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• ílfeiiv •■stóasf""™"*-'01" Precios dt Subscripción: Ver 6 mete· $1.00 1>ατ 1 a6o $1.50. B pago debe ser adelantado. Guando menos cambio la direc· Mn de su periódico, más será la Mutualidad con que Jo reciba, ■fea donde lo estaba recibiendo 9 á donde desea que se le cambie. 6i le falta EL REGIDOR más la 8 diaa avise en seguida la lalta á esta oficina.—No se de· jrmélven originales r.unque no se •ubliquen—En México vale el feoble en Moneda Mexicana. Para todo asunto concerniente I este periódico d diríjase á: Se· lora Zulema P. de Cruz, 442 Dsryer Ave. San Antonio, Texas. "EL REGIDOR" "Entered as second - class Batter December 2. 1S13, at the l*ost Office at San Antonio. Te sas. under the act of March 3, wm:9 Que tiempo liará en el mes DE MAYO. Período fresco ν agradable 1 a] 4. Vientos del Norte en las regiones del centro ν meridiona - les. Periodo caluroso, 5 al 8. Vi?n toe de] Sur ν lluvias on el 8. Period) tempestuoso, 8 al 10. Fuertes descargos eléctricas. Fuertes vientos, 11 al 13,eon tormentar» loclaos del 12 y 13. Gran período tormentoso del 14 al 17, pluvias abundantes ea loe estados occidentales y meridio nales con grandes descargas eléc tricas en las regiones del centro. Período caluroso, 19 al 21. Con descargas eléctricas locales del 20 a1 21. Período tormentoso del 21 al 25. Lluvias abundantes en los estados del Golfo. Período agradable, 24 al 27. Habiend) un tiempo delicioso y templado. Período caluroso, 2ft al 31, con torment is locales en el 31. Eegl&e para usar estos pronósti cos. Hay que tener presente la re frán á que se refiere cada anun cio de tiempo. Las lluvias pueden ser 12 ho ras antes 6 12 horas después del tiempo marcado. Los de tormenta 6 tempestad ee pueden retardar tres días. Una tormenta ó tempestad a barca una zona de terreno' muy extensa, dentro de la que pued*» haber al mismo tiempo en los di ferentes lugares que domina, tem pestad eléctrica, vientos huraca nados ó lluvias. Cuando se a unncie "tormenta1' habrá uno He estos tr^ fenómenos. El SÍ8TEMA VILLISTA. Los Víllistas signen otnj>leaíi<lo una táctica para aumentar sus fuerzas, <|iic pugna con la r? i ν i1 i - Nos refieren personas que hurí llegado de la zona controlada por los Villistas. que much08 menor?* de edad, constituyen la mayoría de su ejército; ριιββ el sistema forzoso de "leva" para hacerla ingresar, con severos castigos, fio ea«o de reisstencia. —-«— --Φ·· · ♦ —— Mareo i, vértigos, complexión d.! bil, flatulcneia, etc., son síntomas de un hígado torpe. Nad»c ge sentirá bien, mientras ^1 hígado permanece inactivo La flERBINA efl un estimulante po t deroeo para \ hígado. Una dósis 6 doe son «uficientea para hacer desaparecer^ toda hiliosidad y nía le# inherente» k un hígado torpft. Pruébelo uited. Precio, 50 centavos. De venta por It. Cohn y Co. fWMflgM Softool, mtion Α. Ή»β* »·' ίο, Vx*α», Ο. β A fe"wfoKj-'lMk . βίη nocotf i dud do hac?r TranucT vnd tOM, y sin ftU© tonsil n«*M fttt* omipftotonito pa ί α ί « r. ι quo dojftr Μοπσνηοη lk knnksa μ oh Nu#«ro tretmjo <« cm,,,,,,,, ,,Γ, OrJRATIS .*"/ lOli. on o-^tafnj)l]loρ A (71 le demoon lnotruprion,.,' ri&'sgfcy <·οη I a POR ROBERTO HYENNE - . ■ (Continúa) Una hora antes dó la partida, ¡ JuanTresdedos, que no podía des perdicíav una ocasión tan buena de vengarse, había muerto, sin de eir nada á nadie, al hombre que no había podido vencer en com bate singular. A Joaquin no se le había pasa do rd esa percibí do el nuevo cri men de su teniente; pero, qué ha hac¿?* eon una naturaleza seme - jante? K) jefe había preferido nc decir nada, y fingió no volver se á acordar de Arkansaw. Por lo demás, en el fondo no había dejado de pesarle aquella conducta, porque 61, por su par te resorvaba á su prisionero una especie particular de tormento: ae proponía ponerlo de blanco al dia siguiente para que apuntara toda la partida Llagada á la division Sur del río Tuolume, Muricta formó su tropa en compañías de diez y da quince hombres, que por caminos diferentes debían trasladarse in mediatamente al Arroyo Can towa. El mismo, dejando las mu jeres al cuidado de Antonio y de Guerra, escojió quince hombres determinados y se dirigió con e Uos por el S. K. hacia Curtenville, Sobre el camino que conduce do la Ibarra de don Pedro á Snelling encotró ή tres franceses, dos ale manes ν «los americanos, que con ducían delante de ellos muías car gadas <ló provisiones de cobertu ras y dv útiles para el uso de las minas. \t 1 i>o vuelto on ueieiienos, y mientras su ponte so colocaba á los lados, lista a hacer fuego a la primera srñal él bc adelantó hé eia nno de los franceses, que no se atrevía á hacer uso de su re vólver, 1c tomó por el cuello ν le intimó que indicase el «acó en que iba el oro. El francés se expidi' de la manera más lenta que pudo, para dar todo el tiempo posible A sus compañeros, ή fin de que se pre parasen ή defender su tesoro; pe ro los bandidos eran muy ágiles para que fuese siquiera posible el sorprenderlos; en algunos segun dos, tres de los mineros cayeran ui» Uerra sin movimiento algún.) y cuan largos eran. Joaquin, irritado por In resis tencia que so lo oponía, levantó 8ii puñal y amenazó con degollar á los cuatro que quedaban, ú olios mismos no entregaban en el acto todo lo quo conducían en dinero. ÍjOs mineros se resignaron, ν sacando de entae medio de lospo 11ones un pequeño saco de jergón ! de lino, lo presentaron á Joaquín, asegurándole que era toda la for tuna de la compañía. Rl saco contenía cuatro m'l pe sos. Murióla continuó su camino, ft pesar d» las «Aplicas de Juan Tr·Λ dedos, que ouerfa acabar con los alemanes y los fm»ceses, y ord» nó Λ ¿stos que se pusieran in»ne. diataMiente en camino. IíOs cuatro mineros no se hicio ron renetir ésta voz de mando Ki Joa fililí so Induren dedicado 4 un oxámen serio de su bagaje, ba« ι bría encontrado seis sacos iguales al primero y que contenían cerca de veinticinco mí1 pesos de oro en polvo. I'JII WKMIHH ΠΠ ΓΗΙΟ IHIOVO VOOO, lo» bandidos ntrn visaron ol río do In Μ ο rend bnoia Skllinff* y for· oioron hno.'ui οι TCsto oo^ o] fin de llo^nr ή Mariposn* Λ (loa millíia del monto Ofjr, Joaquín so vio r»n lo noootúdrtd do intepponorso pnra impedir (i Junn Trosdodos qno mstaao Λ tin de*· grafting/ Ιππο II,*mndo Obnnglio, que inspiraba lAstima do solo cor lo; tní rrn ol ogfromo estado do fliictirn y languidez rn qtie «'· on eontfnba, Algunas boras d<'spn¿« Morrón (t Mariposea. Joaquin tuvo por fu orza que deabntwlar Λ «II geni··, porque «1 pueblo no podían entrfct m/ii que do dos on dos, oon ol objeto de no exeítar las sosp^ebas Λ1Η permanoeieron oebo dlae eo* mtfndosc y jugando ol dinoro quo habían arrebatado ¿ los alemanes y franceses. Λ1 cabo do la semana salieron del pueblo, atravesaron ol rio Ma riposas, la Chorohilo y el Frczon. Λ diez ó doce millas de Cftar·» cfi-Gold-Guch, robaron y mataron á su turno cuatro mineros misos. Muchos indios, teafigos del acon tecimiento, se acercaron después de la partida de los bandidos γ desaoja ron á los cadáveres de los trajes que aun les eran ύ&Ι-έβ. Habiéndoseles hallado después en posesión de estos fectos, fuero designados á otros russo amigos de los asesinados lo* cuales los persiguieron, y creyéndolos cul - pables, tos hicieron espiar el cri men de Μ uric ta y sus compañeros Estos últimos habían pasado ya el San Joaquin, Γι quince milla?, poeo más ó nunos, más arriba del fuerte de MilW; después de ha berse detenido dos o tres^dias en un pueblo indio, á fin do des cansar, :>e pusieron tranquil amen te en camino y entraron al Arro yo Can town, á donde la mayor p.\ te rde sus compañeros habían 11 t i en das. «joiiqum, ganuuiuo ya por in muerte de Arkansaw, había clot or minnelo volver á su antiguo cuar tel general ν vivir en calma, mas cómc ilo y más seguro que en cual quiera otra parte. Cuanclo se hubo arreglado todo en el campamento, los bandidos descansaron durante quince dins, al cabo de los cuales Joaquín lo* envió en compañías al exterior » cumplir diferentes comisiones. Se hacía necesario el procurarse di nero y caballos, y era útil tam bién ocupar ú la tropa descansada en alguna expedición que propor cionara frutos razonables, y para esto era mneester ponerse tú eo rrien.te de la topografía del te - rreno. Cuando hubieron partido todas las compañías v. cumplir con las órdenes de su jfcfe, Joaquin se en contró en el campo con solo una docena d»* hombres, entre los cua les se encontraba Antonio Ccva líos y Guerra. Murieta y sus compañeros se pasaron un mes muy agradabl·., comiendo, durmiendo, fumando, enamorando y cazando en las mo i tañas Así llegaron hi..>tn la es ticion de las lluvias, que siendo desagradable «nn todas partes, lo es sobrjí todo en aquellas eleva das montañas. ♦Joaquin se decidió á entrar per sonalmi rite en campaña {ι pin d«* encontrar un punto favorable pa- ] ra la ejecución de las em prega β que meditaba. Dos días después de haber to- i mado esta resolución, se dirigió j al Nort» del Estado, acompañado j de Cevalloa, que tenía que ir 'i recobrar el oro enterrado por él ν sus compañeros á las orillas dei HVntlnr. Después de algunas pa radas cortas en Mariposas. Sono ra. Murplii. Mockelumon-Ilill y Jackson. el jefe y su teniente lla garon ffaángtow. Comenzaron por cenar alegre mente en uno de los cafees del lugar, d¿*ptf¿s O val lo* montó A caballo ν se alejó, mientras qin Joaquin entraba en un salón de baile, en donde se vió inmediata mente rodeado por una multitud de hermosas chileno*, aficionada* al fandango. Joaquin se espidió perfectamente, y bailó varias ve ces con una d» aquellas señoritas. Cuando creyó habió adquirido el derecho de descansar, no fien* tó tranquilamente entre dos de lee beldades de aquel lugar y »e puso 6 conversar sobre divresa* () interesantes cosas. JJl mide de la conversación y de las risas de las dos niñas l'sma ron muy pronto la atención gen* rai hacia el pequeño grupo, y el descuidado Joaquin observó al cabo qii'j una multitud de ameri canos lo estaban examinando, y qU" par or'an mantenerse con ri tención en el umbral de la puerta. Reconoció en seguida que en - ι íre ellos estaba el conductor '"a la diligencia que había detenido cerca cb la casa de Hoca Blanca; en ccanto a eate hombre, el aeom bro que se pintaba en toda su fi sonomía, probaba qtra por su par te había reconocido perfectamen te h Joaquín. Sin manifestar οΛ menor temor, ni aun ta mk* lijera inquietud, el joven jefe po levantó eon la "?Λ·* [?'.' · tr- ' ' /'·' '· ν'·;, ;··· mayor sangre fría, dio las buenas tardes á las señoritas de la mane ra más amistosa, se envolvió en una manta y salió. —Dispense ustedy señor, dijo uua voz a su lado, en el momen to en que Joaquin llegaba al um bral; yo ut&earia verme con Ud.' Joaquin Murióla se había lan zado ya sobre su caballo, que es taba atado junto Γι la puerta dr»l cafó ν o 31 no. —Está bien, ddijo él, remedan do la voz del que acababa de ha blar, ya estas libre de verme. Y espoleando su caballo desa pareció á los pocos segndos fian do vuelta al camino. Después de una ráápida carre ra en que corrió m:'j . rde quilico millas, llegó á Yuntion House; <_n donde dejó su caballo y pasó to da la noche, suponiendo con razó) que 110 se pondrían á perseguirlo hasta la próxima mañana. Λ los primeros resplandores d··! dia, se dirgiió al galope hacia el rancho sl^ Tavlor, con la intenciii do describir en su fuga un semi círculo ν de llegar á Kiddletown en tiempo oporii>:io para eneon-· tra a O vellos. Una lije ra capa de nieve qin había caído durante la noche, em blnnqueeía el sm*1o; pero Joaquín no se inquietaba absolutamente > continuaba tranquilo su ea m in o, contando orno segure que la consternación s<> había apodera - do de Uva habitantes de Ilangtow á la primera noticia de su visit η. Acababa de pasar el rancho, cuando sintió Iras de sí el galo· pe de una multitud de caballos, y ea«i al mismo tiempo apercibió to rriendo con toda velocidad un cierto numero de jinetes armados La primera mirada le bastó para saber k (pie atenerse: le soltó la rienda ú su excelente caballo, que partió con la rapidez del viento. Los americanos encarnizados cu su persecución, oprimieron pon fuerza bu hi jares de sus caballos, arrojando atroces juramentos y gritos salvajes, á la manera de lo indi os m e η os c i ν i 1 i za d os; pe r o ; <* nían qu* habérselas con uno más lijero que el rayo. Abandonando su idea primitiva Joaquin volvió de reponte haeia H. O. y sr. lanzó á las montañas, bien seguro, por lo menos, de que á ios americanos les había ¡de ostar el dar eon el camino. La pendiente del camino haciu la fuga mucho más difícil de lo que se había imaginado al princi pio; muchas veces bajando Jns colínas excesivamente escarpadas, el caballo habfei doblado las ro dillas. Al pi« de una de las colinas, entre dos rocas, había un vacío, en medio del cual corría una es pecie de torrente que iba á en grosar ta corriente fiel río Ameri cano. Aquel era indudablemente un paso difíeíl de atravesar, aun pan* un buen jinete, y eil mismo I Murleta vaciló antes de empreñ óle·* el A'ilto; pero viendo é los a-· menéanos sobre la loma, h una distancia de algunos centenares de varas A lo sumo, se lanzó sin reparar en más. Ün instante después se hallaba al otro lado del torrente, y su ca ballo, que Alababa de salvar l«t roce, brillante con el agua con que se habla zambullido, se le vantó nt/U firme y más dispuesto que nunca. VA jef'> de los americanos 'pliso también tentar el psso después r1 Joaquin, poro cayó en oí agua con caballo y todo.. Laa gente se detuvo inmediatamente después disparando sobre el fugitivo 20 ó treinta tiros de revólver, de los eualee ninguno le llegó t\ tocar, y así fw decidieron abandonar «su ea&a. CAPITULO XX. Traición de Berryeeea, - Joaquin en peligro,—B\x arrojo lo salva iToftípilil continuó galopando por loa montón y loe vallo» beata ή«β *0 vió completamente fuera dé pellgroj entonce* salvó v\ pn«o rio Camón, y al cuarto día llegó cor* «a do iín campo de mineroe o*ta« blecido á la margen del río Wal ker. Alíf paid la noche; pero lemien do aer reconocido, volvió l\ perfil' con la anrora de la maftana *i kk guíente· el mismo din so encontri on presencia de un nuevo campo, que calculó pertenecía á algunos indios. Aproximándose un poco más se vio con gran sorpresa eu va delante de Valcnzuela y de Juan Trcsdedos, para quienes -.1 eicu ntro era del mi mo modo es perado. Almorzando los tenientes, com\ niearon óá su jefe el resultado de su viaje, y le explicaron por qué se encontraban en ese momento en el minino punto que él. Después de haber abandonad ) á Arroyo, Valcnzuela había con - ducido su compañía á Weavervi lie, obedeciendo las órdenes do Joaquin. Antes de llegar, se había apoderado de un cierto nú· inero de caballos, y había manda do á quince de sus hombros que los condujeran al cuartel general. Kutonees se había hallado sol^ con López, Pedro, Castillo, Rafa'-l y (Jarcia Perseguidos por muchos rancheros de aquellos ή quirr.es los acahalwin de robar los eaba líos, los seis bandidos no habían podido escapar sino atravesando á nado.iiu torrente muy rápido > caudaloso. Alcanzado por Jas Tíafael se habían ahogado, Cast i balas enemigas, López, Pedro y lio logró llagar al otro lado, pe. ; ro se encontró inopinadamente ·?) frente de un misuriano que l<4 echó por tierra con una descarg-i de su rifle. Kn una palabra, h>:* ι únicos que habían merecido nal - varse eran Valcnzuela y Juan Tr* dedos. fregando á Weaverville, Jua:n había querido entrar á una east do baile, á pesar de las prudentes observaciones de Valenzuela. í '»n tro americanos apoyados sobre I mostrador y bebiendo en compa ñía, conversaban sobre los ladro ι nes de caballos. j Habiendo manifestado uno d»· ι ellos la opinión de (pie Joaquín ( había tomado parte en los úl timos despojos, y habiendo agre gado que daría gustoso su cabeza ι por ver ahorcar á sus autores. • García se había colocado frent al yanquoc y le había dicho en . un tono brutal: , —-ITolrt ! Con que cambiarías fu cabeza por una bala de pistola? —Quien eres tu? le preguntó el minero. —Si sabes contar,1 e respondí '# Juan, mostrándole su mano mu - tilada, eso debe bastarte. —Tú (res Juan Trosdedos? —El mismo. Y sin decir ni esperar más. Juan socó su puñal e hirió al jVanquee en el centro del pecho, j Una verdadera batalla sucedió ú este primer golpe; una multitud Ido americanos se agruparon y (emprendieron la defensa «le la víctima, de suerte que los dos ( bandidos debieron de nuevo la sal } vación * sus excelentes caballos, y pudieron ganar el paso de Hoohwoth, llegando al punto don do acaba do encontrarlos .loa quitt. Al día «fluiente do <*ale Ιη#ι*~ perado «neuentro, lo« Ιγρμ clii lenoa eontinunron avanzando fti direeeión Λ Arroyo Oantowa. Hal varón la garganta del Sonora ν oí Tolrnme por el lado del 8nr; deapufa, bajándote dol caballo en Tiatle-fJlack-Bar, entraron en una «asa y pidieron de eomer. Un anciano eon tina hija y υ η hijo ocupaban )a habUnción, El aaoceto de loa trea chilenos, perfectamente vertido» y armadoa haata los dienten loa sorprendió, corno era muy natural; pero η λ dijeron t»ada, y la niña, que fia una herrnoaa y freaoa criatura, propaW) laa eena en Η aefo. Murieta que bajo su esterior "e bandido, ocultaba una vchí/hí» ra nntiiffriox de caballero, conven*·-) de la manera mΛβ afable eon la hermosa nifín, mientra» ella, cori la mfts ffracioaa naturalidad, k servía ¿ 61 y sua compaficroa. MI anciano miraba eon verdadera |sospecha la voracidad de huh bufo (peden, puro «o guardaba sua im I presione», (CoTitlnnftrfc en «1 prójimo número.) . ι A' v'^mM -t * ; ·4&^ ''■'■ ^ ■"··] SjagTO H mt recién entrada· «a 1* pu sufren á menudo defu re· durante el cambio de su or ganltaddn física. Infinidad de mujeres confiesan no dftjif d·,^ sufrir s6n de los padecimiento· que empezaron á sentir deed· el dicho periodo. Cardui es amigo de las jóvenes, como lo té 'de todas las mujeres. Ha auxiliado A muchas mujeree en su peHodo de pruebe» puee alivia el dolor y devuelve 1st salud A los Arganos desarre glado·. La lira. Mary Hudson, de Estiman, Mis·., dice: "Durante el tiempo que mi hermana vivió conmigo 7 concurrió A le eacue-'] la, se rió en condiciones fatales, te df unas dosis de Cardui γ le probaron bien desde luego. Tsmbién 70 tomé Cardui y' creo que ahora estarla debajo de la tierra si no hubiera sido por ess maravillosa medicina.*1 Tome Ό6. Cardui ; le Haoe bien. · De renta en todas partee. 14· r,l, POEMA MEXICAN» Est* imprenta tiene de venta el Pee me épico nacional mexicano, cayo poe ma trata de toe sucosos de ta Interven clon francesa en Méxco, lo mismo que de loe más importan tea episodios de ls historie antigua del pueblo Mexicano, desde le aparición de) Agtrila en él no pal y fundación de Mexico-TenoactUtaat hasta los amores de) emperador Gtaat* motír. S* vtnde en esta imprente por seseóte cer tavos. Háganse los pedido· á: Señor» Zulema P. do Croi, 442 Dwyw Ave.. 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