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Año. XXXI. ESTE PERIODICO... < TELEGRAMAS, Los periódicos de Cuba recibidos ayer por el vapor Barcelona, publican el telegrama siguiente: Habana 7 de Enero de 1871. • Se ha formado el ministerio espa-" dbl. Serrano presidente del Consejo de Ministros.' Hartos Ministró de Estado. Ulloa ~ Gracia y Justicia. Beranger ~ . Marina. Sagasta ~ Gobernación. Zorrilla „ Fomento. Ay ala ~ Ultramar Ayer empezaron los alemanes el bombardeo de los fuertes del Sur de París.—Los franceses lian sido batb dos cerca del Havre. Nueva York. —Oro lOf. —Azúcar núm. 12, 10J. —Mascabado de 9 J á 9J. —Cambios sobre Lóndres 109 j. Lóndres. —Azúcar núm. 12 ú lióte 29x0. • Nuestro apreciable colega de la Habana, el Diario de la Marina, al comentar el telegrama que anunció el nombramiento del Siv Ayala para ministro de Uitramar, dice lo siguien te: “Ha entrado en el ministerio el Sr. López de Ayala, tomando la cartera de Ultramar. Ya la tuvo a sil cargo en los primeros meses que siguieron á la revolución de setiembre, y las An tillas españolas deben no poco á su prudencia. Prudente y previsor será hoy, como lo fue entonces, y todo in dica que tendremos motivos para fe licitarnos de que se encuentre de nue vo en el poder. EISr. Ayala compren dió desde el primer momento el ca rácter de la insurrección en esta isla, y no lia dejado un solo instante de propender á dominarla y concluirla por los medios que debe usar siempre un gobierno. También sabe que debe procederse con mucho pulso para re solver ciertas cuestiones, y no auto rizará nada que pueda traernos com promiso; pues está convencido de que trabajando en pro de Cuba española, trabajará en beneficio de toda la na ción.” sstamsa&BKssrhsmi El Juóves á las diez de la noche entró en esta ciudad el Excmo. Sr. Gobernador y Capitán General des pués de haber visitado algunos pue blos de la isla, en todos los cuales re cibió S. E. pruebas de afecto. SIGUEN LAS INTRIGAS. LaVoz.de Cuba que recibimos ayer por el vapor Barcelona, pública el siguiente artículo que arroja mucha luz sobre las intrigas de los laboran tes, que por lo visto no descanzan, queriendo lograr por medio de com binaciones sospechosas, lo que no han conseguido cgn las armas que 4 FOLLETIN. * La conquista de un marido. Por Mad. Bawr. (Continuación.) 111. Al día siguiente, Leopoldo se mostró con su esposa mas cariñoso que nunca y con sus obsequios logró ocultar la impa ciencia que le atormentaba,- impaciencia producida sin duda por los acontecimien tos del dia anterior. Después de hablar de ' diferentes cosas, el coñdo hizo versar la conversación sobre los placeres que ofrece la vida del gran mundo, por la cual se declaró entusiasta 'partidario, y habiendo manifestado á su es posa que tendría el mayor gusto en verla abandonar la vida en que hasta entonces había vejetado, Luisa le contestó. —Por daros gusto, estoy dispuesta á hacer todo cuanto deseeis, pero pensad que ese mundo me es de todo punto.desco „nocido, nunca Jie frecuentado los salones, y temo defraudar vuestras esperanzas.... —Esos son detalles que no merecen ci tarse; yn vereis Luisa, que pronto, al lado de nuestra tia ; la condesa de Moatbar ; ad- ( se publica los. domingos, miércoles y viérnes y cuando las circunstancias lo exijen se ¿an alcances ó suplementos. ) < PRECIOS DS />23ÜHCIOS. Easta ceás'línéas de impresión.4 rs. frs. y en pasando á cinco cts. la linea. Les sus- > ( critores pagarán cuatro ets. Los anuncios por meses ó años se publicarán á precios convencionales. _ ) puso en manos de los rebeldes la mas Regva dehislraiciones. “Llamamos la atención de nuestros lectores acerca del citado artículo. Los laborantes no se dan por ven cidos: por mas que vean próximo el fin que espera á los restos de sus si-* carios y á la sangrienta farsa que por mucho tiempo lian estado represen tando, no desmaya la fó que tienen en sus sutiles y astutas maquinaciones, y aun pudiéramos decir que esa fé y el empeño con que de ella se valen se duplican ahora que tienen que renunciar á toda otra esperanza, La Voz de Cuba tiene en Nueva-York un centinela fiel, perspicaz y vigi lante, y en prueba de que es asi, léase su discreta y bien pensada cor respondencia que va á continuación de estos renglones. Véase como en ella repite á su tiempo la voz de ¡Alerta! lanzada desde el primer mo mento de peligro por este periódico. ¡Alerta! pues en toda la línea; y para que el aviso no se reduzca á pro ducir vaga alarma sin determinado y preciso objeto, conviene fijarse bien en las circunstancias, aprove char los indicios, y poner también á tributo oportunos recuerdos de antecedentes harto conocidos. Lo que está pasfindo y puede ob servarse en Nueva-York, nuestro cor responsal lo presenta y califica con tino y sagacidad. El terminante de ber en que se halla el gobierno de Ma drid, y particularmente el Sr. Moret, de negar con solemne declaración to da inteligencia con el famoso Azeá rate, cosa es que nadie puede poner en duda, y que cada día es mas ur gente para dejar á salvo su decoro, y no comprometer los altísimos inte reses que le están confiados. Lo que valen esas protesta de intransigen cia con que nos quieren aturdir los papeles que allá se publican, hacien do ascos y poniendo reparos á la conciliación yá la celebérrima auto nomía, todo lo sabemos también, y no debemos olvidarlo. La ninguna fé (pie merecen las palabras de esos, hombres que hacen alarde merito rio de perjuros y traidores, no va mos á inferirla do consideraciones teóricas ni de cálculos racionales: muchos y .repetidos hechos nos la dan probada con irrefagable eviden cia. No son tan antiguas las profesio * nes de fé con que engañaron al ge neral Dulce y á muchos mas (á noso tros nunca) en la memorable época del primer mando de aquel desdichado general; los vivas á España en que prorrumpían saludando al Sr. Arqne rino en cierto famoso banquete; el cómico enojo que se apoderó una vez de “El siglo” por haber quien pusie se en duda sil españolismo, enojo que Ib condujo al extremo de demandar de calumnia al culpable de tamaño atrevimiento; la mansa hipocresía con que Morales Lémus, Bramosio y demás de su cuadrilla trataban de ocultar su traición cuando fueron á Madrid con el caráter de comisiona dos: y por último, la repugnante é incalificable falsía con que D. José quirís todos esos perfiles del gran mundo. —¡Nuestra tia! exclamó la joven con sorpresa. —Sí, la condesa tendrá mucho gustó en acompañaros. Pues que, ¿no¿remos juntos? ¿nosereis vos mi mentor? —Ciertamente que sí, repuso Leopoldo después de vacilar algunos instantes. Pronunciadas estas palabras, lleno de agitación, dió algunas vueltas por la estan cia. que atónita contemplaba aquel repentino cambio, palideció, y cediendo al profundo amor que le inspiraba; no pudo menos de preguntarle: —¿Qué os pasa,. Leopoldo? Por ¡¿Dios, sed franco; ¿no os inspira bastante confian za la que os ama de todo corazón? Una 'lucha terrible despedazaba en a quellos instantes el alma del joven que en tonces, mas que nunca, acariciaba en su mente la imagen de la condesa, de quien seguia prendado. Entre el amor y el deber optó por el primero, y sentándose viva mente conmovido al lado de su esposa, y tomándole la mano trémula, con triste a cento le dijo: —Siempre, Luisa; os he considerado co mo Rii mejor cielo es testigo co mo en este ipomento necesito de vuestra amistad para ser dichoso, y sin embargo, preciso es que de una vez sepáis qne, co mo esposo, no me creo capaz de labrar vuestra felicidad, y* mucho menos la mia, Yo necesito gozar de una libertad sin li PERIODICO UNIVERSAL YDE INTERESES MATERIALES. M. Mestre y el ya citado Morales Lé mus repitieron cien veces delante del general Lérsúñdi y del numeroso concurso que llenaba los salonesjdel Palacio, que eran españoles y que a título de españoles pedían tales y cuales cosas en nombre de esta pro vincia española , á tiempo que esta ban de acuerdo con Céspedes para dar el grito de independenccia ó dis poniendo su viaje para Nueva-York. Esos son los antecedentes que pueden y deben servirnos para aquilatar el valor de las palabras y protestas de tales gentes. Un escrito suyo tene mos á la vista en que recuerdan esos mismos hechos y dichos, jactándose como de cosa que les honrara de su patriótica mala fé. Por eso no mal gastaremos ni un momento en dis cutir ni estimar la importancia de sus melindres y negativas. Harto cándido seria quien cayese en tan grosero lazo tras de experiencia tan repetida y tan costosa. De lo que liemos de cuidar es de prevenir el ánimo dócil de algunas personas que por carácter obedecen á la impresión del momento olvidándolo que no de be olvidarse. Lo que importa es fortificar á esos olvidadizos y en demasía bondado sos, no contra ese engaño de hoy, que es harto grosero para que no sea ridículo y totalmente inocente: el engaño que hemos de temer es el que vendrá después, el que se está tal vez urdiendo ahora mismo: el en gaño que se ofrecerá fingiendo que ceden á la evidencia, á la necesidad tal vez, y se aoompañe (te nuevas protestas de arrepentimiento y de españolismo; que serán tan falsas oomo las anteriores, y que si son oidas por desgracia nuestra, pro longarán indefinidamente los males (|ue afligen á esta provincia, que es precisamente lo que esos intrigantes se proponen: apelando á tal recurso por ver que los demás van á faltar les del todo. Perdón y olvido páralos hombres sencillos que fueron arrastrados á criminales excesos tal vez por el ca pitán del partido ó por el maestro de escuela, puestos allí en mal hora por el Gobierno: mas para los que pen saron, meditaron, prepararon y aeau diliaron la rebelión nefanda y sumie ron en la desgracia á esta provincia digna do mas nrevisores gobernantes ni olvido ni perdón son posibles. He aquí los mas notables párrafos de la correspondencia de Nueva-York á que se refiere La Voz de Cuba. Nueva Yorli , 22 de diciembre de IS7Ü. El Sun de ayer vuelve á hablar de la cuestión de Azcárate para insistir en el ca rácter autorizado de su misión, para con tinuar las noticias que teníamos de sus te nebrosas gestiones, y para añadir unos cuantos perfiles de no vedad al asunto, con ciertas aseveraciones que luego analizare mos. No porque lo dice el Sun, pues demasia do sabemos la vileza y corrupción que le inspiran sus artículos, sino porque lo lean muchos que no saben tal vez apreciar de bidamente el carácter (le este periótico, voy á tratar de nuevo esta cuestión, más mites, que empiezo por otorgaros, porque solo así podremos ser dichosos. Luisa escuchaba á Leopoldo sin poder darse cuenta de sus palabras. ¿Me amariais bastante, continuó el joven, para conser var á este precio un hermano, un amigo desinteresado, siempre dispuesto á ofrece ros su apoyo, y podríais ser feliz de esta manera? Contestadme, Luisa. —La más feliz de las mujeres, se apre suró á decir Luisa. Como si las palabras de su esposo hubie sen aliviado su mortal angustia. Leopoldo no pudo menos de mirar á Luisa con la mayor sorpresa, pero al verla serena y radiante de Alegría no insistió más sobre la cuestión que había iniciado: te miendo despertar en su sencillo corazón sentimientos que, sin duda, no podían te ner cabida en él. Así es que trató tan solo de fomentar la dicha de su esposa que con tanta razón habia temido destruir para siempre. La alegría que brillaba en sus ojos la tranquilidad que aparecía en su serena frente, la sonrisa que en sus labios se di bujaba, todo parecía demostrarle que el fraternal cariño que profesaba á su joven compañera, bastaría para colmar las aspi raciones de su corazón ingénuo. Al separarse de su lado para ir á casa de la confiesa de Porciani, Leopoldo estaba tranquilo, y estrechó su mano, no ya con remordimiento, sino como el alma gozosa por la dicha que le habia deparado Luisa al concederle la‘libertad que deseaba. Pero estaba en un error al suponer que Domingo 15 de Enero de 1871. PRECIOS DE SUSCRICIOH.. bien con desagrado y obedeciendo al de ber que tiene'un corresponsal de estar al tanto de todo lo que se dice, que con alar ma ó aprehensión por las indicaciones que en dicho artículo se hacen. Y eamos ahora lo que han hecho decir al Sun sus apuntadores laborantes. Después de explicar por la vigésima vez la misión que trajo D. Nicolás Azcárate, y la contradicción que este publicó poco después de su llegada, dice lo que sigue: “Pero lo cierto es, que él y un tal Jorro Rieron juntamente comisionados por el mi nistro de Ultramar para esta misión, y que al salir (le Inglaterra para esta ciudad cre yó preferible el Sr. Azcárate—tal vez con el objeto de hacer creer que no tenia ca rácter oficial—dejar la autorización escri bí en manos del Sr. Jorro y venir solo á Nueva York. En el caso de lograr seducir á los cubanos, debía darse aviso por telé grafo al Sr. Jorro, el cual hubiera venido inmediatamente trayendo consigo la auto rización. “Desde su llegada á esta, Azcárate lia hecho tres distintas proposiciones álos re presentantes cubanos en nombre de Espa na y con'pruevas enteramente satisfactorias de su autorización para dio. Ha ofrecido la amnistía, el desembargo y la autonomía-, con la sola condición de que los cubanos depongarf primero las armas “A pesar de haber sido rechazadas aquí todas sus proposiciones, no ha ido á Cuba el Sr, Azcárate para someterlas personal mente al Presidente Céspedes y al congre so cubano, sino que con una tenacidad dig na de mejor causa, permanece aquí, y con fondos librados por el erario español, indu ce á algunos débiles cubanos á participar de suntuosos banquetes en Delmónico. Su plan actual consiste al parecer en sembrar la discordia entre los cubanos, conlaespe rarza de poder al fin recabar de los cori feos la aceptación de sus proposiciones... “Con el mero hecho de hacer dichas o fertas, España reconoce que no puede so focar la insurrección por medio de la fuer za, y al rechazarlas los cubanos, prueban que confian en el buen éxito de su causa y en la expulsión final del despotismo es pañol de Cuba. No nos alarma la probabi lidad de que el Sr. Azcárate pueda hacer mucho daño á la causa de la independen cia; pero, una vez (pie se lia revelado el verdadero carácter de su misión, no debe extrañar ningún cubano que frecuente su compañía que se le sospeche de traidor.” El Sun califica á Azcárate ue “serpiente escondida en el césped;” y efectivamente, no podía habérsele dado un calificativo mas apropiado, sobre todo, desde que el césped es para nosotros contrabando do guerra. Desde que los laborantes y simpatizado res de Washington lian visto cerradas to das las puertas del Capitolio para su causa, con esa llave maestra que se llama mensa je del Presidente, han estado sumamente desocupados, no encontrando su prover bial fecundidad ninguna noticia con que asombrar á las gentes. Al fin la elección de monarca en España les ha suministrado te la, y nos han enviado recientemente una pieza que es de lo más abigarrado quedar se puede. Nos aseguran esos señores la borantes, con una fiema que daría envidia al Rey Gambrino, que un agente confiden cial del Rey Amadeo 1 de España se halla en Washington hace ya cerca de un mes para negociar un arreglo con los laborantes, basado en unas proposiciones tan cucas que, ni hechas por los mas intransigentes, de los patrioteros, hubieran podido ser mas de su gusto. Esta noticia no puede darse en sério; mas fácil fuera conservar la seriedad durante la lectura del Quijote ó del Pickwick de Charles Dickens. Es un desahogo, un mero pasatiempo de los la Luisa le liabia comprendido, pues la senci lla joven experimentaba por su esposo el sentimiento del mas profundo amor; y este amor tan puro, tan verdadero, no le permi tía dudar de que pudiese producirla otro cariño que el suyo la satisfacción que ex perimentaba. No liabia dado á las palabras de su es poso más interpretación que la natural; para ella le expresaban que amándola sin ceramente Leopoldo le era necesario su ca riño para completar su dicha; esto le bas taba. En cuanto ála libertad de que quería’ gozar, estaba muy lejos Luisa de negársela porque nopodiani remotamente sospechar que Leopoldo la engañase. * La conducta del joven conde de Ser nange vino á confirmar el feliz error en que vivía su esposa; pues aun cuando Leopol do pasaba la mayor parte del dia fuera de casa, á su vuelta, con sus espontáneas ca ricias, ■le hacía olvidarlas largas horas que había pasado sola. * Por otra parte, Luisa abrigaba la espe ranza de que pronto irían á pasar una tem porada, á tíernange, y entonces pensaba tenerle con más frecuencia á su lado. Pero dudó ver colmados sus deseos cu ando al insinuárselo á su esposo, este le con testó: " ‘ —Mucho temo no poder salir este vera no de París. Sin embargo,, si es vuestro gusto pasar algunos dias en el cafnpo, po déis desde luego dar las órdenes oportu -1: ñas, ( Por un año adelantado en la Canital v tmávins deis Trl \Un mes adelant" SZgß “lufntoródt!, 2* i { EL BOLETIN se en™ franco de porto & cualquier punto do la ida por conducto de sus $ borantes, que se aburren de su prolongada ociosidad. Así esj upie nadie hace caso de la noticia: se ríen de ella como se-reiiiiya de un chisto err linre función de ¡ninstrels , pero á los dos minutos ha desaparecido hasta el recuerdo de la chanza. Ai Boston Advertiscrh escriben desde Washington que “estas noticias carecen de fundamento y que son únicamente recursos especulati vos.” Es decir, que los buhoneros de la cau sa cubana tratan de vender á buen precio sus agujetas, y de ver si pueden dar algún valor á los bonos antes de abandonarlos al trapero. “El estado de la insurrección en Cuba, a ñafie el mismo corresponsal, no es en la actualidad muy lisonjero. Las tronáis españolas están en posesión de todas las ciudades y puertos, mientras ¡pie los insur rectos no ocupan mas que el interior.” Por desgracia, quedan aun en algunas ciudades, y muy especialmente en la Ma na, algunas malas semillas mezcladas en tre las buenas, y sobre este punto me pro pongo ahora, llamar la atención de La Voz de Cuba. Esos laborantes disfrazados de leales, lobos con piel de cordero, los tienen ustedes en su seno, espiando sus movi mientos, atiabando sus acciones, escuchan do sus palabras y finjiendo tal vez confor midad de ideas para excitarla verbesidad obteniendo esi noticias que comunican prontamente á sus en masadas de la emi gración. Que los hay en gran número en esa capital, me constarlas diversas corres pondencias que reciben aquí y en Madrid. los órganos laborantes, lo atestiguan, y se me ha dicho que recientemente han veni do de Matanzas dos emisarios para poner se de acuerdo con los ex-j tinteros, ó fin de promover un levantamiento en aquella jurisdicción.” ISLA DE CUBA. Del Diario déla Marina del G toma mos las siguientes noticias. BIENES EMBARGADOS. En la Gaceta del domingo 1? del corriente encontramos una resolución del Excelentísimo Sr. Gobernador Superior, dictando reglas para el pa go de los créditos que tienen muchos particulares contra los que fueron po seedores de bienes embargados. La regla primera previene que el Con sejo de Administración de los men cionados bienes re conozca y califique, en el precisó término de diez dias, to do crédito que se le presente, devol viendo el título ó títulos, cuando los considere dudosos, al interesado con su informe. Lo perentorio del despa cho evitará grandes perjuicios, y de jará á los tenedores de los créditos en aptitud de entablar las reclamaciones que consideren oportunas, en el caso que sean calificados como dudosos por el Consejo. La regla segunda concede á los créditos procedentes de refacción la prioridad que les corresponde de de recho, y preceptúa que todos los de más personales, reconocidos y legiti mados, se satisfagan por el orden de la fecha del reconocimiento, para evi tar postergaciones y preferencias. Or dena la regla tercera que los créditos hipotecarios ejecutoriados sean satis fechos con el importe en venta de la ó las especies hipotecadas, para lo cual se pasará el documento que jus- —En ese caso, no he dicho nada, Leo poldo, repuso la joven; si no venís conmigo me quedo en París. —¡Tanto mejor para mí! replicó el con de, así no me veré privado de vuestra gra ta compañía. Esta cariñosa frase bastó paratranqnili zalla. Así, pues, permaneció en París, sin que por esto introdujese ningún cambio en la vida retirada que hasta entonces había he cho. La única persona con quien hubiera podido tratarse, la condesa de Montbar, para quien era Luisa muy simpática, ha bía ido á pasar una temporada á su casa de campo y no volvería á París hasta con cluirse el otoño, época en que la esposa de Leopoldo debía entrar en el gran mundo. No permitiéndola la reciente muerte de su tío ir al teatro ni á ninguna otra d ver sión pública, reducía sus placeres á salir de vez en cuando á paseo con su esposo á quien no quería por ningen estilo exclavi zar. Luisa tenia demasiados recursos para pasar contenta las horas en que su esposo la abandonaba. La lectura de los mejores autores ocupaba sus ocios, alternando con el estudio delaspiezas de música que Leo poldo le traía casi diariamente. Así se deslizaba para ella feliz el tiem po, sin pensar otra cosa que en adivinar los gustos de su esposo para realizar los! r Con frecuencia iba á visitarla una anti Número 7. tinque el crédito al juzgado que haya entendido ó deba entender en ese a sunto,-sacándose las fincas ó especie, 4 remate ó adjudicándose con las for malidades que exije el derecho co mún. Esto es indudablemente todo lo que puede y dehe hacer el gobierno, para que su intervención no perjudi que en ningún caso á los acreedores que se encuentran en situación tan favorable . En la previsión de que las especies hipotecadas no alcancen á cubrir los créditos á qué están afectas y tenga el deudor otros bienes, se dispone por la regla cuarta que el resto del crédito entre, para ser pagado á su tiempo, en el orden de los personales, ocu pando el lugar que le corresponda; y, para el caso en que el valor de la co sa vendida supere el importe del cré dito, dispone la regla quinta que el remanente ingrese en cajas reales pa ra los ulteriores efectos, que deberán ser cubrir las demás responsabilida des del deudor, en el caso de que las tenga. Según la regla sexta, siempre que á juicio del Consejo las reclama ciones contra un embargado sean su periores al valor de sus bienes, o se presenten tros títulos ejecutivos, de berán pasarse todos los antecedentes al Gobierno Superior Político, para que este los remita al Tribunal que corresponda, á fin de que proceda á la formación de un concurso, en el cual representará al Consejo el Pro motor fiscal del juzgado ó el que se haya designado al efecto, Todas las reglas que liemos repro ducido casi íntegras están dictadas con el indudable deseo de que cesen lo ántes posible los graves perjuicios que están sufriendo los legítimos acreedores de los que fueron posee dores de bienes embargados, perjui cios cuya magnitud es muy difícil calcular, y que deben ser compensa dos hasta donde fuese posible. Al fijar bases para que se cumpla ese lauda lile deseo, para que se haga pronta j ustieia á los mencionados acreedo res, el Gobierno ha tenido que respe tar las leyes y que buscar las formas consagradas por la legislación vigen te. (obrando de otro modo hubiera po dido, sin quererlo, perjudicar á los mismos que pretendía favorecer y dar motivo á ulteriores reclamacio nes. Conformes estamos con. las reglas que contiene la resolución de 30 de diciembre último; pero es preciso que tanto por el Consejo como por ios tribunales competentes, se proce da á su aplicación con incansable ac tividad. Si se ha perdido mucho tiem po es necesario procurar ganarlo, es preciso marchar con toda la rapidez que la ley permita, y abrigamos la confianza de que sucederá así. Acree dores refaccionistas hay que han vis to comprometido su crédito por no haber podido realizar en tiempo opor tuno los muy considerables que te nían y tienen contratos que fueron poseedores de las propiedades embar gadas. Estos acreedores han tenido que hacer grandes, sacrificios pecu niarios para cubrir sus compromisos, gua ama de gobierno de sn familia, de la que so había separado algunos años ántes descasarse; yá quien profesaba unaverda ra amistad por las bellas prendas que la a - domaban. _ Mad. Beauvais, que asi se llamaba, ha bía tenido que alejarse del palacio da Sernange, donde todos la respetaban por sus virtudes, con motivo de haber' enfer mado su anciana madre, que vivía en Meu don. Una vez por semana iba Luisa á pasar con ella algunas horas, y como es natural, la conversación versaba siempre sotye Leo poldo, á quien Mad. de Beauvais aprecia ba mucho. - - v Habiendo sido testigo más de una vez da la,conducta del joven conde, no había du dado un solo instante de la felicidad que gozaban aquellos dos seres que habían cre cido bajo su tutela, pues aun cuando Lui sa le liabia indicado sencillamente que Leopoluo la abandonaba á menudo por fre cuentar los salones, lejos de causarle ex •trañeza, Mad. Beauvais lo consideraba na tural en mi joven que estaba relacionado con las principaTesJaníilias de la córte. Las apreciaciones de Mad. de Beauvais vinieron á corroborar la idea que Luisa tenia formada de su esposo, hasta tal punto que no concebía pudiese.existir mayor fe* licidad que la suya. (CoNTEíIíAEÍ.)