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BOLETIN MERCANTIL Cu PUERTO-SIOO. Jt SVEB, i4 o* jrtto dr 1898 Soleiiilal del unto. Cuando el ejército español lu chaba en Cuba contra un enemi go invisible, exponiéndose contí nuamente á sensibles pérdidas •in la esperanza consoladora de triunfos proporcionados á sus sa crificios y era general la creencia de que la insurrección podría do minarse, como la anterior que: duró diez años, por medio de la fuerza combinada con la pruden i cia ó sea en virtud de sangrien-j tas lecciones alternadas con ge neroxas concesiones, nosotros, que ya habíamos consagrado sé- j rio estudio ála cuestión, decía mos como resúmen histórico el ¡ 39 de Enero: “ Es de notarse que, á medi da que la insurrección cubana se ha Ido dominando, ya en virtud de los esfuerzos hechos por el gabi nete presidio por Cánovas, de cuya eficacia en la isla respo día el génio militar de Wcyler, y ya por las extremadas concesiones otorgadas á la misma isla por el gabinete presidido por Sagasta, ae cuya eficacia tanto se pióme ten algunos y desconfían otros, los Estados Unidos han ¡doacen tuando su política intrigante y rastrera hasta el punto de no po der ya engañar á nadie acerca de sus intenciones. “ A sus ocultos manejos diplo máticos y á sus públicas diatribas contra el acrisolado patriota Wey ler, se debe la destitución de és- te y el fracaso del plan que esta ba desarrollando para acabar la guerra por la fuerza de las armas en término perentorio. Enton ces, ante las probabilidades de que Weyler cumpliera sus pro mesas solemnes, la República norteamericana comenzó á fortifi car sus costas y á preparar su es cuadra, sin dejar de manifestar gran amistad hácia España, y gran interés por la paz de la An tilia, al mismo tiempo que fo mentaba la insurrección en ésta " Luego que se libró de aque lia tenaz pesadilla, alejando del teatro de las operaciones al hábil político y bizarro militar, creció la audacia del gobierno filibuste ro por excelencia y por excelan cía anexionista, aconsejando en términos tanto más irritantes cuanto mas corteses, la concesión de una perfecta autonomía, así como para quitar á la insurrec ción todo pretexto, si bien con un propósito que muy torpe ha de ser quien no lo adivine, triun- Cante también por ésta vez, y cambiándose notas y visitas muy amistosas con el gobierno de Sagasta, el gobierno de la intri ga y la rapacidad moviliza una escuadra y la manda á las aguas de Cayo Hueso con el solo obje to de hacer' maniobras y ejercí cios de instrucción. Esto no se hubiera atrevido á hacerlo, están do Cánovas y Weyler en la Ha baña. “ Ahora, no solo tiene esa es cuadra cerca de Cuba, sino que prepara otra á toda prisa, y tiene la avilantez de enviar á la misma capital de la antilla el crucero Main*, provocando la indigna ción de todos los buenos españo les y de todos los cubanos que también son españoles. Esta es una visita naval de cortesía, que j debe ser correspondida por parte de España, enviando á su vez á Norte América el acorazado Viz caya, y á Cuba una flotilla cuín puesta de los destróyer A udaz, Osado, Terror, Furor, / roser ptna, Ariete y Rayo. * “ Como se vé, las relaciones entre los dos países van siendo cada vez mas cordiales La Re- pública modelo, no solo acón •ja amistosamente, indica oficó-si mente y se mezcla prudentcmen te en éste asunto que tiene las apariencias de guerra civil, i-ino que con sus generales Woo.’.f rd en Madrid y Lee en la Haba; a, puede tener la jactancia de enu merar por boca de su Presidente las humillaciones que ha impues to al gobierno español y las ven tajas que ya ha adquirido " Esto es decir, en suma, que [n 1 FOLLETÍN. JOSÉ. PEREZ MORÍS Memorias de un Militar [ES PROPII-DAU]. •'OWTtNU A O I O N . Pero el mayor, que era un denoda do soldado, hizo cesar aquella vacila ción. —¡Soldados, gritó ocupando e! si tio ensangrentado del que que acaba ba de caer, soldados, á vengar la muerte de nuestro comandante. ¡Adelante* Viva el rey! . A esta orden, ya nadie hizo caso de las balas, ni de cajas que marcasen el compás: todos arrancamos al trote, cerrando muchos de nosotros los ojos para no ver el terrible fuego que se sos hacía, ni los que sucumbían á nuestro lado. En un minuto estuvi moa caía á cara con los franceses, que amedrentados ante tanto valor, los más te metieron por las puertas y ventanas de las casas inmediatas, y los j España ha correspondido con la sinceridad de sus hidalgos senti mientos á la dobléz de esa diplo macia norteamericana, como si quisiera cargarse de razón y apu rar toda su paciencia en previ sión de las ulterioridades que ya se aproximan. “Lo que á nosotros se nos ocu rre acerca de la cuestión cubana, no ha podido ocultárseles á esta-' distas de aventajada talla, que jamás faltan en el gobierno espa ñol y muy particularmente á un Cánovas del Castillo, con los ya antiguos antecedentes filibuste ros que tenemos, y con la expe riencia de la otra guerra separas ¡tistaque duró diez años, el ina i miope había de ver que ésta nue |va insurrección tenía que adqui rir grandes proporciones y durar | mucho tiempo, ocasionando á Es ; paña ingentes sacrificios de hom i bres y caudales. No es un secreto impenetrable que los Estados j Unidos encendieron esa guerra y j la han alimentado con frecuentes expediciones de hombres, arma rtientos, municiones y cuanto se iha necesitado ; que oficiosa y oti jcialmente lian influido en ese sangriento proceso, y sin tener una palabra para cond Miar los ¡horribles incendios, asesinatos y i devastaciones de aquellos for.-.gi dos, y sí muchas tan ofensivas ;como las que emplea el mismo Mac Kinley contra el benemérito ¡ W eyler, pula censura*' á los he roicos soldados que atacan en sus guaridas á los que no se ba ten sino á favor de la traición ) de la dinamita. “ El sentimiento común prego naba que la isla de Cuba no era sino el terreno adecuado para la traidora guerra que á España y ála América española hacíala República norteamericana ; pero las apariencias y las formalidades de! Derecho Internacional, exi gían al gobierno español la acep tación de la guerra en el terreno en que se le presentaba obligán dole á hacer enormes sacrificios para conseguir al fin una victo ria de todo el valor moral que se quiera, pero en realidad costosí sima y lunesta como una derrota. “Si el gobierno serio de una nación como la española pudiera obrar según el instinto popular que aparte de todo jamás se en gaña, á las primeras demostra cienes hostiles de los Estados Unidos hubiera mandado allí sus barcos y sus batallones, y allí hubiera empleado esos heróicos esfuerzos que han admirado al inundo, con la seguridad de con seguir espléndida recompensa de ellas Reproducimos éatos párrafos, que fueron precursores de varios artículos sobre la inminencia de un rompimiento inevitable con los Estados Unidos, sobre la ne cesidad absoluta y apremiante de una guerra declarada y formal como la que está ñ punto de es tallar, para que no se atribuya á impresiones del momento loque ahora digamos sobre esa cues tión que no solo afecta, según hemos m nifestado con repeti ción en otros editoriales, al ho ñor y la integridad de la madre patria, sí que también muy di rectamente á la dignidad, inde pendencia y seguridad de, todas las naciones hispano-americunas. La declaración formal de la guerra, puede darse ya como ! un hecho. En ésta guerra fi gura de una parte la federación norteamericana que pretendí- ab sorver todo el nuevo mundo y | humillar al antiguo; de la otra parte la pobre y abatida España, sola, tavoreeidá nada mas que por las simpatías del mundo civi lizado, como campeón heroico de los grandes intereses de la raza latina. Con el aparato t. e la soberbia y el ímpetu de las desenfrenadas pasiones más torpes, groseras y violentas, los yarrkees atropellan por todas las consideraciones ju-j ridicas y morales y por todas las, conveniencias sociales y humani tarias para avasallar al mundo de Colon; con ia conciencia de sus sagrados derechos y de sus sacrosantos deberes, los hijos de Colón, de Hernán Cortés, de Pizarro, de Balboa de Garay, de Solís y de Valdivia, le atajan el paso. Van á inaugurarse gran des batallas por m ir y tierra ; de un lado está la superioridad nu- más valientes, perd da su íormación se enredaron á bayonetazos y tiros con nosotros en grupos dispersos é ! irregulares. El polvo yel humo nos impedía vernos bien unos á otros. Los paisanos desde las casas tiraban piedras, tejas y cuanto encontraban, encima del enemigo. En esta confusión, me dieron un bayonetazo en la ingle derecha, junto al hueso dei cuadril, y casi sin sentido me arrastraron los soldados á una casa vecina. Aquel era mi bautismo de sangre. Por encima de mí habían pasado muchos hombres con sus za patos claveteados, y mi cara y mi cuerpo estaban hechos una miseria Pero sigo la narración, tal como después me la completaron los com pañeros. Los Tiradores de Cádiz, habían su mido análoga suerte que nosotros Sucumbieron muchos de los nuestror, pero murieron la mitad de los fran ¡ ceses que entraron por derecha é iz 'quierda. Cuando más reñida estaba la acción, y el general enemigo daba órdenes para que entrase el resto de sus fuerzas, nuestra caballería embos cada salió de su escondite acuchilló la francesa, y enseguida cargó con el regimiento de infantería que quedaba de reserva. Los dos batallones inva-, sores que estaban en la ciudad, ya re- menea, la fuerza bruta ; del otro, la superioridad moral, el heroís mo. El crimen ataca furioso ;la virtud se defiende serena. ¡ Quién vencerá en el tremendo choque de fin de siglo ? ¿ Si España no saliera triunfan te Dios no sería la justicia 1 [De“ La Vóz de España. ] Cablegrama oficial. Por la Secretaría del Gobierno Ge neral se ha facilitado á la prensa la si guierte importantísima noticia : “Se sabe oficialmente en el Gobier no General que, ayer día 12 continua ban los americanos atacando á San tiigo de Cuba sosteniendo nuestro Ejército sus posiciones sin que con sigan dominarlas hasta ahora nuestros enemigos. También se tiene conocimiento de que el enemigo ha confesado oficial mente haber tenido en la-jornadas de! i°, 2 y 3 del actual, 1464 bajas, y co mu coa posterioridad hin ocurrido otros ataques rudos, es de suponer fundadamente que no bajaran de tres mil hombres U pérdida que han su frido Así se explica que el General Schaíicr haya pedido con urgencia á loi Estados Unidos refuerzos que se gurumrnte se le enviarán ó !e habrán si lo enviados' SIMPATIAS. i Del importante periódico de Rué nos Aires ‘ La Tribuna", tomamos el siguiente suelto que publicó con me ; tivo rio la luptura de relaciones entre ; ¡España y los Estados Unidos "lía llegado el momento de prueba para España Sus relaciones con la gran república norteamericana están rotas, y á las argucias de la diploma ¡ cia, á las coni¡K>n<;ndas de circunst.m- i das, á los disting >s de las conferencias á las sutilezas d-- las negociaciones, 1 tiene hoy que suceder la energía de la acción, la fuer/a de las armas, el poder de sus naves y el Sacrificio de ¡ las vidas de sus h jos. No ha de escatimar e-fuerzos cicr lamente un pueblo que, en medio de sns contrariedades, de sus trastornos políticos, de la limitación de sus re cursos, ha sabido conservar siempre la entereza de carácter, el valor no desmentido y la abnegación siempre probada, que constituyen las cualida des distintivas de su raza. I Kn la contienda que surge, ha lo grado España conquistarse en estos últimos tiempos las simpatías genera les. Si fríamente se examina la acti tud de los Estados Unidos, no se en cuentra justificación para el piso que ha llevado á cabo con la presentación de un ultimátum que país alguno que se estime podría recibir impasible. N'o se trata aquí ya. por mucho que quie ra disfrazarse la intención, de un acto desinteresado, de esos que todo ¡o jus tifican y todo lo abonan. Ahí esta el mensaje dei presidente Mac Kínley, que bien ciertamente ex presó cuales son los propósitos que se ,'pcrsiguen como resultado definitivo ,de ia contienda. Estados Unidos | obedecen al espíritu de expansión que : se nota, hace mucho tiempo, en aquel pueblo, poseído de la importancia de ■su crecimiento rápido y asombroso j Faltábale á su grandeza económica é ¡industria! el complemento de supo Ufer como nación militar para pesar en la política y en las doctrinas del mun do, y ese es el sueño que quiere realt i zar hoy, aspirando á imponerse como el pueblo dominador del porvenir. Lanzado el guante, .ña lo ha recogido y sin entrar eu las frías es peculaciones del cálculo apréstase de cidida á la lucha, confiada, como dj j la reina en su mensaje a las Cortes en que atravesará sin mengua de su honra esta gran crisis á que hoy se ¡a provoca sin razón y sin justicia. Contorta verdaderamente el ánimo, en medio de las grandes miserias de la vida ver cómo ni los egoísmos de la civilización moderna, ni los contras tes de la adversidad, son suficientes á apagar en nuestra raza el fuego santo de! patriotismo, capaz de todas ¡as abnegaciones, inspirador de todos los sacrificios, generador de todos los he roismos. Al contemplar á España en este! momento supremo, á nosotior, que j llevamos su sangre en nuestras venas i y su tradición en nuestras almas, tó-! canos descubrirnos con respeto y sa - I ludarla con admiración El Peñón d. 3 Gibraltar, Es tnuy interesante una correspor,- ; dencia de Gibraltar que publica Le Temps , porque contiene descripcio nes de ’as fortificaciones inglesas. “He podido visitar, dice, las céle bres galerías centenarias que los in- 1 gleses han abierto, á todo gasto, en el espesor del Peñón; dominaodo la rada de Algeciras y la estrecha boca del territorio neutral que separa á Es ducidos á menos de la mitad, viendo que no se les socorría y que se les acribillaba á balazos y bayonetazos, empezaron á retirarse. Pero nuestros bravos se colocaron en los dos estre chos portillos que habían abierto; y allí, á la bayoneta, hicieron una car i nicería en los que salían. El resto de los asaltantes, una vez ganado el cam po, se retiraran en buen orden, hasta! 1 incorporarse con la reserva, que no había podido hacer más que defen derse contra nuestra caballería. La refiada que emprendieron los derro tados, justo es decirio, fue bridante Hacían un fuego escalonado, viví simo, lo que impedía hacerles una persecución eficaz, y en Baeza <we hi cieron firmes. Llegad* la noche; re plegóse nuestra infantería, quedando la caballería en observación. El bravo comandante Barrera vivió lo suficiente para tener este diálogo I con el generó!, que le fue á ver, ter minado que hubo de rechazar al ene migo, —Mi genera 1 , ¿ha quedado con gloria mi bata Ion? —Con mucha gloria y honor, con testó este. Pues muero contento. ¡Adiós!’ y espiró. Aquel valiente era un joven de 24 años, adorado por la tropa y ad ! Boletín Mercantil. paña de la fortaleza británica, toman aire y luz por innumeiables aberturas armadas de cañones de mo lelo más o menos moderno. Es una excursión fatigosa y de interés esc.iio. Mis curioso seria un paseo alrede dor del Peñón, de esta inmensa roca que m ; de cerca de 4.000 metros de extensión por 250 de andró y 420 de a tura medía; pero la ascensión está rigurosamente prohibida á los pro fanos, los cuales deben lito tar su cu riosidad á la contemplador del ver tiginoso acanti ado que da frente á España, se prolóng * del ¡ad> dd Me diterráneo hasta la t aleta, iape ¡ueña aldea de pescadores, y por a parte occidental comprendida entre a í’uer ta del Mar y el barrio ingles de la Punta de Europa. Ni aún dejan vi sitar las interesantes grutas de San Miguel, situadas en e! extremo uert dional del Peñón, donde 500 soldados de ingenieros, con exclu ion de obre ros indígenas, ejecutan en estos mo mentos grandes trabajos de defensa unos 20 mineros, traídos de las pro viñetas vascas, son los únicos que en aquéllas toman parte y por uno de ellos he sabido que el jefe del almi - rantazgo Mr, Goschen, hizo el domin go ¡a inauguración de una galena nueva; la recorrió á caballo desde la Caleta hasta e¡ bardo de Rusia. Las fortificaciones se extienden del Norte al Sur de la roca, y tienen 800 piezas, cruzando sur fuegos sobre to da la rada y el litoral crprñol, las ba terias bajas están unidas á los pisoi superiores par coi tinas verticales; las baterías altas son de dos ciases: ¡as unas cubiertas, las otras en barbeta: comunican entre si por caminos cu biertos, con plazas de armas almace nes, j olvorint-s, depósitos de aguas, escaleras, ventiladores, etc. Al Nor te, en la parte más eleva la de! Peñón se encu -nfa la batena B ack Month y a! Sur la del Acho, armada de 12 piezas de 60 toneladas y adonde aca ba de ser trasportado el cañón de 100 que amenazaba antes á Algeciras. Las baterías rasan es, nrm .das Je cañones de 30 á 40 tonc adas, se ex tienden desde c! muelle de la Puerta de Mar h *sta la punta d- Europa, las del Norte cubren con sus fuegos la costa española hasta la desembocadu ra de GuaJarranquc, ¡as riel centro ¡baten a Algeciras y la paite del lito ral español comprendido entre l’almo nes y la punta de Santa García; las del Sur están dirigidas centra la ense nada de Gctares y Punta ('amero; y en fin, la ultima serie, que protege ia punta de Europa del lado dei Mcdi terranco, contiene una ultima pieza de roo toneladas Ull ancho foso, fácil mente inundable, un bulevar y glacis con minas, separan a Gibraltar del resto de España; estas obras están protegidas por pequeñas piezas de ti ro rápido y por baterías más impor tantes, á barbeta ó en casamatas, cons truidas sobre el flanco del Peñón. Trabajase mucho en estos monten tos, los artilleros reemplazan en Punta de Europa el cañón de too toneladas 1 por una enorme pieza que se carga por la boca y pesa 120 toneladas. Este trabajóse lia retrasado; á cau sa de una mala maniobra el cañón ca j yó en la batería, en la que ha causado; desperfectos: es preciso, pues, levan - j tarlo, lo que parece laborioso sin una potente grúa. Los ingenieros destruyen la peque- i ña meseta de San Jorge, donde el ge neral O Haza quena hacei construir' una torre bastante elevada para domi ' nar lacada del Trocadero y ver lo I que ocurría en la Carraca (?). Este! proyecto desatinado, fue desaprobado poi el gobierno, y ¡os gastos que de- j i bian ser yi considerables quedaron! i por cuenta del infortunado general, 1 que quedó ao arruinado: alii los inge-! i nieios instalaron una bat.ria de cúpu- 1 la, altamente formidable que hace su-' i per fijos los trabajos gigantescos de Punta Europa. ¿Qué hara, pué-, la arti lería de to fos e>t s cañones, de estos polvorines I enorme, de esos almacenes, de esas! | espaciosas cisternas, de esas montañas de balas y granadas de todos ¡os ca libres que hay acumulado en ese pun | to? ¿En qué van á emplearse esas 4.000 muías que contienen las cuad-as, puesto que no pueden ascender á esas alturas? TANARUS ropas á Filipinas Por el ministerio de la Guerra se ha dictado una real orden circular, j que publica el “Diario Oficia!’’; por la ! que se dispone lo siguiente: J ? 1 odos los jefes, •oficiaLs y asi ! inilados que formen parte de los bata llones expedicionarios organizados por real orden de 9 del actual, pertene cerán a ellos en comisión, corservan do los destinos ó situación que tenían al ser destinados para aquelioí 2? Los capitenes generales desti narán, en comisión, á las zonas ó re gimientos de sus regiones, donde re sulten vacantes de jefes por su destino á los citados batallones expediciona - ríos, á otros de igual graduación agre gados á las mismas unidades. 3V También nombrarán, en comí mirado por los jefes y oficiales Esta acción, que ganamos cou mil hombres menos que el enemigo, nos costó bastaotes perdidas, si bien en la clase de jefes y oficiales no hubo más que la citada, dos capitanes he ridos, Badillo y Serrano, ■ y yo. Algunos soldados me traslad iron a mi alojamiento, donde el cirujano :me hizo la primera cera, que fue cruel. Casi perdí el sentido. Pero gracias á los cuidados que me prodigaron mis caiitativos patrones, á los siete dias esta ya convaleciente Mi regimiento se había trasladado a j Baeza, y allí tuve que pasar el 22 de Mayo, con mucho dolor, monttrdo en un mal caballo. Todavía la herida estaba abierta, haciéndome sufrir mucho cada vez que me cambia bau las hilas, El 25 salió mi compa | ñía de avanzada ai pueblo de Ibros, junto con otra de Tiradores de Cádiz y 25 caballos. Con gran sentimiento dejé de salir en esta expedición, por no permitírmelo mi estado de salud. Quedé, sin embargo tan violento que al cabo de una semina me resolví á incorporarme á ella de cualquier modo j Monté, pues, en un bagaje, y llegue a! indicado poblado, que está entre ! dos caminos que van á Linares y á Andújar. Teníamos orden de acampar ai raso. Pero mi capitán se sión, pira prestar servicio en los cuer pos activos en ret npLzo de ¡os capi tanes designados para batallones ex pedición arios ó que fueran destinados á Canarias con mo’ivo de la moviliza ción de aquellas reservas, á otros del mismo e npleo de los regimientos de reserva de sus regiones respectivas. 4? Loscaaitanes generales darán cuenta á este ministerio de uno 3 y otros nombramientos. 5? Los designados tendrán los sueldos, gratificaciones y descuentos correspondientes á sus nuevos cargos. 6 1 ’ Asimismo nombrarán los capí- 1 tañes generales los médicos y capella nes que deban reemplazar, en comí sión, á los que marchan con los exprc sados batallones expedicionarios, y s no los hubiese en la región darán cuenta á este ministerio para resolver lo que proceda. FRANCIA Y CHINA. En el Consejo de Ministros ce lebrado en París el día 7 del pa sado Junio, manifestó Mr Uano tanx, Ministro de Relaciones ex teriores, que el Gobierno de Chi ra ha acordado dar á Francia las satisfacciones pedidas por el ase sinato. Si írirán condena los culpables, castigándose á las autoridades por falta de previsión. Joncederase una indemniza ción de cien mil trancos, y se construirá una capilla conmemo rati/a en e! lugar del crimen Además de esto, China otorga á Francia autorización para cons truir un ferrocarril que, partien do de Pakhoi [ Golfo de Ton kin ] llegue hasta Nanington, completando así las vías de co municación del comercio hácia la China meridional por las regio nes próximas á Tonkin Lo que luce el miedo. Se ha operado un cambio ra dical en la actirud de tolos los periódicos norteamericanos. Llenaban antes sus columnas con bravatas y relatos de soña dos triunfos, y ahora se dedican á publicar historias terroríficas del espionaje español, algunas de las cuales sintetizamos para que se juzgue por ellas de cómo andan de ánimo los yankees. Que han sido detenidos algu nos individuos que trataban de envenenar los depósitos de agua potable de Washington. Que otros individuos procuran descarrilar los trenes que condu cen tropas, y volar con dinamita líos edificios públicos de Nueva York y las manufacturas milita res del Estado. ! Que en las tripulaciones de to dos los buques de guerra norte ! americanos hay, dispuestos á vo larlos en ocasión oportuna, algu | nos espías españoles. ¡ Estas y otras fantásticas in venc'ones tienen aterradas á las i gentes sencillas. Acrece su hondo malestar el alza exorbitante que han sufrido los precios de los comestibles, 1 los vestidos y los combustibles. Como consecuencia natural de I tal estado de cosas, la perturba ción experimentada por los ne gocios es enorme, y la situación de la población muy crítica. Son muchas las personas que ! confiesan ya, que no podían figu rarse que ia guerra con España causara tales efectos. Indisciplina yankee, GRAVES DESÓRDENES. Se han recibido nuevas y gra ves noticias acerca de los desór denes ocurridos ei. los campa mentos de Chickmanga, cerca de Pampa. Los blancos y los negros no pueden avenirse y han ocurrido colisiones sangrientas. También cunde la indisciplina en Cayo Hueso. Hallábase anclado en ese puerto el monitor Amphitrite y su tripulación fué atacada por ios negros cerca del muelle. Entablóse una lucha á cuchi llo, resultando muchos heridos. Como se espera que continúen esos desórdenes, acaban de adop tarse severas medidas. Los presos fueron sujetados con esposas y apaleados. encaprichó en hacer un reconocimien to sobre Linares, que á poco nos sale caro. Quedó allí la otra compañía, y la nuestra, con los caballos, avan zó sobre dicho punto. Al amanecer encontramos á un paisano, ya cerca del pueblo que íbamos á reconocer quién nos aconsejó que no siguiera mos adelante, pues había entrado allí un batallón trances como de quinien tas plazas, El capitán siguió en sus trece y continuamos. Ya cerca de la entra ¡a, empezaron á salir compañías por lo* du¡ iba os y al momento nos encontramos envueltos. Entonces el capitán se convenció de su temeridad y mandó em¿ render la retirada, ha ciendo luego por intéivalos. El ene migo t!< egó sobre nosotros una guer; ¡lia, que tue atacada con denuedo por lo , 2 5 chillos que nos acompa ñaban. La persecución de que turnios objeto, duró hasta las tres de la tar Je Desmayados de lumbre y de latiga, I ¡legamos á Ibros, más bien en fuga .que en letirada La única compañía ■ nuestra que allí habí?, viendo al e?e migo numeroso, que nos iba a los al cances, despachó una guerrilla á su encuentro, la cual fue arrollada. En tonces nos cargaron los franceses á la bayoneta. Todos comprendimos que éramos perdidos si á fuerza de valor y audacia no nos salvábamos. Para la Península. Ayer embarcó con d : r ec : ón á la Península nuestro respetable y -sti .nado amigo don Gumersindo Surez, acompañando á su distinguida fami lia. Igualmente se h ausentado de esta Isla, en unida de sus tres señores ni jas. nuestra distinguida amiga la se ñora doña Belén Miranda, Viuda de Orbeta. A tan queridos amigas deseamos un felicísimo viaje y toda suerte de prosperidades en la Madre Patria. XO lis CIERTO. Según un colega, que no lie vará al repetirlo una intención ciertamente piaiosa , se dice que nuestro distinguido y buen ami go don Pablo Übarri, Comandan te del Batallón de Voluntarios número 1, ha pretend do renun ciar este cargo, sin que le haya sido admitida la renuncia. Aunque nadie que conozca las relevantes condiciones de! señor Übarri ha podido dar crédito á semejante e-pecie, bueno es ha cer constar que el rumor en cues tión. que el se dice desdichado es en absoluto falso y sólo ha podi do emanar del arroyueio anóni mo donde sufren persecución y martirio las reputaciones más bri llantas y los prestigios más aca b *dos. I)e lamentar es grandemente que la prensa, cuya misión es s: ria y elevada, se v<*a impulsada á vec.2s, por un mal entendido es píritu de información, h hacerse eco de noticias estrafalari as y evi dentemente falsas, sin detenerse á examinar el fundamento ó la razón en que puedan apoyarse las mismas, y más de lamentar toda viu, que. el resto de la prensa que no participa de los ¡(.leales de la información fin de siecle . ó sea, del furor noticien!, se vea preci sada á llevar sobre sus hombros la pesada carga de desmentir un dia lo que la otra en el anterior da por seguro y cierto al público “impresionista." PACTO DE COLO! C3N LOS REYES_ CATOLICOS. El 17 de Abril fué el 406 aniversa rio del celebre documento conocido por pacto ó “Capitulaciones de los Reyes Católicos con Cristóbal Colón fechado en Santa Fe el 17 de Abril de 1492, cuyo testimonio auténtico existe en el Archivo del señor duque de Veragua, registrado en el sello de Córtes de Simancas. Hé aquí copia de las CAPITULACIONES Las cosas suplicadas é que vuestra- Altezas dan y otorgan á don Cristó bal Colón, en alguna satisfacción de lo que ha de descubrir en las mares Oceanas, y del viaje que agora, con el ayuda de Dios, ha de hacer por elias en servicio de vuestras Altezas, son las que siguen: Primeramente, que vuestras Alte zas, como señores que son han de di chas mares Oceanas, fagan desde ago ra al dicho don Cristóbal Colón su Almirante en tolas aquellas islas é té rras firmes, que por su mano ¿ indus tria se descobrieren ó ganaren en las dichas mares Oceanas para durante su vida y después dél muerto á sus herederos y sucesu'es de uno en otro perpetuamente, con todas aquellas preminencias y prerrogativas pertene cientes á tal ofic o, é según que dou Alonso Enriquez vuestro Almirante mayor de Casti la, é los otros prede cesores en el dicho oficio lo tenían en sus distritos. Place á sus Altezas, —Juan de Ce loma. Otro sí; que vuestras Altezas facen al dicho don Cristóbal Colón su Viso rey y Gobernador general en todas las dichas islas é tierras firmes, que, como dicho es, él descubriere ó gana re en ¡os dichos mares; é que para el regimiento de cada una é cualquier deiias fag.jél elección de tres personas para cada oficio é que vuestras Alte zas tomen y escojan uno, el que más fuere su servicio, é así serán mejor regidas las tierras que nuestro Señor le dejará fallar é ganar a servicio de vuestras Altezas. Place a sus Allegas.—Juan de Cos loma. Item: que todas é cualquier merca du ías, siquier sean perlas piedras preciosas, oro, plata, especiería, é otras, cualesquier cosas é mercadería de cualquier especie, nombre é mane ra que sean, que se compraren, troca ren, fallaren, ganaren é hovieren den Sacando fuerzas de Haqueza los que tanto habíamos andado, y eficazmen te apoyados por nuestros compañe ros de Cádiz, que estaban descansan dos, abrimos un fuego tan nutrido so bre el enemigo, que se detuvo para contestarnos. Los fusiles no cesaron de funcionar hasta que sobrevino la noche. Nuestros pocos dragones ha cían prodigios de valor arremetiendo con sus caballos á los franceses y mo testándoles con sus continuas escara muzas. Después nos llegaron por for tuna dos compañías de refuerzo. For la mañana ya no se veía al enemigo. Se había retirado. El día 6 regresamos á Baeza. CAPITULO VIII. la nitrada. K! 12 de Julio se presentaron fuer zas en aquel punto, y nos retiramos á Üboda —en cuya plaza acampamos. Allí hubo noticias de que él general Sebastian), con su división de ocho ó oiez mil hombres, se nos venía en cima. No era posible intentar !a re sistencia. Así es que ántes de ama mxer tuvimos que emprender la retí rada a toda prisa—en dirección ála sierra y pueblo de Quesada. Es ta marcha precipitada de ocho le tro de 1 s límites de* dicho Admiran- 1 tazgo, que dende agora vuestras Al tez i* fasen merced a! d ; cho don Cris tóbal y quie*en que hya y Leve para •i la decena parte de todo ello, quita das l?s costas todas que se ficieren en ello Por manera que de lo que que d re limpio é Übre haya é tome la de cena parte para sí mismo, é f ga deda á su vo’untad; quedando ía otras nue ve partes para vuestras Altez.s Place a sus Altezas —Juan dt Cos lom 1. Otro si: que si á cau<a de las mer cadurías que el traerá de ¡as dichas islas é tierras, que así como dicho es, se ganaren é descubrieren, é de las que en trueque de aque; as se toma-j ran aoá de otros mercadería, naciere p eño algún en el logar donde el di- 1 cho comercio ¿ trato se terná é fará; que si por la p'eheminenria de su ofi-¡ ció de Almirante le pertenecerá cog nosrer de tal pcito. plega á sus Alte- 1 zas que él ó su Teniente, y no otro juez cognosca de tal pleito, é as lo prevean dende agora. Place a sus A ilesas, si pertenece al licito oficia de Ai mirante, según que l<> ten a el dicho Almirante, don Alon so F.ur¡ques y los antecesores en sus tistntos , y b endo justo,—Juan de Cos | loma. Pem; que en todos los navios que ic armaren para ei dicho trato é ne gociación, cada ó ruando, é cuantas veces se armaren, que pueda el dicho don Cristóbal Colón si quisiere con tribuir ó pagar la ochena parte de to do lo que se ga-tare et d armazón, é }ue también haya é lleve del prove cho la ochena parte de lo que resulta re de la tal Armada. Place a sus Altezas.—Juan de Cos loma •> •Son otorgados é Jespachados con las respuestas de vue-tras Altezas en fin de cada un caprulo, en ia villa de Santa Fe de Granad, diez y siete de Adril del año del Nac miento de nuestro Salvador Jesucristo de mil é cuatrocientos é noventa é dos años, Yo el Rey. — Yo la Rema. Por mandato del Rey é de la Rci na, Juan de Loloma. Registrada, Caluña. Succión liteharia. EL MISIONERO. Allá abajo, en el siniestro país de extremo Oriente y durante el triste periodo de la guerra, nuestro buque, un soberoio acorazado, se hallaba fondeado desde hacía varias semanas, en su puesto de bloqueo, en una ba hía de la costa. Apenas teníamos comunicación al guna con la tierra, puesto que la ti rantez de relaciones daba lugar á que los campesinos de aquellos contornos se mostrasen desconfiados ú hostiles ; I un calor sofocante no cesaba de ¿tor-, mentarnos, y el cielo, de aspecto tris tón y velado por espesos nubarrones grises, nos apenaba aún más. | Una mañana, hallándome de guar-, dia, el timonel vino a decirme : —Capitán, se aproxima un cham ¡ pau que viene de la bahía, y parece querer acercarse á bordo —¿ Quén lo tripula ?.. ¿ Qué pa saje trae ? Antes de responder, indeciso, vol vió á mirar con el anteojo : —Capitán, en la proa viene senta do un chino; parece un bonzo; en fin no se lo que es. I Al cabo de un rato, silencioso y deslizándose suavemente por la bahía, vimos al champau acercarse. Una joven de tez amarillenta y vestida de negro remaba de pie, y trayéndonos á aquel visitante estoico, que por su zestido parecía, en efecto, un bonzo de Annam ; pero tenía barba, y su figura arrogante denotaban su origen* europeo i Una vez á bordo sí acercó á salu darme en correcto francés, aunque con timidez muy marcada : —Soy m sionero—me dijo y lo renés de nacimiento; pero habito ha ce más de treinta años en una aldea situada á seis horas de m-rcha de aquí, en un terreno e.i donde hoy, y por mis trabajos, sOn ya todos cris tianos. Quisiera hablarle al Coman dante paia pedirle aux lio, porque los rebeldes nos hm amenaza lo y te hallan á la puerta de nuestra aldea, y estoy seguro de q,e si no s- acude pronto a salvarlos, todos mis hijo- de ’ religión seian asesinados. De-gracadainente, il Comandante se vió obligado á negarle toda clase de socorros, por cuanto el armamen to y dotación disponibles los tznia en otra región, y sólo nos quedaba el número preciso de marineros para vi \ gilancia del acorazado; así es que nos fue preciso abandonar á su uer te á aquellos pobres sectari s de la fe,! y considerarles como cosa perdida < El champau y la joven que le guia , ba volvieron á tierra, y el misionero‘ se quedó á bordo de nuestro acoraza do, algo taciturno, pero sumiso y re j signado. ' Durante el almuerzo, que compar fió con nosotios, guardó silencio, sin duda poique el trato continuo de los : guas interminables fué penosísima, particularmente para mi que nunca había andado á pié y que aün me molestaba !a herida. El sediente sol d¿ de Julio enviaba sus layos sobre 1 nosotros, como gotas de plomo derre ¡ tido. Allí cayeron sin vida una por* 1 ción de hombres sofocados. Jadean tes llegamos al p'é del pueblo con los franceses a una miila de distancia. Pero entre nosotros y el pueblo inter poníale un rio profundo. La noche había echado ya su pardo crespón so • bre nosotros, pero la tierra nos traía en sus ondulaciones e¡ ruido de los' cascos de la caballería enemiga Yo estaba tan cansado y adolorido, que' deseaba que aquellos caballos me pa-: sasen por encima, para dejar de pa-| decer. l’ero no había remedio. Era preciso pasar el rio con el agua al pe cho. y al rio nos lanzamos chorrean do de sudor. Llegamos á Quesada mas muertos que vivos, pero allí no encontramos < el reposo que habíamos menester. El 1 enemigo, que traía muy buenos prác- ’ ticos, cruzo también el rio y a la una i de la noche nos atacó. Contestamos < sus fuegos y desalojamos el pueblo, < dirigiéndonos á Pozo Halcón, que es- f tá nueve leguas distante Cruzamos montes y cerros y bosques y arroyos, dando mil rodeos, y llegamos allí en nata rales de aquel país le había he cho cambiar de carácter ; únicamen te pareció animarse cuando después del café se sirvieron cigarros, y pidió tabaco francés para atiborrar la pipa, placer que. según nos dijo, hacia veinte años no se le había proporcio nado. Poca después, alegando estar ren dido poi la distancia recorrida, pidió permiso para descansar ¡ Y pensar que sin duda ¡hamos A . ter.er entre nosotros i aquel huésped | imprevisto algunos meses, hasta que . nos fuera posible repatriarlo ! Asi es que sin entusiasmo alguno, uno de nosotros se le acercó á decirle : —Padre, se ie ha preparado una ii teia, y excusado es decir que será nuestro huésped hasta el dia en que podamos depositarle en lugar se . uro. El misionero quedó sorprendido, como si no comprendiera bien. —No, hijo; sólo esperaba que pa sara la hora del calor para pedir un bote que me ¡levase á la bahía; antes déla noche me conduciréis á t erra, ¿no es verdad? —¿A tierra? ¿Y qué vais á hacer allí? \ olver á mi aldea—dijo con una sencillez verdad ramente sublime - ¡Ay, yo no puedo dormir aquí; t.l vez el ataque sea esta noche! A cada palabra, aquel se*, que al principio no pareció tan vulgar, se engrandecía á nuestra vista y comen zábamos ya á rodearle con entusiasta curiosidad. Sin embargo—le dijimos,—si eso Lega á suceder, usted será el primero á quien ataquen. ! —En efecto, es muy probable que sea asi—respondió tranquilo y resig nado, como los mártires de nuestra religión. Según sus palabras, diez de sus hijos le esperarían en la plaza á la puesta del sol, y to los reunidos vol verían de noche á la aldea amenaza da, para esperar con cstóico valor la voluntad de Dios. | Coma q itera que le instásemos á que se quedara entre nosotros, mani festándole que falto de auxilio, co rría á una muerte cierta, se manifestó inniutab e en su deris ón, terminando por decirnos con voz solemne y eos movida. Después de haberlos convertido á la fe divina, ¿queréis que los aban done cuando son ptr>eguid<M por su misma féf ¡No, son mis hijos! ¿coid ! prendéis bien? ¡y con ellos debo no rirL. j Profundamente emocionado, el ofi cial de guardia mandó preparar - uno de nuestros botes para conducirle á tierra, y todos corrimos á estrecharle la mano al marchar. Tranquilo, impasible, mudo, nos entregó una carta pira un pariente suyo que residía en Lorena. tomó una pequeña provisión de tabaco trancés, yel bote se pu r o en marcha. { Y mientras se extinguía la lut cre puscular, permanecimos contemplan do silenciosos cómo se alejaba sobre las tranquilas aguas de ia bahía la 1 hermosa silueta de aquel apóstol de 1 nuestra sacrosanta religión, j Ala semana siguiente nos hicimos , á la mar, no sé con qué rumbo; y A partir de aque.la fecha los aconteci mientos nos tuvieron haciendo sin cesar peligrosos cruceros. Jamás volvimos á oir hablar de él, y por mi parte creo que su recuerdo no hubiese acudido á mi mente si monseñor More!, Director de las Mi siones Católicas, no me hubiera pedi do con insistencia cierto día que de dicase un recuerdo á la heróica legión de misioneros. Pierrt Latí. Gaceta de ayer. j Orden del Gobierno General .s< luían Jo el Ceremonial que ha !ha di* guardarse en el acto de la ’apurtura de la. Cámaras Insula | res. I —Continuación de ia lista de suscripcL'n —De reto .!e Gracia y Justi cia declarando que la sustitución de .a Notaría de Casjuas corres ponde entre ios Notarios de la Capital al que elija el Juez de i? Instancia de aquella ciudad para cada caso ; y en el presente á D. Mauricio Guerra y Mondragón. Otro declarando con carác ter general, que el nombramien- to, suspensión y separación de los subalternos de los Juzgado* y ¡Tribunales, corresponde á los Jueces y Presidentes respectivos. (¿aceta I*o hoy. i Continuación de la lista desús cripcióo. ¡ Cablegrama del Gobierno de Madrid dando cuenta de que la ¡ Gactia de Madrid del día to del 1 actual publica un decreto por el que se admite en la Península el tabaco de esta Isla sin aumento de derechos cuando sea conduci- t la madrugada del 15. Por fortuna habían dejado de perseguirnos los franceses. Situados de observación en un ce , rf ° que dominaba el camino de Baeca i estuvimos casi un mes. La miseria que reinaba entonces entre nosotroe y en todo el ejército español, era horri ble. Desde mu.ho antes de llegar yo no se daba á nadie su paga. Sis ropa ni zapatos, sin otro alimento que una libra diaria de carne de cabrito y un pedazo de negro pan de centeno, pasábamos nuestra triste vida. El 14 de Agosto al amanecer ob servamos con el anteojo que los cara pamentos y barracones del tercer ejér- cito, situados en la venta del Baúl. I como hez leguas de nosotros, esta . ardiendo. Pronto llegó un ex preso del general en jefe de que Se bastian! avanzaba sobre nosotros, des pués de haber derrot do el núcleo de nuestras fuerzas. En viitud de este desastre nuestro general, Cuadra, nos hizo tomar posiciones entre el pueblo >' el rio > y mandó que un batallón te adelantara á emboscarse n un olivar que estaba a la izquierda del camino de übeda, como á un cuarto de le gua. [Con riNt'.sn aJ