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Bolrt in liettíratil íic piil-iii Año. XXXI. ESTE PERIODICO... CORREO DE EUROPA. % El vapor España que salió de Cá diz el dia 31 de Diciembre, llegó el lunes 16. Aunque ya sabiamo’s por via de la Habana las noticias mas importan- son de interés los pormenores que publican los periódicos de Ma drid á cerca del horrible asesinato del General Prim que lia escandalizado á toda la nación y cuyas consecuen cias pueden ser funestas, si con ma no vigorosa no se pone dique al feroz desbordamiento de las pasiones po líticas que sabe Dios, donde nos con duce. CORRESPONDENCIA DEL “BOLETIN.” Madrid 28 de diciembre de 1870. Sr. Director: por una coincidencia par ticular he sabido que mis dos correspon dencias anteriores no habrán llegado á TJ. pues no fueron puestas en el correo por quien estaba encargado de ello. Siento es te contratiempo, pero suponiendo que su bien informado periódico habrá puesto al corriente á sus lectores de los acontecimien tos ocasionados en estas dos quincenas, sal taré por encima de aquellas para reseñar los correspondientes á la segunda mitad de Diciembre. Abrióse la quincena con la noticia de la muerte del eminente patricio D. Pascual Madoz, ocunida en Florencia. La avan zada edad del Sr. y sus achaques que últimamente habianse hecho ya te mibles, esplican las causas de su muerte, sin que por esto deje de ser una verdadera pérdida para España, la falta de tan con secuente político y honrado patricio. La infausta nueva coincidió con el re- . greso de parte de la comisión que fué á Florencia á llevar al duque de Aosta el ac to de votación por las Constituyentes verificado el 18 de Noviembre. Al lado del futuro rey quedaron varios diputados entre los que figuran los Sres. Ulloa y Balaguer como gefes de la comisión. Los obsequios de que ha sido objeto la comisión tauto en Genova, en Florencia, Turin y en cuantas poblaciones, han visi tado á su transito, demostrarán á U. lo po pular que en Italia ha sido el ofrecimien to hecho al principe Amadeo para regir los destinos de esta tan noble como des graciada España. Y nada de estraño tiene el entusiasmo y buena acojida que á la co misión española ha hecho el pueblo italia no, pues no es para menos la honra que á su dinastía reinante le hace la nación española ofreciendo á un principe de su casa, la gloriosa y preclara corona de Cas tilla. / No refiero á U. detalladamente los fes tejos que han tenido lugar en Florencia y demas poblaciones, porque además de que seria alargar mucho mi revista, los encon trará U. bien detallados en los periódicos de Madrid. Tan pronto como regresó el Sr. Ruiz Zor rilla con la comisión de Florencia se abrie ron las cortes, cuyas sesiones han sido bór raseos s como lo son siempre las últimas etapas de todas las asambleas constitu yentes. Principiaron las sesiones con los ataques violentos de los republicanos, que no per donan medios de crear dificultades al -go bierno para imposibilitar el afianzamiento de un orden de cosas en España, y que tanto en la Camara popular con sus dis cursos exaltados, como en la prensa con sus escritos indignos, tienen al pais en una continúa alaíma é intran quilidad. Entre los periódicos federales se distin gue El Combate dirijido por el diputado Paul y Angulo, que mas bien que un pe riódico, es un libelo insultante que mas daño hace á su partido qué beneficio. 5 FOLLETIN. La conquista de un marido, / Por Mád. Bawr. * (Continuación.) . '• v; , Cinco meses- hacia que Luisa era con desa de Semange, cuando una tarde, vol viendo de Meudon, la fatalidad quiso que cruzase al lado de su carruage una lujosa carretela,, en la que, á pesar de la veloci dad que llevaba, reconoció perfectamente á su esposo, que acompañaba á una ele gante jóven que á Luisa le pareció bella como un ángel. __ •" La émocion que en ella produjo tan in esperado encuentro seria imposible de ’ describir. Presa de mib encontrados senti • mientos, y con el corazón oprimido por la mas cruel incertidumbre, llegó á casa, donde le entregaron una carta en donde Leopoldo le .que rjo le espera se á comer, porque estaba convidado en k casa de anos amigos suyos. se publica les domingos, miércoles y viérnes y cuando las circunstancias lo exijen se dan alcances 6 suplementos. PRECIOS DE ANUNCIOS. Hasta seis lineas de impresión 4 rs. frs. y en pásando á cinco cts. la linea. Los us* critores pagarán cuatro cts. Les anuncios por meses ó años se publicarán á précios convencionales. La crisis ministerial tanto tiempo anun ciada, se efectuó parcialmente con la salida de Figuerola de Hacienda, dimisión que á consecuencia de no ser aceptables sus pla nes rentísticos en consejo de ministros se vió obligade á presentar. Esta cuestión, la de Hacienda y la de orden público, son las que mas preocupan la atención general. En Hacienda entró Moret, quedando en cargado interinamente de la cartera de Ultramar. Pero el acontecimiento mas grave en los fastos parlamentarios de esta legislatura ha sido la proposición de Romero y Robledo, autorizando al gobierno para, cerrar las Cortes el dia de la jura que debe tener lu gar el 1? de año y pudiendo el mismo go bierno plantear como leyes las que crea convenientes y no tengan tiempo de votar se en los últimos_dias de sesiones. Esta proposición como U. debe suponer, levan tó una fuerte ventisca en el Congreso dan do por resultado el que á consecuencia de su aprobación por 137 votos contra 14, por haberse abstenido de votarlas minorías de la Cámara, estas se retiraron del salpn de sesiones, protestando así del citado pro yecto de autorizaciones. La proposición ha dado lugar á varios discursos notables por mas de un concep to. El del Sr. Topete por sus nobles y francas declaraciones, ha sido bien recibi do por todos los hombres honrados y con secuentes de todos los partidos. Los re presentantes de la prensa que asisten á la tribuna de las Cortes, redactaron una ma nifestación de aprecio y simpatía al noble marino por sus leales declaraciones. Siguió la crisis su curso con la salida del ( ü ministerio del Sr. Rivero y aunque se ha querido dar una significación distinta á esa dimisión, puedo asegurar á Uds. que no lo tiene, habiendo sido solo la causa de la di misión del ministro de la Gobernación una cuestión dé delicadeza exagerada. Opinaba el gobierno que debian suspenderse las elecciones para diputados provinciales que estaban fijadas para el 2 y no creyendo el Sr. Rivero que debía levantar su decreto, presentó su dimisión que le fué aceptada. , Vacante la cartera fué ocupada por el Sr. Sagasta que quedó encargado interinamen te de la de Estado, y con esto quedaba resuelta la anunciada crisis hasta la venida del rey. En el debate de las autorizaciones lian resultado dos elocuentes discursos, uno en pró del proyecto y otro en contra. Este último fué pronunciado por el Sr. Ríos Rosas, ilustre orador de la Cámara espa ñola, que con sus palabras elevadas trató de persuadir á las Cortes yal pais de que se violaba la Constitución aprobando aquel proyecto. Contestóle el Sr. Martos con un elocuentí-" simo discurso en el (pie pone de manifies to, la contradicion del Sr. Ríos Rosas que combatía hoy el proyecto de disolución de Cortes, cuando el 54 fué ministro del go bierno que ametralló la Cámara. Pero el discdrso que ha obtenido los aplausos unánimes déla Cámara, fué el del Sr. Moret en defensa de sus planes para salvar la hacienda española. Imparcialmente creo que es el único hombre que con hábiles disposiciones po dría mejorar la situación del Tesoro. Aquí llegaba de mi correspondencia cuando un hecho horrible ha venido á dar al traste con todas las prevenciones y pro nósticos políticos. Anoche 27 á las ocho fué asaltado el co che del general Prim, por unos asesinos. He aquí la verdad de tan indigno acon tecimiento: El presidente del Consejo de ministros salía anoche á las siete y media del Con greso, dirigiéndose en su carruaje al mi nisterio de la Guerra, acompañado de los ayudantes Sres. Nandin y Moya. Al llegar á la calle del Turco se encon traron dos coches detenidos al final de la misma' desembooando ya en la de Alcalá. * El carruaje del general hubo dfe detener^ Esta noticia acabó de abatir su espíri tu, y por un momento la hizo suponer que su esposo preferiría á sus obsequ os los de la muger á quien en aquellos, momentos acompañaba. Después de algunos instantes de pro funda meditación, fué á encerrarse en su aposento para dar rienda suelta á su dolor. Al pasar por delante de un espejo, fijó maquinalmente en él su 3 ojos y lanzó un profundo suspiro al ver sin duda que sus facciones no eran tan bellas como la de la joven que poco antes había conocido, y cuya imagen conservaba infpresa en la memoria. —Es mas hermosa que yo, murmuró la jóven con déspecjio, si, esa muger me ro bará el amor de mi esposo. Pero le amaba demasiado para creerl 3 capaz de engañarla, y asi es que procuró tranquilizarse y enjugó sus lágrimas ha ciendo estas reflexiones. —Leopoldo me ha dado mil pruebas del acendrado cariño que me profesa, y seria injusto suponer que al obsequiar, acaso por mera galantería, á esa jóven á quien apenas debe conober, puesto que nunca Íll© ha-hablado de ella, voy á perder para siempre la felicidad que basta boy . me Ofrece su amor, . t - PERIODICO UNIVERSAL YDE INTERESES MATERIALES, se ante aquel entorpecimiento, al parecer casual, y para ver en qué consistía la de tención, se asomó ála portezuela el ayu dante Sr. Moya, que iba en el vidrio, mién tras el general Prim y el Sr. Fernandez Nandin ocupaban la testera. El Sr. Moya vió tres hombres vestidos con blusas, que apuntaban con carabinas ó retacos, y no tuvo tiempo para decir más que, “¡Bájese Ud., mi general, que nos hacen fuego!” Inmediatamente sonaron tres detonacio nes por el lado izquieido y algunas otras por el derecho, las cuales se hicieron casi dentro del coche, en términos que el ge neral Prim tiene los granos de pólvora se ñalados en la cara. . % El cochero, al advertir lo que pasaba, comenzó á insultar y á dar latigazos á los asesinos; castigó á los caballos y éstos ar rancaron bruscamente, atropellando á los dos carruajes, que, casi en la calle de Al calá, obstruían interieionalniente Ja del Turco. Apénas había desaparecido el peligro, y cuando el Coche del general se dirigía há cia el ministerio de la Guerra, el ayudan te Sr. Moya preguntó á su jefe si tenia no vedad, y éste le contestó que se sentía to cado en la mano derecha y en el hombro izquierdo. La distancia de la calle del Turco al ministerio de la Guerra es bien corta. Una vez en éste se apearon del carruaje todos, primero el ayudante Sr. Nandin, después el general, y tras éste el ayudante Sr. Mo ya. Subieron á las habitaciones, y se vió que el presidente del Consejotenia una he rida de consideración en la mano izquierda por virtud de la cual hubo quje amputarle inmediatamente la primer falange del dedo anular de la mano derecha, y un metralla do en el hombro izquierdo. Decimos metra llazo, porque se conoce que le dispararon algunos trabucazos, uno de los cuales le se pultó ocho balas en el mencionado hombro izquierdo. El general Prim subió con gran entere za la escalera del ministerio, apoyándose en la barandilla con la mano derecha herida, y dejando impresa en aquella varias hue llas de sangre. Al encontrarse cow su señora la dijo sin afectación que iba ligeramente herido. In mediatamente se buscaron facultativos; acu dió primero el doctor Vicente, que le enju gó y curó las heridas del hombro, y después fué ol médico Sr. Losada, que le hizo una cura más radical, habiéndosele extraído hasta las dos de la mañana siete balas del hombro. El general t¿eue la cara ensangren tada, y probablemente habrá que amputar le el dedo índice de la mano derecha, en la cual llevaba el bastón. Los disparos se hicieron desde ambos ángulos de la calle del Turco, ó mejor di cho, casi desde la calle de Alcalá. Uno de los coches que obstruían el paso fué der ribado por el del presidente del Cousejo. El ayudante Sr. Moya, después que de jó á su jefe al lado de su señora, se encon tró con el Sr. Nandin en la antesala; le preguntó qué tenia, y éste le enseñó la mano derecha, envuelta en un pañuelo, campletamente destrozada. Sobrevino ac to seguido una abundante hemorragia, y el Sr. Nandin fué trasladado á la casa de socorro de la calle de Fuencarral, en don de se encuentra todavía. Allí se le hizo la primera cura, y hoy á las diez de la ma ñana habrá junta de médicos para ver si se le corta ó no la mano. Antes del atentado del general Prim, corría como Tnuy valida la siguiente can didatura para el nuevo ministerio que ha bía de formarse á la venida del rey. Presidente del Consejo.—^Serrano. Ministro de la Guorra.—Prim. Estado.—Olózaga. Gobernación.—Sagasta. Gracia y Justicia.—Ruiz Zorrilla. Hacienda.—Moret. < Fomento.—Martos. Ultramar.—Romero y Robledo. Y pensando Luisa que al volver su es? poso aquella noche desvanecería las du das que la asaltaban, al verle se mostró tan jovial como de costumbre. Fué lá primera en hablarle del casual encuentro de la tarde, y aunque con apa rente indiferencia, le manifestó que desea ba saber quien era la jóven amiga. Leo poldo se vió obligado á darle algunas ex plicaciones, temeroso de turbar la alegría de su esposa. —Esa jóven, le dijo, es la condesa de Porciani#" —¿Una italiana? —Si, la conocí en Kápoles, y desde en tonces nos unen los lazos de la mas res petuosa amistafd, —¿Y la visitáis á menudo? se atrevió á preguntarle Luisa con emoción. —Con bastante frecuencia, repuso el conde después de vacilar algunos instan tes.' ■ \ . .. —Será una artista, sin duda. —Tiene muy buena voz, pero no pue de compararse con la vuestra. Esta frase bastó para devolver á Luisa su perdida calma. ~ - > Leopoldo trató de abreviar aquella con versación, y queriendo tranquilizar á su esposa, le prometió que en adelante pen sápa complacerla, permaneciendo á su la Miércoles 18 de Enero de 1871. PRECIOS D# StrsCRICIOH.. \ Hoy después del acontecimiento no sa bemos que giro tomarán los asuntos. Para concluir vea Ud. el primer resul tado del acontecimiento de anoche. Tan pronto como fué conocido el aten tado cometido contra el general Prim, to todos ó casi todos los hombres de impor tancia en la política, diputados, altos fun cionarios civiles y militares y comisiones de todos los centros políticos acudieron presurosos á la presidencia del Consejo de ministros. Uno de los primeros fué S. A. el Regen te, que se constituyó á la cabecera del en fermo para enterarse de su estado, dispo niéndose inmediatamente á obrar con el Consejo de* ministros con toda la actividad y la energía que las circunstancias hicie ran necesario. Miéntras se reunían los ministros, el Re gento mandó llamar á las eminencias de los partidos monárquico liberales para con sultarles acerca de las dificultades del mo mento, y en primer término para sustituir al general Prim, mientras dure su resta blecimiento, no solo en sus funciones de presidente del Consejo de ministros y mi nistro de la Guerra, sino también en su proyectado viaje á Cartagena para recibir al rey. Allí acudieron con noble desinterés y abnegación, guiados sólo por el deseo de servir ála patria en un momento de pe ligro, que en los primeros instantes parecia cierto, y sin excitación de nadie, casi to dos los hombres políticos de las tres frac cciones revolucionarias. Allí desde un principio Topeté, Ruiz Zorrilla, Martos, Rivero, Silvela, Rodríguez, Santa Cruz, y mas tarde Ríos Rosas que abando nó el lecho donde le retenia una indispo sición, y en fin, sodas las eminencias de la Cámara y fuera de la Cámara. Bajo la presidencia del Regente y con asistencia de muchos de estos personajes políticos, se celebró un largo Consejo de ministros para tratar de dar fuerza por el momento al gabinete completándolo, y preparar á la vez un conveniente recibi miento al rey. Desde los primeros momen tos la opinión señaló al Sr. Topete como la persona de mayor significación revolu cionaria para presidir el gabinete y salir á recibir al rey; pero el ilustre marino, que no había puesto condición alguna al ofreced sus servicios para afrontar cual quier peligro, manifestó ciertos escrúpulos de dignidad, temió faltar ásu consecuen cia y ála lealtad con que ha defendido cierta causa si admitía el cargo para que todos le indicaban, hasta que las declara ciones solbmnes del Sr. Ríos Rosas y otros de sus amigos correligionarios á cuyo fallo había apelado, desvanecieron sus recelos. Entonces se acordó que el Sr. Topete se encargara de la cartera de Estado en propiedad é interinamente de la Presiden cia y del ministerio déla Guerra, nombrán dose para la cartera de Ultramar al señor Ayala. De esta manera ha quedado com pletado el ministerio hasta la llegada del rey, debiendo salir esta noche el Sr. Tope te para Cartagena á recibirle. Después de tales sucesos solo nos que da que pedir al cielo salve á nuestra que rida pátria de tantos y tantos peligros co mo la amenazan. Noticias de la Península. Contestando el Sr. Moret Ministro de Ultramar al Diputado Sr. Padial lia declarado que la Constitución de Puerto-Rico queda para las nuevás Córtes y que entre tanto los dere chos electorales están para siempre adquiridos en Puerto-Rico, pues no entiende el Gobierno que puede ha ber elecciones generales sin que las haya también en esta leal provincia. do una gran parte del dia. Aim cuando el conde cumplió su pala bra, Luisa, no obstante, experimentaba una continua inquietud, un malestar una angustia que desvanecían todos sus sueños de Adicidad. ¡ . Las horas en qué su esposo se alejaba de su lado le parecieron desde entonces siglos, porque le creia en casa de la con desa. ’ * , ; En vaho trataba de distraerse; pues na jia couseguiá reanimar su abatido espiritu y solo recordándo los consejos de Mad. Beauvais, lograba dominarse en presencia de Leopoldo, cuya conducta por otra parte no tenia motivos para'censurarpues? to que no habia dejado de ser para ella un hermano cariñojo, un,, amigo leal y des interesado. Llegó por fin el invierno, que Luisa es peraba con impaciencia, por ser esta la época elegida para smpresentacion en el gran mundo, en dónde qo pensaba brillar mor su hermosura, snó adquirir la pro funda convicción que le era necesaria pa ré ser feliz de que Leopoldo lio podía pensar ei> obsequiar á nadie mas qué á ella. / - . y 'La aparición de Luisa qp los salones de París fué- ñu verdadero acontecimiento, gtw gracias naturales, realzas (a en Por nn año adelantado en la Capitel yrmebloa de la Ida lOS.-Sai. id t EL BOIMM j ? n m f adekntado en 108 P uebloB * U Isla 10 a- Un nim. ssaL 2r- i _ _ *°LifnN ge de porte á cualquier punto de la isla por conducto de ni grates rmptdkLvm. V * Han sido pues vanos los esfuerzos que hicieron los Sres. Arbizu y Ra dial para que se votase la Constitu ción de Puerto-Rico antes de que se disolviesen las Cortes Constituyentes. Creemos que el Gobierno lia obra do con prudencia. Siga con esa pru dencia y las antillas españolas ten drán mucho que agradecerle. La Iberia del 24 dice lo siguiente: “Los miserables asesinos que ano che atentaron contra la vida del hom bre eminente que se hallaba, al frente del Gobierno, no solo ha herido al general Prim, sino que lian herido con él la libertad de la pátria. La opinión pública reclamaba ano che á una voz medidas enérgicas por parte del Gobierno para castigar se vera y ejemplarmente á los autores y cómplices del crimen, y para preve nir otros sucesos de igual índole que pudieran cometer gentes fanatizadas por predicaciones insensatas, y alen tadas tal vez en sus miserables inten tos por la más mostruosa, la más in justificada y la mas inmoral de las coaliciones. Si el Gobierno no renuncia á las contemplacionesy no procura!evantar el principio desautoridad, que tan que brantado anda por la benevolencia con que ha tratado á sits innobles, á sus liberticidas, á sus villanos enemi gos, á esas gentes turbulentas y de mal vivir, que solo pueden medrar con las pertubaciones yla anarquía, los patriotas verdaderos concluirán por negarle su apoyo y su concurso y el Gobierno haría el vacío ásu al rededor también de la Revolución. Por fortuna, creemos que el Go bierno no se mostrará sordo á las exi jencias de la opinión, y que, colocán dose á la altura de las circunstancias, salvará la causa de la libertad, cues te lo que cueste. Los detalles del atentado cometido anoche contra el general Prim; la o portunidad con que se interpusieron en la calle del Turco los coches que, deteniendo el del preisdente del Con sejo de ministros, facilitaron á los ase sinos el medio de disparar sus trabu cos á boca de jarro, lo cual no pudo hacerse sin que hubiera gente apos tada que desde la salida de las Cór tes trasmitiera los avisos oportunos; la presencia en Madrid de algunas gentes sospechosas de provincias, y otro sinnúmero de conincidecias ra ras, todo indica que han contribuido al acto muchas gentes, y que el suce so obedeciaáun plan preconcebido y profundamente meditado. Creemos que las diligencias judi ciales que anoche comenzaron á ins truirse han de arrojar luz bastante pa ra descubrir á los autores, cómplices y encubridores del horrible delito. A la hora en que escribimos no hay todavia preso ningún asesino. Estos lograron escapar, cosa que no pudo serles difícil, atendida la falta de vigi lancia que la actual situación ha ejer cido y la noble confianza queda ilus tre víctima tenia en la lealtad de sús actos y en los levantados sentimien tos del heróico pueblo de Madrid, el cual desea en masa vindicarse de la mancha que han querido arrojar so bre ól unos cuantos miserables.” —EI Eco de España refiere lo si guiente: cantadora sencillez de su trato, tardáron poco eu captarle todas las simpatías. Merced á los consejos de su buena tia que aunque sin imaginación y sin talento poseía en alto grado el arte de agradar; merced, repito; á sus indicaciones, Luisa comprendió fácilmente por qué medios se brilla en ol grau mundo, sin perder nada de la prudente réseiVa que conviene á una jóven de diez y siete años. Preciso es confesar que la satisfacción de Luisa fue completa al ver la .acogida que en todas partes le dispensaban. Sin embargo no sabia como espl carse el que su esposo no participase de sus triunfes pues era muy raro,que Leopoldo pasase una sola noche eu la reunión doMe ella se encontrase. - Esta conducta llegó á despertar en su alma sentimientos desconocidos para ell%* y que la martirizaban. Así es que cuando iba á visitar H Mad. Beauvais, que era su única confidenta, después de referirle -las emociones que experiraenteba en Ja nue va vida que había empezado á gozar, al separarse de ella se alejaba siempre triste. Un dia Mad. Beauvais no pudo menos de preguntarle: —Pero ¿qué teneis, hija raía? Algo me Ocultáis. i —líe atormenta, añadió Luisa, la idea Número g. 'j i ' “Al retirarse anoche el -general Prim de las Córteos ai ministéno de la 1 Guerra, en la esquina misma de la calle del Turco, desembocando á la de Alcalá, se dispararon dos desear-, gas contra el coche donde iba el pre sidente del consejo con su ayudante. I*ol’ una casualidad no iba en eb mis mo coche el señor Sagasta. El general Prim ha sido herido en un hombro y en una mano. Su ayu dante el señor Nandin, ha sido liorri-' blemente herido en la muñeca. Al general Prim parece que se le ha hecho inmediatamente la amputa ción de un dedo, y á su ayudante, se dice que le han amputado La mano por debajo del codo. •' Con gran rapidez cundió este suce so por todo Madrid, é inmediatamen- - te que llegó á noticia del Regente se personó en casa del general Prím r así como todos los ministros, las feu toridades, varios diputados y otras personas, como era natural. 1 oda la prensa condena enérgica mente el atentado. El goberfiador ci vil de Madrid había publicado con es te motivo una alocución. En las Córtesse leen hoy los decre tos nombrando ministro de Estado é interino de la Guerra con la presi dencia al señor Topete, y ministro de U ltramar al señor Avala. El nuevo presidente del consejo pidió la palabra y dijo que no hacia cinco dias que había esplicado des de los bancos délos diputados lo que creía conveniente á su país y á su po sición particular. Hoy debía decir por qué se encon- ' traba en el sitio que ocupaba. Un horroroso crimen había postra do anoche en cama al presidente del Consejo, y ante su cuerpo ensangren tado vió él herida la revolución y la libertad, y ante la mano que le tendía el regente le ofreció la suya, porque se debe á su país. El no abdicaba, aunque transitoria mente ocupara aquel puesto, ningu na de sus creencias, y aunque respec to á la elección de rey seguía opinan do lo mismo que antes, ól sostendría lo acordado por las Córtes, saldría á recibir al monarca elecjo, y con su vida respondía de. la vida del rey mientras en uso de su prerogativa no eligiese la persona que formase mi nisterio. El gobierno estaba dispuesto á r mantener el órden, y para ello se veia • obligado á pedir el planteamiento del artículo 1? de laleyde órden público Pidió también á las Córtes que dis- ' cutiesen y votasen las leyes presen— 1 tadas. ’ El señor marques déla Vega do Armijo usó de la palabra para decla rar que él y sus amigos políticos an te la gravedad del crimen verificado anoche, volvían al Parlamento para apoyar al gobierno en la cuestión de órden público, -sin abdicar ninguna de sus ideas, ni opiniones. Recordó al presidente del consejo que tuviera siempre presente que los peligros de la patria se salvan mejor con la libertad que con medidas reac cionarias, y que los hombres de la re volución de Setiembre que todos es taban interesados en salvarla, no de bían confundirse nunca con los hom bres de la reacción. de que Leopoldo se aleja de mí para ir á N ver ála condésarde Porciani. —¿Aun pensáis en eso repuso Mad, Beauvais;. ¿no me habéis dicho siempre que la sinceridad de Leopoldo os lia hecho creer que entre los dos no existe mas que una respetuosa amistad! —Sí, pero ¿qué queréis! la duda á ve~ ces se .apodera de mí. —Vamos, tranquilizaos. —Pero ¿cómo se explica, interrumpió la jóven, elqueá pesarde llevarme mi tia ó. todas las 'reuniones que ella frecuenta, no la haya podido encontrar ni una sola vez! —Pronto la vereis á menudo. —¿Pronto! - —Sí, pues es natural que al abrir vues tros salones osla presente Leopoldo. —¿Oeeis que la presentará eh mi <:asa? exclamó Luisa profundamente conmovida} pero recobrándose, añadió: Tánto mejor; así al ménos no irá tan á menudo á verla. —¡Qué niñá sois! repuso Mad. Beauvais con dulzura; cuando se ’tiene la didha de poseer un esposo como el vuestio, ¿hay ra 4iop para afligirse? ' —No, mi buena amiga, no, dijo Luisa* que en aquel momento sentía haber duda* dó de Leopoldo. ( ' (CXrrjiro*iwq