamo para la compañía, que hace ! las delic'as del público de Laredo. Un pugilista mexicano que reta a los americanos EL PASO, Texas, Julio 7.—Desde hace tiempo se encuentra i?n esta ciudad el pugilista mexicano Tomás R. Rascón, c>uien -is campeón mexica no de Lucha Liore y que ha estado dando algunas exhibiciones con otros luchadores aquí, i3n las que ha resalta do vencedor, poniendo de relieve efec tivamente. su gran agilidad y fuerza para esa clase de lucha, más conoci da en i?ste país con el nombre de "Cr.tch es Catch Can". En vista de sus éxitos aquí y en otras ciudades donde Rascón se ha presentado a luchar, el campeón me xicano ha lanzado un reto de lucha a todo aspirante o aficionado o lucha dor profesional, que no paas de un peso de 175 libras, siendo el -leí re tador de 168 libras. El luchador ha manifestado que no tiene inconve niente alguno en salir d,3 e3la ciudad para tratar condiciones o arreglos de finitivos, pudiendo dirigirse los inte resados a su representante el señor Juan K. Caidcrón, a cargo del perió dico LA REPUBLICA, o personal mente a él a su domicilio, calle Tayo número 402. CLAUSURO SUS SESIONES EL CONGRESO LOCAL GUANAJUATO, Julic 10.—El Congreso Local del Estado, clausuró antier sus sesiones, después disl perío do extraordinario que celebró con motivo de las reformas a la Ley Elec toral, las discusiones de la Ley de Egn?sos del Presupuesto del Estado y otros asuntos de importancia. Como presidente de la Comisión Permanpnte del Congreso, fué nom brado el diputado Ricardo Alamán. El diputado Alfonso Ayala, que fungió como presidente de los debates en el periodo pasado de sesiones ex traordinarias, se distinguió siempre por su marcado radicalismo; pero a pesar de todo, el elemento moderado se pudo sobreponer a los radicales, venciéndolos en los debates. Carta geográfica. El gobierno del Estado, está su mamente preocupado por la forma ción de una carta geográfica exacta del Estado y desde hace tiempo comi sionó al profesor Alfonso Linares, para que personalmente dirija los trabajos para lograr este objeto. Se trata de formar un mapa, deta llado y amplio, que tenga mucha uti lidad. HAGA ÜD. UNA PRUEBA HOY MISMO POR NUESTRA CUENTA Deseamos que Ud. conozca un re medio que, sin ocasionar molestia al guna, produce los mismos efectos que e] calomel, pildoras, aceite de ricmo o castor y otras drogas semejantes. LAMARIÑE WAFERS están prepa radas con los más eficaces ingredien tes medicinales. Obran rápidamente sobre los intestinos, curando la constipación, y todos los molestos sin tomas de esta enfermedad desapare cen: dolores de cabeza, acidez del es tómago, lengua sucia y pastosa, bilio sidad, etc. De venta en todas las droguerías al precio de treinta centa vos caja. Mándenos Ud. su nombre y dirección para que le sea enviada muestra gratis. Escriba a LAMARI NE LABORATORIES, DESK 60, ATLANTA. GA. (Adv). BANCO MEXICANO ( Uní ncor porat ed) 108 W. ComiKerce St. San Antonio, Texas. NO IMPORTA LO QUE UD. GANE SINO LO QUE UD. AHORRE. 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ULRICI que tiene la ventaja, que al nutrirlo, quita el cansancio, aumenta la actividad y energías, induce al sueño, vivifica y alegra, mejora el apetito y digestión: y contrarresta los excesos tan frecuentes cuando se desea cumplir con las exigen cias impuestas por la vida moderna. tk THE ULRICI MEDICINE CO M NEW YORK 1 FOLETIN Núm. 04. LA JUVENTUD DE ENRIQUE IV. minutos estaba <|?sconocido. Un cuarto de hora más tarde pasaba por el puente de Saint-Miche!, llevando en su brazo un cesto Heno de bate lias. en eorcpañ ~ del joven G&rgui lle. El puente c Saint Mlchell esta ba desierto y la tienda de Renato se guía aún cerrada; no se |>ercifcia ninguna luz a través de ias rendijas de la puerta —El picaro está en el Louvre. pen 6Ó el duque, vendiendo sin duda 3 madama Catalina el secreto de mi presencia en Paris, en cambio de su perdón. Fero. Paris, añadió son riéndose. será menester que interven ga el diablo para que alguno pueda conocerme con este disfraz. Era ya muy tarde cuando el chi co de la posada del Caballo ruanc y el supuesto palafrenero se pn?senta ron en el gran postigo del Louvre. El suizo que estaba de centinela opu so algunas dificultades para permitir les que pasaran; pero Gerguille ha bló muy insolentemente, pronunció el nombre de Raúl, paje del rey, con tal énfasis, que je dejaron entrar. El Du que respiró en cuanto paso el posti go y siguió a Garguille a través de las escaleras y corredores hasta e! segundo piso, donde habitaba toda !a servidumbre del palacio. Garguijle fué derechamente a Hangar a la puerta de ¿JaouL JLste. | que había estado de servicio la vis peni. ¿e habia acostado temprano y í dormía profundamente er. su cama, donde habia echado vestido. —Señor Raoul. dijo la voz zalame ra y conocida oel hijo del posadero: soy yo, Garguille Os supiieo que me abráis, porque traigo un encar do para vos Raoul que se habia despertado so bresaltado. saltó de la cama rene ".do. .abrió su puerta, y se quedo muy atónito a: ver que Garguiile no estaba solo. Ei muchacho pasó ade lante. y el duque se deslizó de él y cerro la puerta vivamente. . —Os traigo un caballero que desea j hablar con vos. dijo en voz baja el muchacho. —¿Este un caballero? repuso Raoul estupefacto y examinando a la luz de una bujía, que ardía sobre una mesa inmediata, a! personaje que te nía delante. Felizmente e! duque se quitó la gorra de» lana que le bajaba hasta los ojos y Raoul apenas pudo repri mir ur. grito de sorpmsa. —¡Su Alteza! —-Calla! dijo el duque poniendo un dedo er. los labios.—Luesro seña ;ó la puerta a Garguille, diciéndole: —Va te puedes ir, chiquillo. Raoul mi3 dará hospitalidad por esta noche. En seguida puso tnss doblones en la mano de! estudiante, que se marchó muy contento, y miró a Raoul que cada vez más atonito de ver al du que Guisa en su cuarto, no en é contraba una palabra que decir. —Mi querido Raoul, prosiguió el duque sentándose en un sillón, tú eres caballero e incapaz por consi guiente di? hacerme traición. —¡Ah! monseñor... —Además amas a Nancy. Raoul se puso colorado. —Y Nancy está adherida en cuer po y alma a madama Margarita. | —Asi es. —Va sabes que yo amo a madama Margarita. | —Sí, monseñor. / —Y que madama Margarita me ama. Raonl no respondió: y el duqub tomó su silencio por asentimiento. Pues bien, continuó Enrique de Guisa, voy a fiarme de ti para lle gar hasta ella.... —Pero, monseñor... —Vete a llamar a Nancy. El nombns de Nancy alivió un poco a Raoul. y le sacó por el mo mento de un gran apuro. —Nancy. dijo para si. explicará mejor que yo muchas cosas a su Al teza. Y ccgiendo al vuelo !a orden que I le daba el duque ,le dejó i?n su cá J mara, recomendándole que no abrie I ra a nadie aunque llamaran. En se guida íu¿ corriendo a la habitación de Nancy. I.a linda camarista esta ba en su cuarto mirando por la trampilla consabida lo que pasaba en el gabinete de madama Catalina; y, sin duda, debían casar cosas muy extrañas, puesto que Nancy estaba suncamente nalida y manifestaba gran terror. —;Ah! pobre señor de Coarasse . murmuraba. Indudablemente, en aque! momen to. algún ¡r^an peligro amenazaba al príncipe de Navarra. m Es necesario, para comprender bien el terror do Nancy y formarnos idea del 7. el i erro que corría Enrique da Na varr.i, retroceder al momento en que Pao:a salía de '.'haiüot en compa ñía ct Godolfino después de haber anochecido El sonámbulo, qui? enton ces estaba a.7 despierto, había in terrocr.ido exac*..vuei:te a 1 memoria, utilizándola e'i servicio de sus celos y de s 1 rencor. Gi-iclfino aborrecía a muerte a Not. ni- s-ilc porque Pao la amaba al bearnér, sino también, y quizás más, porque era bello, vi goroso y de buena familia, mientras que él era pequeño, ruin, enclenque y de nacimiento ignorado. La facha da de! Louvre había servido a Go dolfino de hito. Sabia que la casa donde le habisn tenido preso en el fondo de una bodega estaba situada cerca del rea! edificio. Los rumo res lejanos que había oído en su calabozo improvisado, le habían con vencido de que esta casa era una taberna. Esto le bastó para que sus investigaciones no duraran mucho. Cuando llegaron a la plazoleta que rodeaba a la iglesia de Saint-Ger main-l'Aurerrois, Godolfino aconsejó a ia italiana que se apearan y fueran a dejar sus caballos en una hostería de la calle del Arbre-Sec, después de lo cual volvieron a pie a ¡a plaza del Louvre. Era ya tarde, ja noche esta ba muy lóbrega, el tiempo lluvioso y ia plaza desierta. Como si Godolfino, ahora que estaba despierto, hubiese tenido parte de esa lucidez portento sa que poseía durante su sueño mag nético, se sintió como arrastrado de rechamente hacia la taberna de Mali cán. La puerta estaba cerrada, y sin duda los bebedores, caso de que los hubiera, eran de humor taciturno, pues no se oía el menor ruido den tro. Sin embargo, a través de las al fa jías mal unidas de la puerta fil traba un rayo de luz. Godolfino hizo seña a Paola para que permaneciera a cierta distancia, y como un lobo que anda rodando c-n derredor de un a prisco, dio un rodeo y fué a colocar su ojo en las rendijas de la puerta. Luego, enajenado de alegría, sin du da. fué a tomar la mano de Paola di ciéndole ealladito: —¡Acercaos... .y mirad! Paola, cuyo corazón se le saltaba del pecho, colocó un ojo en oi agu jero de !a cerradura y casi ensegui da retrocedió dando un grito espan toso Había visto a Noé que esCaba sentado junto a la linda Miette: te nía cogidas sus dos manos y la mi raba con amor. Detrás de é! estaba Enrique hablando con la bella pla tera, vestida todavía con el traje de campesino bearnés. Al exhalar ese grito de espanto y cólera. Paola cayó desfallecida en los brazos de Gcdol fino; más en este momento, "el so námbulo, u despecho de su apariencia débil, se sintió dotado de fuerza her cúlea, y levantando a la joven con brazo nervioso, la llevó corriendo a más de cien pasos de distancia: de manera que cuando Noé y Enrique salieron apresuradamente a !a puerta, ya no pudieron ver nada, por causa de la obscuridad de la noche. Pero el grito de Paoia había guiado a Re nato. El florentino había vuelto a en contrar a su hija, y ésta, que había quedado por un moiruonto amonada da, se enderezaba ahora terrible a la vista de su padre y exclamaba: —¡ Vengadme! —¿Qué te vengue? dijo Renato conmovido, no tanto quizás porque 12I corazón de padre hablara más alto entonces, cuanto porque obedeciera a ese móvil supersticioso que le ha cía creer que su vida dependía del celibato de su hija. —Sí. respondió Paola con voz ron ca, ¡ vengad me! ;ah!....en esa casa, está un hombre a quien yo amaba y que me hace traición! Renato no pidió otras explicacio nes; fué corriendo hacia la taberna cuya puerta había visto entreabierta y cerrarse, se acercó como Godolfi r.o con paso de lobo, y miró como Pao la había mirado. De súbito el floren tino se estremeció a su vez, y sintió su frente bañada de sudor frío. Har bía visto a Noé y al señor de Coara» sse y chocándole la cara del joven campesino, había conocido también a !a bella platera, no obstante su disfraz. Renato era demasiado pru dente para que fuera a penetrar en la taberna, de Malicán; volvióse, pues, donde estaba su hija, la tomó silen ciosamente de la mano y la llevó hacia la orilla del río. —Dime, la dijo cuando ya estuvie ron lejos de la taberna, ¿cuál de esos dos hombres es el que amabas y te ha hecho traición? —Noé. —;Ah! es él. pues.. .quien —El es quien nos ha robado a Go dolfino y a mí. « —; Bi«n! repuso Renato con calma. Cuéntamelo todo, hija mía. Por mucha hiél que tuviera Rena to en el corazón, comprendió que aquel no era el momento oportuno para dirigir a su hija reconvenciones y reproches. Renato quería ante to do saber... .Entonces Paola refirió a su padre punto por punto todo lo que había pasado; no le ocultó nada, ni sus entrevistas nocturnas con Noé, en ciertas horas en que él, interro gaba el sueño sonambúlico de Godol fino, ni la manera de que se valía el joven para entrar y salir en su casa, ni las confidencias que ella le había hecho. Renato escuchaba silenciosa y atentamente, y a medida que habla ba su hija iba nssgándose más el velo para él, y comprendiendo cómo había podido el señor de Coarasse represen