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AÑO XXXI. YA PARECIO AQUELLO. Según vemos en el número 60 de nuestro colega La Representación Nacional, la Diputación provincial en su última sesión acordó pasar á los tribunales, el acta de la Junta Mu nicipal y mayores contribuyentes de Manaty en que se apelaba para an te la Excma. Audiencia del parcia lísiino fallo dictado en los expedien te de elecciones para Diputados á Córtes. La noticia no nos ha sor prendido. El Cuerpo radical, si ha bía de ser lógico con sus anteceden tes, forzosamente había de pedir la formación de causa contra un Cuer po que se compone de 21 conserva dores, insulares y peninsulares dig nos y leales. Estando el asunto, se gún parece, bajo la égida de los tri bunales, ni una palabra diremos so bre los justificantes y antecedentes que tenemos en nuestro poder; pero si tenemoi que contestar al suelto de La Representación Nacional en que aprueba y ensalza la medida toma da por la" Diputación. Nosotros tam bién la aprobamos por que de esta manera nuestros queridos amigos y correligionarios de Manaty podrán hacer ver al mundo entero la in justa parcialidad política que guia á una Corporación que empezó bar renando las nociones del derecho, que empezó faltando á la justicia distributiva con el nombramiento de sus empleados, y que lleva camino de convertirlo todo en arma de par tido: la Junta Municipal y mayores contribuyentes encausados se feli citan como nosotros de que el asun to vaya á los tribunales; porque tie nen fé en la justicia de su causa, por que están convencidos de que hoy existe justicia en Puerto llico, de que hoy no sucede como en otro tiempo que cuatro ignorantes pica pleitos jugaban con ella y la conver tían en instrumento inconsciente de su inmoralidad, creándose al gunos de ellos una posición desa hogada á la sombra del punible abandono de las personas que no de bieron consentirlo Hoy por fortuna Puerto Rico tiene jueces probos, y una Audiencia que se compone de magistrados dignísimos, y- con esta seguridad la justicia resplandecerá pura como el Sol, y caiga el que caiga. Pero nos hemos apartado de nues tro objeto que era decir á La Repre sentación Nacional, ó que nosotros no conocemos la ley ó no sabemos lo que leemos, ó padece un cra sísimo error. ¿Quién ha dicho á La Representación que las juntas y ayuntamientos actuales de la Isla, dependen de la Diputación Provin cial, y, por consecuencia, que son sus inferiores! No hay duda de que así sucederá cuando se plantée la ley Municipal, pero entre tanto, en nuestro humilde concepto, ni la Di putación es el Superior de la Junta y mayores contribuyentes de Mana ty, ni estos que respetan mucho el principio de autoridad, han faltado á él alzándose según la ley contra el fallo la Diputación que hoy por hoy lo repetimos, no es ni puede ser su superior. Y dado que fuera la Diputa- 26 FOLLETIN. MARTA DE KERVEN. NOVELA ESCRITA EN FRANCES JPor illr. (Ernesto Capeníiu, Y TRADUCIDA IMPRESAMENTE PARA EL “BOLETIN” Por un Suscritor. (CONTINUACION.) XIV. —Sí, la prima de V., la viuda de 30 años mas arrebatadora que contiene nues tra sociedad y que tiene el gran talento de no querer casarse de nueve. Tiene el pié tan pequeño como V., bien que el de V. me parece mas delgado. —¿Ha visto V. los piés de Blanca? dijo Marta conteniendo un movimiento. —Le he ayudado á bajar bastantes Veces del coche para poder hacer esta Éste PERIODICO se publica los domingos, miércoles y viérnes; y cuando las circuns- ' tancias lo exijen se dan alcances ó suplementos.—PßEClOS DE ANUNCIOS.—Has- ( ta seis líneas de impresión, 4 rs. fts. y en pasando, á 5 cts. la línea. Los suscriptores ( pagarán 4 cts. Los anuncios por meses ó años se publicarán á precios convencionales. ) PERIODICO POLITICO LIBERAL-CONSERVADOR. ción jefe de las actuales juntas mu nicipales, ¿qué desacato hay en re currir de sus fallos al tribunal su perior á ambos Cuerpos! ¿Tienen reunidos los 21 miembros de la jun ta de Manaty ménos derecho que un elector cualquiera para reclamar con tra lo acordado por la Diputación! Y es extraño que La Represen tación se muestre ahora tan decidi da partidaria del principio de auto ridad y que no haya tenido una pa labra de censura al ver en las colum nas de El Progreso el acuerdo toma do en 16 del actual por dicha Dipu taron Provincial, sobre no haber aprobado el Exemo. Sr. Gobernador Superior Civil al nombramiento de Secretario hecho por aquella Corpo ración en favor de D. Román Baldo rioty de Castro, medida acertadísima de S. E. que la opinión pública re clamaba. En este acuerdo sí que se falta al principio de autoridad; en este acuer do se piden explicaciones, como si el Gobernador Superior Civil fuera también inferior de la Diputación, á la primera Autoridad de la Isla, y has ta parece que unodelosSres. vocales no se contenta con pedir tales expli caciones sino que vá mas léjos: acusa al Representante déla Ley, acusa al que representa al Gobierno de S. M. de haber faltado al artículo 47 déla ley, diciendo á la faz de la Provin cia que nuestra dignísima Autoridad ha barrenado la ley u y que no ha cumplido con lo que prescribe el decreto orgánico general e;i cuan to á las atribuciones de ambas au toridades.’’ Es decir que ese Sr. Vo cal no solo se constituye en fiscal del representante del Gobierno en esta Provincia sino que de una ma ne: a nada decorosa ataca el prin cipio de autoridad. Y á nuestro cán dido colega de la Plaza de armas nada se le ha ocurrido que decir so bre este hecho gravísimo, que entra ña un desacato á la autoridad y sien ta un precedente funesto. En cambio, cuando un Municipio acude, 110 con tra su Superior, porque, lorepetimos, miéntras no se promulguen las leyes leyes Municipales, los Ayuntamien tos y Juntas no son inferiores de la Diputación, sino contra un cuerpo que ha faltado (en concepto de aque lla Junta) á la ley; entónces nuestro estimado colega pone el grito en el Cielo diciendo que, en su concepto, el asunto está bien pasado á los tri bunales. Lógica, hermana Represen tacion lógica; si hemos de ser sus verdaderos intérpretes, procedamos con estricta justicia y ataquemos lo mismo al grande que al pequeño, lo mismo á la Excma. Diputación pro vincial que al cuerpo Municipal de Manaty. Nosotros por mas que hemos me recido las censuras de La Represen tación, en algunas ocasiones, no he mos querido nunca ocupar nuestras columñas con nada referente á la Diputación, porque desde que vimos constituida esa Corporación, ema nación de un partido intransigente, comprendimos lo que el país podia esperar de ella, y creimos que nues tro deber de honrados periodistas nos aconsejaba encerrarnos en la mas estricta reserva; y esta conducta observación. Además la duquesa y yo tu vimos una apuesta que gané, no recuerdo sobre qué fué, y á consecuencia de esto le pedí un zapato de baile para hacerme una tabaquera. —Ah! articuló Marta volviendo á ocul tar su cara en el ramillete de violetas. Y, sin duda por un sentimiento de coquete ria involuntaria, adelantó la extremidad de su zapato blanco con pinillos de oro. —Después, continuó Pablo, tenia que hacer algunos encargos y anduve casi todo París. Comí con mis compañeros de palco V. sabe que ayer se estrenaba una artista en el teatro de la Opera. —Yo no lo sé. —Pues yo creia que su tio le habría dicho algo: el marqués encuentra la debu tante muy de su gusto: es una criatura divina: un diamante hallado entre el pol vo, no sé donde, pero que es preciso en gastar en oro. —Caballero, dijo Marta. —Qué hay? preguntó Pablo con sor presa. _ —'He sabido por una indiscreción de mi tio que esa muger cuya hermosura tanto pondera V Marta se detuvo. Bien y qué? dijo Pablo. liemos observado, pues si bien en nuestro periódico apareció un artí culo sobre el nombramiento de los empleados de la Diputación, no fué debido á la Redacción, sino á un amigo que con él nos honró. Veinte y un conservadores se en contrarán mañana procesados por la Diputación Provincial compuesta en su mayor parte, y salvas honrosas excepciones, de los seides del radica lismo; veinte y un ciudadanos hon rados que nunca han tenido que com parecer ante los tribunales se verán mañana citados y emplazados para ante la justicia ordinaria. El radica lismo ha conseguido un triunfo; nos otros estamos de enhorabuena tam bién: las molestias que se causen á es tos veintey un correligionarios nues tros, harán conocer ciertos manejos de partido y ciertos fines, impropios de tan alta Corporación. Y detrás de esos veintey un liberales-conservadores quedará la inmensa mayoría de la Isla que verá con dolor la manera de obrar del Cuerpo radical pero que siempre acatará aquí el principio de autoridad, sostendrá la bandera que trajo Colon á estos países con nues tros usos, con nuestras costumbres pátrias, con nuestras leyes y con nuestra querida religión; ysi algu nos creen que á los decididos con servadores insulares y peninsulares, pueden asustarles las cárceles, las cadenas, los tormentos, ni las inju rias, se han equivocado: los defenso res de la Integridad Nacional en este suelo, tenemos gran corazón, un amor sin límites á nuestra santa causa, y nada, nada, entiéndanlo bien los que deben entenderlo, nada nos sor prende ni nos asusta. Una súplica á la Diputación: siga procesando á nuestros correligiona rios; váyalos mandando todos á los tribunales y nuestros deseos queda rán cumplidos. Entonces se nos hará justicia. LO OFRECIDO ES DEUDA, Digimos en nuestro último artí culo que los separatistas, disfraza dos de reformistas, ni siquiera tienen habilidad para encubrir sus miras; y ellos mismos van á suministrarnos las pruebas de nuestro aserto. Uno de los que nunca abandonan el seductor nombre de reformista, de los que se adineren á esa frac ción del gran partido nacional, co mo la yedra al olmo, como el cupey al frutal para nutrirse de su savia, un periódico que, según dice, solo vive para el apoyo de su partido y que nos asegura que le simboliza, escribía hace pocos dias las siguien tes palabras: “He aquí porqué los puerto-ri queños ademas de los poderosos vín culos sociales que nacen de una tradición nunca interrumpida, no quieren ni aspiran por una convic ción razonada, á vivir la vida de ese ilusorio fantasma que se llama inde pendencia. Queremos la integridad del territorio nacional por amor y convencimiento.” “Creemos que no hay incompatibilidad entre los ver daderos intereses del pequeño y re ducido Puerto-Rico y el gran todo, —Le ruego me exima de toda explica ción sobre este asunto. Y Marta destrocaba el extremo del ra millete cuyos tallos rotos iba arrojando en la alfombra. Pablo se echó á reir y miró en torno suyo. Pero creo que estamos solos. A qué viene ese sentimiento de gazmoñería! ¿Se rá que V. haya olvidado nuestro convenio y tenga yo que recordarle sus cláusulas? Para la sociedad, para su tio de V. y para mi madre sobre todo, somos marido y mu ger modelos, sin que nunca, creo yo, ha ya existido un matrimonio con más apa riencias de felicidad. Pero en realidad, qué somos nosotros? somos completamente extraños uno á otro. Y puesto que nos ve mos á menudo podemos hacernos mutuas confesiones sobre los sentimientos que hayamos experimentado, sin que nada deba ni pueda estorbar estos sentimientos. Ambos somos libres en toda la extensión de la frase: ningún vínculo nos sujeta ya. He desembarazado á V. del fastidio de lie • varen pos de sí un marido simple ridículo y mentecato, dejándoleáV. todas las venta jas de su estado, y, más aun, las aparien cias. ¿No era esto todo lo que V. necesita ba? El ser no es nadaj el aparentar lo e Miércoles 24 de Mayo de 1871. nuestra Nación, y únicamente as piramos á que leyes sabias y justas hijas délas exigencias de la época que alcanzamos, discutidas y san cionadas por los poderes nacionales, concertando todos los derechos, pon gan de relieve esta gran verdad.” Y como prueba délo dicho aduce, por via de nota, el hecho histórico de que cuando se pensó por las Cor tes de la Nación en el establecimien to de legislaturas particulares en el continente americano, la Diputación provincial de esta Isla, declaró, des pués de oirá los Ayuntamientos, que todos fueron del mismo parecer, que quería depender absolutamen te de lo que existia en la Península y del supremo Gobierno. Cuánto amaneramiento, cuánto giro, cuánto exprimir el ingenio para dar doble sentido á las frases. Bien saben los que así se expresan que aquí hay poco conocimiento de las argucias de la discusión política, y que, empezando á correr esta clase de moneda, es facilísimo hacer pasar por buena la falta de peso y ley. Pero apliquemosla á la piedra de to que; desempeñemos el oficio del Con traste. ¿Cómo es, compañeros de Morales Le mus en la información de 1867, representantes del pequen o y reducido Puerto-Rico en tan solemne ocasión; cómo es que no tuvisteis presente en aquella época esa reduc ción y pequenez, sino que por el con trario esta pequeña y reducida isla os parecía entonces tan grande, tan extensa, que queríais dividirla nada ruónos que en tres provincias bajo el modesto título de .Distritos provin dales? Siempre la modestia ha sido vuestro fuerte, modestia en las aspi raciones, modestia en las formas, modestia hasta en las denominacio nes. No proponíais masque tres dis tritos provinciales, con tres Gober nadores nombrados por el Superior de la Isla, por supuesto, á propuesta en terna de cada una de las tres Di putaciones de distrito provincia!, que debían ser elegidas por sufragio, y además tres Consejos nombrados por el Gobernador Superior á propuesta también de la misma Diputación de distrito provincial. ¿Cómo es que siendo intérpretes de los deseos, de los verdaderos intereses de Puerto-Rico, olvidábais los pode rosos vínculos morales y sodales que naciendo de una tradición nunca inter rumpida le ligan á la vida nacional? ¿Cómo olvidábais la opinión fe la úl tima Diputación provincial, y el pare cer de todos los Ayuntamientos que no quedan legislaturas particulares y si solo depender absolutamente de lo que existí i en la Pen ínsula, y del Supremo Gobierno? Ysi lo teníais presente ¿cómo pedíais, á nombre de este Pto.- Rico leal, español, ávido de la nacio nalidad (es verdad, es verdad, es mil veces tan cierto como que vos otros queréis destrozarle á vuestro gusto según las aspiraciones de vues tro desenfrenado orgullo, de vuestra ridicula presunción, de vuestras des atentadas ambiciones) ¿cómo pedíais no solo esa división provincial que le preparaba para la vida nacional, con los múltiples y variados gastos y atenciones que lleva consigo el ocupar un puesto en la familia de las naciones todo; esto lo sabe V. Con que no se tome V. el trabajo de finjir entre nosotros una gazmoñería en que no puedo yo creer. Yo tengo queridas, no se lo ocultaré á V., se ria absurdo andar con misterios. Por lo demás en qué puede mi conducta perju dicar. á \ T . en estimación, respeto y aten ciones— — Diga V. claro, interrumpió Marta con amargura, que la estimación el respe to y las atenciones de V. habla no es á mí á qnien V. las prodiga, sino al nombre que llevo, porque este nombre es el de V. —indudablemente, dijo Pablo, si no mediase entre nosotros ese nombre todo se habría acabado. Nuestro deber es sacri ficarlo todo á este apellido que lia de estar siempre brillante y puro, y á la felicidad de mi madre que nada hade alterar mién tras yo tenga vida. —Marta bajó la cabeza: un corto inter valo de silencio siguió-á esta explicación. —¿Sabe V. querida: continuó Pablo, en el tono m's festivo, que estamos ale gres corno dos enamorados? Y sin em bargo, no existe entre nosotros amor al guno que ye sepa. Para que la sonrisa vuelva á inundar sus labios siga V. los consejos del marqués deLuxeilque ¡vive Dios! son los mejores y más verdaderos. PíIECÍOS DE SÚSCKiPCION.—Per un año adelantado en la Capital y pueblos déla } Isla, 10$.--8 meses id. id. 5$ 4 rs.~3 meses id. id. 3s.~Un mes id. en la capital 9 rs. ( Un mes id. en los pueblos de la isla 10 rs.-Un núm. suelto 2 rs. EL BOLETIN se envía ? franco de porte á cualquier punto de la isla por conducto de sus agentes respectivos j civilizadas, empresa que ahora decia rais insuperable, porque así cuadra mejor á vuestros fines, sino que tra tabais de inaugurar esa misma vida proponiendo una Constitución especial, un sistema de gobierno especial, con un Congreso de Diputados y un Se nado, bajo las modestas denomina ciones de Diputación insular y Jun ta provincial! Esto y nada menos que esto, pro poníais; dos altos cuerpos colegisla dores, que componían no solo un po der legislativo sin sugeeion á veto, sino un verdadero poder ejecutivo que anulaba el del Gobernador Su perior y hasta el de la Metrópoli; y un poder ejecutivo nada liberal por cierto, sino mas bien una oligarquía emanada del privilegio, del sufragio inertemente restringido. Decid ahora reformistas con care ta, decid ahora á los que son verda deros liberales-reformistas, á los que tratáis de seducir con el .brillo de vuestras alharacas de libertad y de asi milación absoluta, decidles que los li be ral es-conservador es déla nacionalidad no somos tales liberales sino retró grados, exclusivistas y enemigos de las leyes docentes ; pero explicadles al mismo tiempo que en vuestra proyec tada autonomía disolvente de (a nacio nalidad, no concedíais voto para las elecciones de la Diputación y del Se nado insular, ni para las de Diputa ción de distrito provincial, ni aun para las de las municipalidades, ni siquiera para la formación de la Jun ta de presupuestos del municipio, mas que á los que pagasen no 40 pe setas, sino 125; no á las capacidades de lectura y escritura, tuviesen bue na ó mala letra, sino á las capacida des que empezaban en los Académi cos, Doctores y Licenciados y termi naban en los profesores y maestros de enseñanza con título. Nada de ar tesanos, nada de industriales si no con tribuían con veinte y cinco pesos. Ex plicadles que también dejabais deshe redados, y muchos infinitamente mas que nosotros; que según vuestro pro puesto sistema no bastaba para he redar saber leér el testamento, aun que fuese deletreando, ni saber fir mar como testigo aunque fuese con cuatro garabatos, sino que era nece sario pagar los derechos de la curia según una tarifa nada escasa. Y por ultimo, decidles que paramayor prue ba de igualdad, proponíais que cuan do se reuniese la junta general de presupuestos délas municipalidades, se dividiesen los contribuyentes en cuatro clases, teniendo cuatro votos los mas ricos, tres los de segunda ciase, dos los de tercera y uno los de cuarta. ¡Y que tales hombres se atre van á hablarnos d o plutocracia, de palurdos yde desheredados, de liber tad absoluta, de sufragio universal y do igualdad! Ya lo veis, liberales-reformistas do buena fe, ya veis el liberalismo y las tendencias patrióticas y unitarias de los que entre vosotros quieren confundirse, de los que siempre que se les ataca ponen por antemural vuestro nombre, como aquel alcalde que con motivo de haberle abofe teado un convecino, en cuestión par ticular, decía al Rey que S. M. había recibido una bofetada en su propia cara; respondedles vosotros lo que ! V. puede tener cuantos adoradores le ' plazca, con tal que ninguna apariencia se 1 preste á la maledicencia: el asunto me es indiferente, como \ r . no lo ignora: conque • no exagere Y. su orgullo. Un marido pue de tener queridas sin que el honor de su esposa reciba el menor desdoro, y estando salvo el honor, sabe lo mismo que yo que es cuanto es menester. —Pablo, dijo Marta con voz sorda, pa dezco mucho: tenga Y. lástima de mí Que le tenga á y. lástima! exclamó M. de Kerven riéndose; al oirla creeríase que es Y. la más desgraciada de las mu— geres. No pretendo realzar mis méritos pcio donde hallaría y. un marido más complaciente que yo? A ver, responda V. —y. no me comprende bien. —A fé mia que nó. s ’ u embargo V. me vé sufriendo, dijo Marta con voz desgarradora* Pablo se levantó repentinamente, impe io la silla hácia atrás y comenzó á recor rer el aposento con impaciencia. Luego volvió hácia Marta y se paró bruscamente delante de ella. —•Señora, le dijo con voz seca, acuérde se y. de lo que sucedió en- esta sala hace hace diez meses, y. estaba ahí, en ese si ■lio iq sin escuchándo el Rey al Alcalde: Ahí me las dén todas. Ya veis claramente cuál es el objeto de los que únicamente aspiran á que leyes sabias y justas, leyes hijas de las exigencias de la época que alcan zamos, pongan en relieve que no.hay oposición entre los verdaderos intereses del pequeño y reducido Puerto-Rico y el gran todo, nuestra Nación. Ya veis que no aspiran á la asimilación y al liberalismo, sino ála separación y á la oligarquía. Os vemos venir, Sres. autonomistas disolventes de la nacionalidad. Os veía mos venir hace bastante tiempo. Os conocíamos perfectísiinamente hace algunos años mas de los que exigíais para nacionalizarse en vuestro Es tado autonómico vuestros hermanos de la Península. Nuestros ojos no se han apartado jamás de vuestras evoluciones. No nos lian sido nunca desconocidos ni vuestros deseos, ni vuestros proyectos ni aun siquiera los círculos concéntricos que prece dieron ála calaverada de Lares, ni aun sus logias, sus signos y sus ci fras. No nos salgáis con la cuestión de siempre. No nos preguntéis que co mo los tribunales no han entendido en todo esto. Algo entendieron, pe ro los grandes acontecimientos de la Península vinieron á cubrirlo todo. La magnanimidad española debió echar sobre los hechos pasados el blanco manto de.su generosidad nun ca desmentida. Los mismos á quie nes después con inaudita ingratitud habéis llamado tiranuelos y políticos pigmeos, fueron dignos intérpretes de aquella magnanimidad que nunca hemos censurado, pero que jamás dará otros resultados que los que siempre ha dado. La soberbia turbó la paz de las mansiones celestiales, ¿cómo sus hi jas predilectas, la ambición y la en vidia, no han de turbar la de la tier ra! Aquella aunque castigada con eterno suplicio no deja de perseguir constantemente á las criaturas hu manas para vengarse de su impoten cia contra el Creador. ¿Cómo las otras, hallando ancho campo para su desarrollo en la indulgencia y hasta en el pretexto de derechos legítimos, han de permanecer pasivas para el logro de su constante objeto? Creemos haber dado á conocer su ficientemente las malas artes de los separatistas enmascarados, ponién dolos en evidencia por el contraste entre sus proyectos de antes y sus palabras de ahora. No renunciamos sin embargo, al término de la amplia ción de pruebas, para dejarlos per fectamente clasificados. Santiago Cierra-E3pafia. EL SEÑOR SAO ASTA, (Conclusión.) Nos ha hablado también S S. de la pri sión del Sr. Cala y lade otros señores, dan do a entender que se les prendía porque eran candidatos. Pues sepa el Sr Gústelar que el Gobierno es tan respetuoso en lo que se refiere ála misión de los tribuna les, que nada tiene que ver con eso, ni nada ha hecho ni nada hará. Si esos seño res han sido presos, lo habr ti sido por de - litos comunes, para los cuales el Código penal señala la pena correspondiente. El me. Entonces declaré á V. mis intenciones, aquellas intenciones fijas irrevocables á que V. terna que someterse, Yen cambio de su sumisión le juré á y. no pronunciar nunca una palabra que pudiese ruborizarla: he cumplido aquel juramento ylo cum pliré fielmente en lo sucesivo. Pero á su vez no diga V. nada, ni nada haga Y. que pueda evocar un pasado que entrambos debemos olvidar para podernos mirar cara á cara. —Pablo, exclamó Marta exaltada, Y. no me lia comprendido. —Entonces por qué habla V. de su dolor? —Porque tengo desgarrado el corazón. —No la creo á Y. —Pablo! —Que no la creo á V le digo. De un solo impulso levantóse Marta di rigiéndose á Mr. de Kerven y apoder&ndo se de sus manos, se volvio para poner su cara en el lleno de la luz. Pablo, dijo, míreme Vg lea en mi frente: interrogue Y. mis facciones - mar chitas con el insomnio. ¿No es verdad que el dolor está aquí escrito con todos sus caracteres? Y toco su blanca frente con su dedo diminuto, * '(Jontinmrá.} NUM. 61.