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J ..! viy lJ.LJ.iJ. VIL LL Club vLy , L J CXU DIARIO POLITICO DE LA TARDE iMi i $mm ' - . POÑCE,.,MAYO Í6 DE 189 3 Descando que circule con profusión el artículo Jefe del Partido que inserta El Criterio, y faltos de espacio en las columnas ele ia lo reproduci mos en esta hoja, recomendándolo á nuestros lectores. JHC3HST --. .w-n un iiiMn ... ..i. un ... ' " " " JEFE DEL PARTIDO Como tal fué invitado Don Julián Blanco para concurrir á todos los actos. oficiales que tu-, vieron efecto en la Capital de esta Isla, con motivo 'de la llega da de los Infantes Don Antonio de Orleans y Doña Eulalia de Borbón. Y asistió- al templete de la Ma rina al momento de la entrada de SS. AA., y á la recepción en la Fortaleza, y al banquete en la casa consistorial, y á la gira á Rio-Piedras. Por consiguiente, á todos esos actos llevó el Presidente del Di rectorio la representación de nues tra colectividad. Hubo para ello .acuerdo pre vio do la Delegación ó siquiera del Directorio ? Lo ignoramos, y además no nos pareco probable, por más que lo correcto hubiera sida consultar el caso con los demás miembros del Directorio, y áun con los do la Delegación residentes en la Capital. Pero nosotros, como autono mistas retraídos en virtud de in sistentes agravios, creemos que el Presidente del Directorio no debió concurrir con se.me jante ca " rácter á todos aquéllos actos. Y no es por que opinemos que un republicano, por serlo, no puede concurrir á presencia de los representantes de la monar quía. Verdad es que no recor damos" ejemplo do que éstos hayan dado audiencia á Pí y Margall, Salmerón y demás ilus- j tres jefes do las diversas fraccio nes del republicanismo peninsu lar ; y no mencionamos á Castelar por quo éste ya apénas se lla ma río ; ni tampoco es de presu mirse que aquellos solicitaran se me jauto honor. Pero no creemos que ni Pí y Margall, ni Salmerón ni hombre alguno do la talla , política de aquéllos, cometiese descortesía do negarse á concurrir á un lla mamiento del Jefo del Estado. Entendemos, sin embargo, que eso llamamiento debería ser ter minante para quo la concurren cia equivaliese al cumplimiento una orden, y quo, una vez en Pa- -lacio, hablarían allí con lanoblo franqueza que el caso requiriese. Poro fuera do ese caso extricto no es do suponerse que aquellos republicanos concurrirían á re cepciones palatinas ni á banque tes regios ni á fiestas organizadas en honor obsequio do individuos ilo la Regia familia. Entendemos pucj que el Jefo del Partido Autonomista pudo y debió concurrir á una audiencia particular, obedeciendo órdenes de los quo traían aquí la representa ción del Jefe del Estado, de la propia manera que puede y debe concurrir al llamamiento del Ex celentísimo Sr. Gobernador Gral. Pero que ni pudo ni debió con currir á banquetes ni á otros ac tos de puro obsequio á los Infan tes, primero y auto todo porque el retraimiento del partido auto nomista nos aconseja esquivar la concurrencia á todo acto oficial que no sea rigurosamente obli gatorio ; y segundo porque cier tamente los republicanos, en ver dad, no lo somos para formar número entre los que, toman par te activa en las fiestas de la Mo narquía. Y al decir esto ni atacamos ni ponemos en duda la honorabili dad de don Julián Blanco, repu blicano, autonomista y jefe de nuestro partido en Puerto-Rico. Sin duda el Presidente del Di rectorio y de la Delegación habrá obrado con rectitud de miras y con noble intención de acertar. Quizás tenga además motivos que nosotros desconocemos, y quizás haya procedido haciendo ó creyendo hacer con ello un gran servicio al partido autonomista puertorriqueño. Puede que en ello tenga razón, aunque nosotros no lo creamos así ; y en verdad parece difícil que un hombre co mo Blanco haya procedido de li gero y sin razones potísimas que abonen su conducta. Pero mientras no conozcamos do algún modo esas razones, nos otros, republicanos de buena f ó, , no acertamos á comprender en virtud de qué orden de ideas ha llevado don Julián Blanco á un banquete reio la representación del partido autonomista puerto rriqueño. Sin duda él dará al país expli caciones, que su proceder justifi quen y nosotros las aguardamos con ansiedad. . Mientras tanto, queremos de jar bien deslindado que nosotros ni como republicanos ni como autonomistas estamos de acuerdo con quo el jefe de la colectividad á que estamos afiliados haya au mentado el número entre los cor tesanos de la Monarquía. Y creemos quo el partido au tonomista retraído en los comi cios ; y habiendo resuelto dejar á los adversarios toda la respon sabilidad así en el Municipio co mo en los demás órdenes do la pública administración, debo lle var eso retraimiento á cuantos actos oficiales no impliquen una obligación ineludible de concurrir. Es muy cierto que los que ama mos el honor del país, los que te nemos sincero empeño en que bajo la bandera da. España haya aquí un cumplido respeto' á todos los derechos del ciudadano : los que queremos ver á Puerto-Rico disfrutando de todas las ventajas que corresponden á un pueblo culto, los que así pensamos y he mos robustecido nuestra volun tad queriendo que nuestro pue blo sea un pueblo en que todos los hombres llevemos con orgu llo el nombre de españoles y el nombre de puertorriqueños; es innegable, repetimos, que los que tales ideas abrigamos no obtene mos del poder sino la desatención más absoluta y el desdén más irritante. Testigo el recurso en tablado por el mismo don Julián Blanco, contra diversos acuerdos ilegales adoptados por. la Dipu tación Provincial. - Y en tal situación nada cuadra más á nuestra hidalguía como es pañoles v 4 nuestro amor pro pio como puertorriqueños que .combatir el desdén con el desdén, sea cual fuere el resultado do nuestra conducta. Por ese concepto que tenemos de lo que corresponde á la digni dad de los puertorriqueños com batimos la concurrencia de don Julián Blanco, á las fiestas Rea les salvo siempre el oir con se renidad y con el anhelo de verle justificado, lo que aauel distin guido hombre público exponga cu üuuuo cíe su concurrencia a los actos más culminantes de di chos festejos. Lejos de nosotros el hallarnos prevenidos contra la persona cu yos actos juzgamos : todo lo con trario : sus antecedentes como político nos inclinan á suponer que motivos poderosos, que noso tros en nuestra muy mediana compresión no alcanzamos á Aper cibir, habrán sido causa deter minante de lo que juzgamos un error. Hable, pues, el Presiden te del Directorio ; que nosotros y el país entero leeremos con to da atención sus explicaciones. Y mientras tanto, lo repetimos, ni como republicanos ni como autonomistas hubiésemos concu rrido á ninguno de los festejos celebrados en honor de los Infan tes; á los que particularmente no negaríamos, sin embargo, la consi- aeración que como personas dig nas y educadas indudablemente merecen. ' f imp. La DmíOCKACIa Pccee.