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boletín Mercantil be TtMo.-IRíco ■ 1 - 111 ■" ■ 1 IMmmí Mtllll • MRtaVOIK AÑO 70. Á les mitos v Apte t o a. • Para la buena marcha de esta Adminis tración, no admitimos altas de suscripto res á este diario sino desde el I o de cada mes. Las BAJAS se avisarán los días 30 ó 31; cdviertióndose que las que se dieren con posterioridad no se tomarán en cuenta ni •nrtirán efecto en la contabilidad basta el día último del mes siguiente al en que se soliciten. i sclie si Hilé A mis discípulos agricultores Cuando ya suponía desterrada la idea de despojar los cafetales de la sombra que favorece su vegetación, me hacéis saber que las especies ver - tidas y aceptada s por algunos agri cultores, no solo se refieren ála tala de plátanos, poderosos auxiliares pa ra el arraigo y crecimiento de los re siembros en su nueva habitación; si no también á los demás árboles que prodigan benéfica sombra y sustan cial abono. Añaden algunos que de ben podarse las ramas bajas de los arbustos, porque solo las tiernas abun dan en frutos; mientras, aseguran otros, que la poda debe ser del ex tremo superior del tallo y algunas ra mas hasta quedar el cafeto á la altura de una vara próximamente. Esta facilidad para creer cuanto nos dicen bueno <5 malo, evidencia nuestra ignorancia sostenida por el rutinarismo que engendra el tan re petido dicho: ¿qué podrán enseñarme, que yo no sepa sobre el café si me han na cido los dientes debamos de los palos? vSin embargo, las plantaciones de los que tal dicen, son unos verdaderos semi lleros poblados de yerbas adventicias que no dejan producir á las plantas en cultivo, la tercera parte de lo que rendirían bien a ten d idas. Conocer la vida de los vege tal es, como creen, fructifican y se reproducen, y las sustancias de que se componen para proporcionár selos á los terrenos insustanciales por medio de los abonos, debió ser siempre nuestro anhelo, así como el estudio de la Econórnia rural para aumentar los ingresos, disminuir los gravámenes y resistir la competen cia produciendo nosotros mejores y más baratos productos que los que nos vemos obligados á comprar por negligentes. Antes de decidiros á plantear cual quier innovación en vuestras fincas, estudiad bien su origen; sobre todo, el el ima, cuya influencia es causa principalísima de toda vegetación. Para hacerlo con más acierto, copio á continuación lo que los físicos entien den por clima. “Dan el nombre de clima á las zo nas caracterizadas por su temperatu ra media anual,la serenidad del cielo, la humedad y naturaleza del suelo, la del aire y dirección de los vientos, la presión atmósfórica, la frecuen cia de lluvias, tempestades Bc. Por el grado de la temperatura, más ó ménos estable ó voluble, los clasifican de constantes, variables, ex cesivos. ardientes, cálidos, suaves, templados y fríos. Las principales causas que modifi can los climas, son; i. Lalatitudque determina la oblicuidad de los rayos solares, y la mayor ó menor absor ción del calórico por el suelo. 2. La altura sobre el nivel del mar, que en la zona tórrida acusa un grado de descenso por cada 187 metros, de al tura. 3. El declive del terreno en su exposición local; pues mientras el lado de una montana es estéril, el otro posee una fertilidad sorprenden te. 4. La situación de las montanas que condensan los vapores de las nu bes y los transforman en rios y arro yos; se oponen al paso de los vientos y los refrescan cuando rozan sus cum bres cubiertas de nieve. 5. La pro ximidad al mar que suaviza la tem peratura ardiente. 6. La naturaleza del terreno, porque su color y com ponentes absorven y conservan más <5 ménos el calor y facilitan la esten sién de las raíces. 7. Los vientos DIARIO INDEPENDIENTE DE INFORMACION UNIVERSAL. reinantes que purifican la atmósfera. 8. La cultura de los habitantes para higienizar los lugares infecciosos. Bc. Con estas notas á la vista, fácil se rá conocer las circunstancias de los climas donde se cultiva el café. Si del examen no resultan idénticas, de be suspenderse toda labor, porque una sola circunstancia que sea dife rente, diferente también ha de ser el cultivo. Empecemos por Puerto Rico donde se aclimató y vivió sin necesidad de sombra hasta principios del siglo XIX en que el hacha empezó á talar los montes impenetrables que daban frescura á las capas de aire más pró ximas á la tierra; disminuían el poder diatermo de los fluidos y favorecían la filtración del agua pluvial, origen de las fuentes y ríos que fertilizaban las tierras con mucha frecuencia. Hoy no existen aquellos copiosos montes, las lluvias son más escasas, y como consecuencia necesaria el terreno vá perdiendo su vegetación. Urge, pues, neutralizar aquel poder diatermo con el atermo de otros cuerpos que no permitan el paso, á través de sus mo léculas, de los ardientes rayos del sol. Si la siembra de arboledas si gue tan indiferente como hasta aquí, la isla será inhabitable antes de fin de siglo. No basta la sombra de las plan taciones de café, ni la labor de un día anual en todas 13S escuelas de la isla para fomentar la riqueza forestal: es preciso que los propietarios pri mero, cubran los lugares inproducti vos de sus fincas con árboles de sombra, madera ó frutales según la clase de terrenos. • A los propietarios rurales deben seguir las autoridades, facilitando los medios para aumentar la fertilidad del suelo; y á los dos, el Honorable Comisionado de instrucción con las Honorables Cámaras para fundar en cada pueblo una clase por lo vunos de arboricultura, dirigida por peritos muy conocedores de las condiciones climatológicas del lugar para fomento de la espesura con los actuales árboles ó con la aclimatación de otros exóticos. Ala creación de de dichas clases debe acompañar una ley sobre el respeto á las plan taciones que se hagan, pues, de otro modo será inútil la enseñanza é inú tiles los gastos hechos en este sentido sin provecho para los naturales ni para la metrópoli. Volvamos al café. Respecto de la poda de las ramas y el ápice del tallo hay una contradicción que sólo puede explicar la situación de las plantaciones. Se comprende por ramas tiernas las herbáceas próximas al ápice del arbusto; dichas ramas apenas llevan artículos ó nudos donde puede tener lugar la floración y fructificación; de modo que la poda de éstas no per judica tanto como la de las ramas inferiores que son las más ricas en yemas de hojas, flores y frutos. Si éstas desaparecen, el tallo se dilata brotando ramas altas poco ó nada productivas. En las altiplanicies de 600 á 1500 metros de altura sobre el nivel del mar tiene lugar la poda alta porque la recolección se verifica en el suelo. Tampoco tienen sombra los cafetales de Entre-Ríos. S. Paulo, Santos y otros lugares del trópico de Capri cornio, donde radican las plantaciones purificadas por los vientos que atra viesan rozando los nevados picos de los Andes, cordillera del Brasil y Sierra Vertiente; de igual modo y por indéntíca causa vegetan al raso los cafetos del Sur de Méjico en los estensos valles formados por el Po pocatepel, Orizaba, Jorullo y sierra Madre continuación de los Andes. La poda de las ramas bajas me es desconocida, pues aunque en el Norte de la América del Sur se practicaba esta ruinosa labor; en la actualidad no se practica debido á las indica ciones de nuestro método que ha dado muy buen resultado en la mayor parte de los países donde se esplota el café con ó sin sombra, según lo demuestran las tres ediciones segui das que se han hecho de él. José Ballesteros Muñoz. Yauco, Puerto Rico, Entered at the Post Office at San Juan as second class matter. San Juan, Puerto-Rico Sábado 25 de Abril de 1908 Crónicas capis Su ¿Majestad el Rey en Barcelona La nube de pesimismos que ciertos diarios de la corte ha bían levantado alrededor del viaje de S. M. el Rey á Barce lona, acompañado del jefe del Gobierno, había llegado á in fluir en el ánimo de los timora tos de esta ciudad. Afortuna damente son muchos ya los que al enterarse de las campañas periodísticas, toman lo que les parece y rechazan lo que creen partidista, inspirado por la pa sión política. Aquí nos reía mos hace días de lo que profe tizaban los periódicos liberales y republicanos. No esperaba nadie, ni los monárquicos más fervientes, un recibimiento en tusiástico, delirante. ¿A Santo de qué? Pero sí esperábamos todos una demostración de sim patía, de agradecimiento, de respetuosa cortesía. Y ha su perado á las previsiones de los más entusiastas. El Rey y Mau ra pueden agradecer á los pe riódicos y á los políticos de oposición una buena parte del éxito de su viaje. Barcelona aclamando á los ilustres hués pedes na formulado una protes ta enérgica contra sus detrac tores, contra los que. consciente ó inconscientemente, hacen el juego de los terroristas. b 1 cronista escribe estas lí neas en las últimas horas de la estancia de S. M. en Barcelona, y hasta este momento ni un sólo incidente, ni una sola pro testa ha turbado las fiestas. S. M. ha ido de ovación en ova ción, y ante ellas Maura sonreía satisfecho. ¡Cuántas calumnias, cuántas mentiras caerán, resul tado de este viaje! En él, empero, los periódicos pretenden encontrar ostenta ciones políticas; nada más falso. Podrá ejercer alguna influencia en la política general española, dada á personalismos y más sen sible á la influencia de lo ex terno que á la sólida y eficaz dirección de las ideas, pero en la política local, en la marcha de la llamada cuestión catalana no se hará sentir en lo más mí nimo. Muchos la creerán mo dificada, pero no así: habrá cambiado el cristal con que la miran: nada más. Porque una cosa es lo que sea la política catalana y otra cosa lo que, en gañados ó á sabiendas, creen ó dicen que es, los indiferentes ó los enemigos de Cataluña. Y por patriotismo, deben desear todos que así sea. Cataluña, tal como es, representa una gran fuerza española: anularla, que rerla anulada, sería una mala obra, un mal deseo. V aquí pondría punto final el cronista, dejando á las máqui nas fotográficas la misión de completar la crónica, si no cre yera del caso llamar la atención de mis benévolos lectores sobre la significación de las dos gran des fiestas á que han asistido el Rey y el presidente del Consejo de Ministros: la de reforma de la ciudad antigua y la de ia fundación de la Universidad In dustrial. Ambas dan concepto clarísimo del ideal de Barce lona: embellecimiento, trabajo. La una representa el deseo de ser, de engrandecerse, de pros perar: la otra el propósito de trabajar, de saber, de progresar en la industria. Este garantiza aquél. Y al asociarse á estas fiestas la alta representación del Estado y la del Poder res ponsable, contraen un compro miso: el de facilitar, por medio de la libertad, Cataluña no pide más, la realización de estos ideales. Y Cataluña, Barcelo na, contrae con el Estado es pañol el compromiso de hacerse grande, próspera, rica, fuerte. El Rey marcha; suenan víto res y cañonazos, roncan sirenas y bocinas. .. . Allá van los po derosos, aquí quedan los que un día y otro dia, sin más norte que la felicidad de la patria, tra bajan en todas formas, dentro de los respectivos círculos para el bien común. Discutirán los que todo lo discuten, procura rán agua para su molino los que todo les parece trigo á mo ler; censurarán unos, aplaudi rán otros, se hablará de tratos, de aproximaciones, de repulsio nes, de fracasos de esto ó de aquello de Puerta de tierra. Los hechos son los que hablan sin contra dicciones: en ellos radica la única verdad. Dejemos que los hechos ha blen. Y ellos nos dirán que con la visita de S. M. á Barce lona, lo único que ha cambiado ha sido el color del cristal con que muchos miran á Cataluña. Y esto es más de lo que pa rece. ROGER. Viscera doble En el hospital de Kingston, provincia canadiense de Onta rio, se exhibía hace años un negro que tenía dos corazones y dos órdenes de costillas que po día mover de arriba á bajo. He aquí la noticia del mo mento que la prensa acaba de comunicarnos, y cuya lectura ha hecho exclamar á un médico viejo que vive en mi vecindad: —¡Bah! Otro caso análogo he conocido vo en Madrid hace años y nadie se cuidó de él. Cierto que carecía de esa cora za de dobles costillas movibles, cuyo movimiento no resulta muy claramente explicado; pe ro en cambio, la autopsia hizo comprobar claramente la exis tencia de dos corazones. —¿Podría usted felicitarme al gún dato para mis trabajos li terarios? —Sí; pero privándole de todo carácter científico, aporque de no hacerlo así nadie lo leería. Juanito era un muchacho vo luntarioso, terco y de un carác ter verdaderamente incompren sible; en un mismo día y casi en el mismo momento acaricia ba á un gato y acababa por col garle del rabo una sartén; hacía una diablura y lloraba ensegui da arrepentido y contrito; tem blaba ante el peligro y lo bus caba; quería y aborrecía á una misma persona. Buscar en él uná iniciativa hubiera sido excusado,pues bas taba proponerle una cosa para que él la aceptara y la rechaza ra casi simultáneamente. Por esto, sus parientes y maestros *ucripolén mvniiia!! 7Ctt Número 98 habían resuelto no consultar pa ra nada la voluntad de Juanito y tenerle sometido á las suyas; y como él mismo comprendía, sin duda, las venta jas de este sistema, se dejaba guiar y con ducir sin observación ni pro testa. Esto hacía que pareciese tí mido y que sus compañeros de taller se burlasen de él; pero aun recuerdo á uno de ellos que le dijo: “Tú no tienes corazón”. Juanito se hartó de darle gol des, como si hubiera si lo objeto de la mayor de las ofensas. Varias veces tuve que visi tarle por mi carácter de médico, porque padecía unos ahogos, que hubiera acusado una lesión del corazón en cualquiera otra persona; pero después de aus cultarle me persuadía de mi error. Más tarde he caído en la cuenta de que yo, sin duda, le auscultaba en el lugar ocu pado por la viscera sana y ha cía caso omiso de la doble vis cera, ó sea de la enferma. —¿Y cómo pudo usted averi guar ía existerfeia del fenóme no? —pregunté al mé lico. —¡Oh! Después de una ho rrible tragedia; Juanito, cuan do llegó á los dieciocho años, se enamoró perdidamente de una muchacha de su edad, y enton ces empezó para ambos una vida verdaderamente dolorosa, porque los celos, las desconfian zas y las reyertas se hallaban en la misma proporción que las caricias y las consideraciones. Sin duda, uno de sus corazo nes adoraba á ia joven y el otro la aborrecía; sin duda, el uno le arrastraba á respetarla y el otro á maldecirla, porque Juanito, al lado de Clara, es aba cjm > un loco. Una mañana entró Ju nen la habitación de ésta y la tnc miró sola; nadie ha sabido lo 1 * en tre ellos pudo ocurrir, pero el amante, que entró á ; T ola, en alas del amor ó del de-eo, acabo por ahogarla entre sus brazos. Cuando los vecinos advirtieron por los pi uñeros gritos pie alg > octirria en la habitación de Cla ra, entraron en ella y ene Mura ron el cadáver de ía joven, y abrazado á él, besándole tier namente y llorando, á fuanito Cuando la autoridad intentó apoderarse del asesino, éste, con la rapidez del rayo, se cla vó una navaja en el pecho. Llamado vo a auxiliarle, pude y debí decir, como era ciento que el suicida se había \ a t t > con el hierro el corazón. —¿Cómo, entonces —ni ¡ pre guntaron —no ha muerto." Y á esto no supe qu • con - testar. Conducido al hospital el lien do, le sobrevino una complica ción febril que le privó de la vida. Hecha la autopsia al ca dáver, se| pudo comprobar que Juanito había tenido dos cora zones ; uno acaso le llevó siempre al cariño, á la dulzura y al arre pentimiento, y el otro, al asesi - nato y al suicidio. Este sistema de dobles cora zones es, al fin y al cabo, una compensación. ¡Hay tantas personas que sin ninguno pasean su cuerpo por la sociedad!