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La democracia. (Ponce, P.R.) 1890-1948, July 26, 1901, Image 5

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LA DEMOCRACIA
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i mu; jif.t- sen i ''" 'I'-- " mejoren
, y más i o u!aif df la ;iiu1nl le
, i , i Vork . v e tü moMsulo con Uxloi los
i .' (iil.m m.i'le' t.C;5.
,.-hi,!.i m tulU i,"w Fledcl;i i-ono
id :!, 1 e ' v ion 5 i otos minutos de
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: t ll f li v club. &
,uor comodidad dt; las familias
etf nlci in.ien
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if. i:i ti-ice-a nvrt.ioa v cai'e
. . . .(ufi ári n;iiii. ri
lt il 'Uf n'ITI i 111"' ...... v . . .- . - J
luti'.tsdc Kfstauiant jue haKan el I
.i'-!' l'i.-'fio. . . , . . I
I ( t'. ii;u :oti nrt rotr:iía y Miio leivhio,
. , i He en l inle.
II if):t:iciiii mi comida, derde " x en
1 1 . v ascensor y también luz electru a en
,., i i 1 1 casa.
I I r. Ricardo Tactor, representante
Vsiiiim : u !tl Hotel Pasaje, en la
i fdi.'i lia. v hov encaiKaido del leparta
iMt M i'sfa no-Americano de este hotel,
.. , u il i laminen de recibir A sus amigos
i .w tmielUs a la llegada de ios vapores,
, I il .-siacho de mis equipajes y de todo
..n,,t fu se necesai io par-j i omodidad 5
nisino.s.
j. i:. ( lltTf ir.'D. rropletarlo.
L. O L.O
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Ferretería y quincalla de José Cltvillés
Casa f ociada en 1857. Imp-nación directa
A reribo, Plaia Principal
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Casas en May ag Hez y San Juan.)
3!uiiguers y comisionista!
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de las siguientes compañías de vapore?
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Habana.
tiaUeeton f ti'cst Indios s. s. Co.
Galvestou.
De las siguientes Compañías de Ase
guros eontra incendio.
LA BALOISE,
HAMBURG BKEMENSE.
AACHEN fc MUNICH.
A LOS ALUMNOS DE LA ESCUELA NORMAL
Me permitirán Vds. que en tono de conse
jo, les dirija algunas palabras, con el fin de
que el trabajo que ahora emprenden y su es
tancia en esta ciudad puedan ser del mayor
provecho, no solo á Vds. mismos sino tambiéo
ala gran causa déla instrucción en Puerto
Rico, con la que tan íntimamente ligada se
halla nuestra escuela.
El agradecimiento que les debo por haber
acudido á mi llamamiento el número tan con
siderable así como también el interé y la an
siedad que la llegada de Vds. produjo, nunca
tal vez pedrá ser bien comprendida. Al dis
poner lo necesario para abrirla escuela pen
samos que acaso el número de concurrentes no
pasaría de doscientos. Cuan grande, pues,
no sería nuestra sorpresa al ver que mas de
ochocientos acudían á ella, abundando entre
aquellos los maestros que estuvieron sirviendo
las escuelas publicas de esta isla durante el
afío pasado 1 Ese entusiasmo en acudir á la
escuela de verano habla muy en favor del pue
blo de Puerto Itfco. Hace muchos dias adqui
rí la convicción de que una de las necesidades
más Imperiosas que siente la I-da es la de un
cuerpo de profesores bien instruidos en los
mo eraos métodos, y á estos fines obedeca eta
escuela. Nr sotros queremos allanar á Vds. el
camino p- ra que puedan servir á su pueblo
con 1 mi yor provecho posible.
Siendo mucho mayor de lo que habíamos
p?nsaJ el número d- alumnos que acudió á la
escuela i os vimos obligados á modificar de
pronto nuestros p'ane. Ya po iréis calcular
por esto las dificultades por que habremos
chocado para dar cabida en ella á tan consi
derable é Inesperado número de estudiantes.
Muy presente deben tener Vds. todo esto para
que no se dejen dominar por la impaciencia,
ni desanimar por la poquefli confusión ocurrí
da eu los primerea días. Recuerden que solo
por el esfuerzo diario, constante y continuado
i llega á conseguir el fin que sa dosea.
Tengo la seguridad de que esta escuela ha
de per de grandísimo provecho, siendo mi ma
ye r deseo que en ella encuentren Vds. todo
cuanto se puede exigir en un estab'ecimiento
do esta clase, Cn este objeto deseo la coope
ración y leal apoyo de todos Vds., así como
qn presteu toda la atención necesaria á las
i dicaclones que ahora les hago por creer que
eMas pueden conducirnos á una completa in
teligencia en el trabajo que estamos haciendo.
Tengan presente que los maestros de la escue
la no pueden hacerlo todo por Vds. ; que
también Vds. tienen que trabajar por vas.
mismos. Cualquiera cosa que el maestro les
exija deberán hacerla con la misma prontitud
y diligencia que Vds. esperan de sus discípulos
cuando estéis al frente de sus escuelas.
Desde el principio deberán fijarse en lo
que han de hacer, con objeto de no interrum
pir más tarde la atención de los demás. Ha
gan exactamente lo que el maestro que tiene
á su cargo la clase les indique. En cualquie
ra dificultad que se les presente deberéis acu
dir ai profesor Todd en las horas de oficina,
pudiendo estar seguros de que él les tratará
con la ncisma amabilidad y les asistirá del mis
mo modo que yo lo he hecho siempre desde
que llegué á esta isla y me identifiqué con el
ttabajo que estáis haciendo. No perdáis tara
poco de vista el que cuanto con más fidelidad
y mayor cuidado estudiéis las lecciones que os
señalan, tanto mejores han de ser los resulta
dos que obtengáis en vuestro trabajo.
Algunos de Vds. se encuentran hoy en
una ciudad extraña; algunos quizás no están
acostumbrados á vivir lejos de sus familias;
muchos seguramente han hecho grandes sa
crificios para venir, por lo que les estoy com
pletamente agradecidos. Permitidme pues,
algunas palabras que os puedan dirigir de tal
manera que vuestra estancia en esta ciudad
sea un ejemplo vivo de lo que debe ser la vida
de un maestro.
Ante todo cuidtn mucho de su salud. Du
rante las primeras horas de la noche hagan
un poco de ejercicio paseando al aire libre;
pero no pierdan su tiempo deteniéndose en las
calles é inmiscuyéndose en discusiones inne
cesarlas. Retírense después á sus habitacio
nes con el fin de preparar las lecciones seña
ladas para el dia siguiente. De este modo ha
rán Vds. que el pueblo de Puerto Rico sepa
2ue los alumnos de esta escuela son maestros
aspirantes á maestros y que están aquí con
objeto definido, cual es el de estudiar, y así
cuanto digan y cuanto hagan habrá de influir
en la estimación que les dispense la gente ilus
trada de la ciudad. Comportándose de este
modo, todos, sin excepción, hablarán de Vds.
cómo de jóvenes modelos. Para mí este ss un
asunto de grandísima importancia.
Yo creo que á los maestros de Puerto Ri
ca se le presenta ahora la ocas'ón de d- mos
trar que merecen asistencia, simpatía y coo
peración en su trabajo.
Observen en la c'ase el mismo crden y la
misma exactitud que Vds. esperan de sus alum
nos en su escuela. Presten completa atención
1 trabajo que se les encomiende y de ningún
modo les pongan reparos. A ese trabajo deben
aplicar toda su voluntan é inteligencia, y así
todos los resultados responderán mejor á la
pregunta que naturalmente se haga de si está
bien hecho.
Cuando alguno de la clase responda al
maestro, fíjense les demás en lo que dice; pero
no se burlen ni critiquen la equivocaciones
en que aquel pueda incurrir. Todos nos equi
vocamos; esta es una verdad incontrastable.
Nosotros estamos aquí para corregir esas equl
vocaciones y queremos que de la manera más
cortés y con la mayor consideración se llame
hácia ellas la atención de aquellos que acaso
no han tenido la oportunidad de aprender á
haeer las cosas del mismo modo que nosotros
las hacemos. Que el espíritu de caridad, de
fraternidad y de .respeto caracterice este im
portante trabajo.
Finalmente, queremos presentar á Vds. el
Densaixiiento que con más cariño hemos venido
acariciando. Deseamos abrir el próximo Oc
tubre, en Rio Piedras, la Escuela JNormal de
Puerto Rico. Esta Escuela de verano es el
embrión de la Normal. Empecemos por ele
var los conocimientos á tal grado que sea fácil
el dirigir la escuela cuando quede organizada
v el llevar á cabo los planes que tenemos, de
modo aue resulte lo que esperamos. El senti
miento favorable á ella deben crearlo ustedes
mismos. J'
Ayudadnos, pues, en nuestra empresa de
crear en esta isla una Institución superior de
enseñanza para los maestros, que sea el orgu
llo de nuestros conciudadanos. Tan pronto
la organización de esta escuela sea perfecta
tendremos los medios para auxiliarlas en su
trabaja. Hablo á Vd9. de estos asuntos con
la esperanza y la firme creencia de que me
avudarán á establecer en Puerto Rico un sis
tema de enseñanza que será uno de los facto
res más imüortante para nuestro progreso, ya
que de este modo tendremos anualmente jó
venes Instruidos en todos los órdenes de nues
tra vida social, doméstica, industrial y pú-v
bllca.
En la convicción de que este es nuestro
común deseo, quedo de Vds. con el mayor res
peto.
M, Q. Brumbaugh.
Comisionado de Instrucción.
AHKÜUROS MARITIMOS
Norte Germánica.
Ueprc en tantea
del Hoard of Underwritera of New York.
f1. LEE JUZGANDO A GOMEZ
Kn una entrevista celebrada con el gen5
ral Lee, ha dicho io siguiente:
Si no hubiera sido por la indomable per-
VBGABAJA
Señor :
En uno de esos momentos de lljereza en el
hombre, y por un disgusto personal, cometí
la debilidad de inscribirme en el registro
del partido incondicional; pero al conside
rar que ningún buen puertorriqueño debe ni
puede ser correligionario de la turh$, rn& se
paro de dicho partido, y vuelvo, como soldado
de fila, al lado de mis correligionario?, los fe
derales. Soy federal, como lo fui toda mi vida.
Quedo de usted, muy atentamente,
Julio 23 de 1.901.
Rafael Landrón,
La Situación económica emneora en Jtnnp.l
pueblo más cada dia.
.No se vé movimiento comercial ñor ningu
na parte que se tienda la vista.
El grito unánime del comerciante que no
saca con el producido de la venta, á recompen
sar los gastos de su casa, es el lamento aue se
oye por doquiera.
Apenas se vé á algún artesano de cuales-
quier oficio que esté trabajando; todos por re
gia general se encuentran cruzados de brazos,
paraaos en las calles, sin saberse que hacer
para llevar el diario sustento á sus respectivas
familias, que muchas se acuestan sin desayu
narse pensando en que el dii siguiente lea pa
sará acaso lo mismo.
T.aa noticias referente á la carretera de Ma
natí á Cíales, que se publicó en La De
mocracia, no na muenos aias, nan resuitaao
inexactas; pues los peones que trabajan en di
cha carretera solo ganan 35 centavos de jornal
y once horas de trabajo en lugar de ocho que
se uijo aqueiia vez; ai extremo que uiceu tus
mismos traoajaaores que se revientan como
animales trabaíando ñor esa insignificancia
que no les dá para una mala comida; menos
mal para ios peones que viven cerca de estes
trabajos, pero no para los que viven lejos, co-
mo en aianau, que tienen que maaru
srar con dos horas de noche á fin de llegar á
tiempo cerca de Cíales, para empuñar la pa
la ó el pico cansados ya. los infelices con la
gian caminata que han tenido que hacer.
A rifa fnmn 1 j. lomhra dftl tn.h&co. este
año no ha dado buenos resultados & los agri
(nlt.nrm aoo un ln afína anteriores, muchos de
ellos se han quedado á la luna de Valencia,
porque entrojaron el iíoíco ai que se 10
debían, que le había facilitado dinero para la
siembra del mismo, y resultaron deudores,
perdiendo todo el fruto de su arnua laDor.
Vfflnrln atn mártires del trábalo la DOCa
protección que se le dispensa á eta rica ht'ja,
en las presentes circunstancias so uuucau
sembrar cañi en los mismos terrenos que an-
... . . i m i.. rH l
tes utnizaoan para aquei iruto. íuuus iau
locos de cottento porque la caña dá magnífica
utilidad.
Torrnnm do ftr.'nil como los del barrio del
Coto de aquella jurisdicción, que no producían
más que guinea y algunos frutos menore?, hoy
dicen que ondea en ellos la preciosa gramínea
que es en el día en este país la riqueza más sa
neada y menos aoatiaa por ios creemus niuu
tos que sobre todos los demás pesan como losa
de p orna.
El lunes próximo pasado á las 12 de la no-
nVia nnntrasreron matrimonio canónico ios
anreciables lóvenes don Juan santana con
la señorita Mercedes Guardara. Apadrinaron
el acto los esposos Guardlola, padres de la des
siStencla del general Máximo Ctómez, los cu
banos no hubieran podido sostenerse hasta ob
tener la ayuda de los Estados Unidos. Pug
por tanto, la perseverancia en una esperanza
perdida la que hace sobresalir á Gómez, y ha
berle dado el triunfo á la independencia de
Cuba,
nosada.
t i j í
Eterna luna ue miei usseamus a lu
pareja.
feliz
Tíi 'Hrtinlnirn regresó á Manatí después
a .r TnRss de ausencia, el lóven industrial
to-nftMn Rarros. Hace varios días se nauaoa
en San Juan curándose una crul enfermedad
nna lia ñ pro.
Él doctor Figueroa, de San Juan, vló al
muchacho y se comprometió a curarle oejan
ínio onmnlfitameuta sano, siendode cuenta del
doctor todos los gastos que se originaran eu ia
curación. El éxito mas lisonjero ha coronado
los humanitarios y caritativos esfuerzos del
sabio galeno.
Loor al inteligente médico que salvó de los
bordes del sepulcro á un hombre honrado 6 industrioso.
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EL CRIMEN DE LÁ CONDESA
ÜffiLÍÓ'MÓÁ bfc cLÁ f&MÓe&A5ÍAs
í 53
por una especie de angustia, de pu
dor, se echó á llorar.
Lydia le levantó la cabeza devo
rándola con ojos Inquietos.
Tú lloras? Por qué este do
lor? Te he ofendido acaso?
No oh! no
Entonces habla; este es el mo
mente de decírmelo todo .... lo de
seo lo quiero.
Edltta arrojó loa brazos al cuello
de la condesa y besándola febril
mente. r-SÍ, oií lo diré todo pero vos
no me reprenderéis verdad?
Lydia se sentía curier un frío in
tento al contacto de labios de la
muchacha que se puso pálida como
una estatua.
Por qué he de reprenderte?
Tú no puedes tener un secreto in
digno de tu alma vlrgeD. Sí, tú
Edítta lanzó un grito, que reso
nó en el corazón de Lydia yledló
frío sutil en las venas.
He acertado? Tú amas. pues,
bo es verdad? Amas al marqués
Edmundo de Praga.
Edltta continuaba abrazando a
la condesa con delirio.
-Kp sé si la amo.-murmuró,
pero es la única imagen de hom
bre que está fija en mi pensamien
to j lo conocía antes de haberío vis
to, ya que vos ralsma me Invita
bais á amailp, en todas vuestras
cartas me hablabais de él.
Lydia experimentó en.su cora
ión un espantoso sobresalto sus
Ideas se confundían. Su rostro ha
bía adqcirido una expresión casi
espantosa, sus pupilas tremenda
mente dilatadas ae fijaron en la ñi
fla abandonada en sus brazos.
Sin responder prorrumpió en ri
sa sonora, Dervlosa.
Eiltta levantó la cabeza atónita
V asutda: ,
Río, sabes.. . . yo río.-balbu
ceó la condesa con entrecortado
Ucento, para hacerte conocer
jue tú eres Yerdaderaaeote
uua niña tenías tanto temor
en confiarme Abl ah! esto
es muy extraño tú le amas,
repítelo tú le ama de amor.. . .
y besó los cabellos de la mucha
cha, la abrazó, la estrechó contra
su pecho.
Vos no me reprenderéis? - su
surró Editta.
Reprenderte Ahí ah!
reprenderte pero tu revela
ción quenoesperaba.no....
no esperaba me llena de ale
aría Ah! jah! yo cru'a que
tú pensabas en el jóven vizconde
de Praga y en cambio Ah!
ahí ah!
Aquella risa, aquel acento, ha
cían daño á la pobre Edltta.
Sin Eaber porqué, sentía cierta
pena; no le parecía natural aquella
isa entrecortada; la expresión del
semblante de Lydia le producía
cierto disgusto en el alma.
La 'ondesa observó aquella impre
sión y quiso hacerla desvanecer de
modo súbito.
Evitó inmediatamente aquella
risa que le hacía rechinar los dieu
tes y compuso el restro con una
expresión dulce, cariñosa.
Perdona, ángel mío si no he
podido contenerme y estáte segura
que tu confidencia ha sido hecha á
de. Estáte tran -
quila y flate de mí: volveremos á
hablar. Ahora te enviaré la cama
rera para que te ayude á cambiar
de vestido; te espero más tarde en
mi saloccillo. "
Con la mano fría como la de un
cadWer, Lydia levantó los cabelles
da la frente de la muchacha, la be
só V salió de la estancia.
Las rodülas se le doblaren; un
sordo rumor le ensordecían los oí
do; sa palidez había desaparecido
bajo una llama de púrpura; sus ojea
centelleaban extrañamente.
Avló aGlmtta que se encargara
de la niña y se cerró en su habita
ClAÍlí se dejó caer causada en woa
El semblante suave de la buér.
faoa se coloreo de repeote. un tem
blor recorrió su cuerpo til.
Sí ella me tnbíi c nflo
sus amores, - al mgenuamer
pero no por el hemhre con quien
ha huido. Adriana me ha e ngañado.
r Conoces tú al hombre que la
raptó?
Editta dudé un instante antes
de responder.
Cun la cabeza replegada de nue
vo en el pecho de la condesa, pa
recía no haber oído.
Responde estamos solas ...
y yo no te reprenderé.
Le pasaba la mano por el rostro
acariciándola dulcemente.
Editta alzó la vista mirando á la
condesa con expresión tímida, con
fusa, graciosa.
El corazón le latía muy frecuen
temente. Sí, lo he visto una vez una
vez sola, - dijo con voz sumisa,
y me ha dado miedo.
De qué modo? Dime todo, to
do.
Adriana me había confiado que
amaba ai vizconde de Praga y yo
la creí.
Lydia sonrió con una espe- le de
amargura.
Pero de algún tiempo á esta
nart.f se había vuelto triste v huía
de mi compañía. Y eso que había
mos jurado de la capilla de la Vir
gen. que nos confiaríamos siempre
nuestras alegrías y nuestros dolo
rea Edltta calló un minute : su sem
blante expresaba una sincera emo
ción. Continúa., dijo la condesa.
Comprendí que Adriana t?flía
Ofl secreto para mí y lloré. Ella
siempre tan buena, tan afectuosa,
gstabi áspera, litigiosa, no quería
que la acompañase al bosque; me
había prohibido por la noche velar
con ella.
Pobre Editta!
Adriana tenía en el colegio mu-
ch más libertad que las desiás y
la- personas de servicio estaban
si tnpre á sus órdenes, porque el
duque, su padre, asi lo había orde-
nsiilo. Pero una mañana que mu
h ibía despertado antos del tiempo
vi el lecho de Adriana vacío. Tuve
casi miedo y encontré la cosa extra
ña. Adriana e rubia levantado
con el alba? Quería despertar á la
maestra para avisarla, pero creí
prudente callar y en cambio me
vestí de prisa aprovechando la oca
siCn que todas dormían aúa. Al
Injar encontré una de las criadas
encargadas de la compra. La pre
gunté si Ihabía visto á Adriana. Se
puso roja, roja, y terminó por de
cirme que había ido al jardín ....
La pobre Elitta se detuvo da
nuevo, temía proseguir.
y después? - preguntó la con
desa llena de curiosidad.
Creí que había Ido á rece ger
flores para el a: lar de la Virgen,
como solía hacsr de algún atrás;
pero anduve todo el jardín sin en
contrarla. Sin embargo, en el lí
mite del bt sque me pareció oir la
voz de Adriana, á la cual respon
día la voz de un hombre. Me con
solé, porqué me dije que mi amiga
debía de hablar con el jardinero. .
v me adelantó. En efecto
-Qué?
Ví á Adriana apoyada la es
palda en un árbol y delante de ella
á un señor vestido de negro, un
desconocido, tenía las manos jun
tas y enguantadas y parecía supli
car. Lancé un grito. El hombre le
vantó la vista, me miró y su mira
da ardiente se fijó en mí con tal
expresión que me heló la sangre eü
las venas y creía morir de miedo.
Adriana también se volvió. Su
restro estaba alterado, los r-jc-s en
rojecidos como si hubiese llorado,
los labios blancc s, convulsos. Vino
i mi eocuent con furia, mientras
el señor desparecía por entre lot
arboles.
r
fj
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H
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