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PAGINA DOS EL IMPARCIAL & Impreso todos los Viernes por ARIZONA SUN PUBLISHING CO.. INC. 1927 S. Central Ave. Phoenix, Arizona. D. F. Benson Presidente Carlos C. Morales Vice-Presidente Joseph B. Miller Secretario Travis Williams Tesorero Precios de Subscripción - Por un año $3.00 Por seis meses 1.75 Por tres meses -... 1.00 EDITORIAL EL LUGAR QUE OCUPA EL MEXICO-AMERICANO EN EL ESTADO DE ARIZONA Y EN TODO EL PAIS Nosotros los periodistas tenemos la bien o mal fundada repu tación de poder escribir medianamente bien, aunque cuando se nos ofrece hablar ante un público, es entonces cuando sale a relucir el cobre. Vayamos, pues, al grano con nuestro artículo. Qué papel desempeña la prensa capitalina de Phoenix, por lo que toca al desenvolvimiento cultural, cívico y económico de cerca de ochenta mil México-Americanos del Condado de Maricopa? Y volviendo al reverso de la medalla, cuál es el papel que los México-Americanos deben desempeñar en lo que se refiere a la prensa local? Si hablamos de cultura, si hablamos de economía, si hablamos de asuntos cívicos, creemos que el sector México-Ame ricano debe ser un sector de inmensa fuerza, y de fuerza suficiente para que la prensa local les dé el lugar que ellos merecen. Si hablamos de la economía, todos nuestros lectores recordarán que la economía del Estado de Arizona debe mucha parte de su vitalidad al gigantesco esfuerzo humano que están realizando desde hace más de una década aquellos ejércitos de gente honrada y noble que llegan aquí del vecino país de México, enviados para levantar las cosechas. Si hablamos de cultura, bien debemos tomar en cuenta que el Estado de Arizona aún conserva las huellas de nuestros ante pasados, las cuales dejaron aquí al abrir brecha, eso por lo que respecta al pasado. Examinaremos el presente: Con qué elementos contamos para llevar a cabo una verdadera obra de impulso artístico fuera de aquellas presentaciones de carácter ligero que a menudo observamos en la televisión y cine? Elementos hay muchos, tanto en el Estado de Arizona como en todo el Suroeste del país. Tenemos por ejemplo en la Universidad de California, en Los Angeles, a un joven me : xicano que no hace mucho vino del Estado de Texas; se dedico a trabajar en asuntos musicales, y al cabo de dos años había logrado la realización de una sinfónica que próximamente sera presentada en el Carnegie Hall de Nueva York. Pasando a los asuntos cívicos, examinaremos ahora la labor que están realizando personas como el Dr. Gabriel López-Plascencia, la Sra. Plácida Smith, el Comité Patriótico Mexicano y muchas organizaciones más, y llegaremos a la conclusión de que efectiva mente existe entre nosotros conciencia de ciudadanía. Y hablando de política: Tenemos por ejemplo, el caso concreto de Eddie Roybal. Hablo, naturalmente, no del político ni del con cejal sino del significado que la ascensión de Roybal tiene en el panorama político del futuro, ligado a la vida de los México- Americanos. Acaso, por eiemplo; existen razones por las cuales el Estado de Arizona no pueda tener la misma representación política que tienen los México-Americanos de Texas, o los de Nuevo México? La contestación a estas preguntas, por supuesto, es por demas obvia. Es imperioso, por lo tanto, que tengamos más candidatos po líticos de origen mexicano, pero me refiero a candidatos que real mente merezcan el respaldo de sus conciudadanos del mismo origen, ya sean de denominación republicana, demócrata o simplemente independientes. Es nuestro deber dar impulso a los jóvenes que aspiran a salir avantes y que están debidamente capacitados para representarnos; es nuestra obligación dar el reconocimiento que merecen aquellas personas que luchan, aisladamente, por expresar su personalidad en bien de sus compatriotas; es deber nuestro, también, crear un ambiente favorable, tal vez dentro del seno de nuestras organizaciones para todos aquellos jóvenes que llevan dentro de su pecho nobles ambiciones y que no cuentan con apoyo de ninguna clase. Los éxitos del México-Americano, para ser mas concretos, será más factible si es que éste se da cuenta de que su lucha ya no es aislada y que hay un grupo de organizaciones de origen mexicano que quiere compartir con él sus problemas si un concilio de asuntos México-Ameircanos tiene la intención desinteresada de escuchar lo que ese México-Americano ansia por realizar. Lo ideal, naturalmente, sería que el desenvolvimiento de lo que muchos llaman “minorías” no fuese un problema de urgente solución. Pero la realidad de las cosas nos muestra que a menudo hay que recurrir al esfuerzo unido de organizaciones para obtener el reconocimiento y la aceptación general del conglomerado del país. En concreto, reconozcamos que vivimos en un ambiente anglo sajón, el cual no es genuinamente hostil, el cual no es enemigo de nuestras tradiciones hispanas, ni tampoco es enemigo de aquel que se faja los pantalones y lucha por sus derechos en forma inteligente y legal, en forma tenaz y con integridad de espíritu. UNAMONOS EN DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS SUBSCRIBASE AHORA MISMO EL IMPARCIAL Periódico Semanario, será enviado por correo a su casa. HAGA USO DE ESTE CUPON Deseo por el presente CUPON tomar una subscripción ami nombre. Por un año $3.00 ( ) o seis meses $1.75 ( .) o bien tres meses $l.OO ( ) Nombre - ' Dirección Ciudad '• Sus remesas de dinero envíelas a EL IMPARCIAL 1927 So. Central Ave. Phoenix, Arizona. EL IMPARCIAL UN CUENTO CAMPESTRE • Es un gallo que canta como todos. Es un pueblo que se tiñe con los rayos del alba, como todos los pueblos. Es una casa de provincia como todas las ca sas provincianas. Y sobre una cama, que escomo todas las ca mas, duerme un niño, casi mo cito, que es diferente a todos los niños, porque sabe escuchar la* voz misteriosa de la luz del • entendimiento. El niño duerme con su perro, cuando siente lle gar a sus oídos estas palabras: “despierta, buen mozo, y leván tate, que tienes mucho que ha cer. Hacer! Hacer el trabajo, hacerté a ti mismo. Hacerse es realizarce; y forzosamente debes de realizarte. Consigue de hecho lo que eres en proyecto. Y sigue tu vocación. Levántate y haz! Haz las cosas y hazte a ti! To do tu destino está en tus manos. Las circunstancias adversas? Pues sálvalas con ingenio! El ingenio está dentro de tí y lo buscas por medio de la fuerza. Fuerza para que te libre de las ideas de lo sobrenatural, que no existe. Fuerza para que veas y midas que la vida no solamente pasa dentro de ti, sino que hay que realizarla fuera de ti mis mo. Porque la vida es la reali zación de la realidad más con creta de todas las que a tu al rededor están. Fuerza para que logres la libertad. Fuerza para que sientas que la DEMOCRA CIA, es un sistema que impide el abuso; sin el abuso no hay disconformidad, y habiendo con formidad más fácilmente se lo gra la justicia. Levántate, ten fuerza! Vivir es hacerse con co raje a sí mismo y hacer para fuera! Hacer, hacer!...” El jovenzuelo, después de asea do y vestido se dirige al establo saludando . a Don Francisco, cuando vuelve a escuchar aque lla voz: “Ese ranchero tiene una cara de sonrisa y de bondad. Ha sido un hombre de buen vi vir; dominó sus impulsos, refre nó sus instintos, y no cometió acto alguno que causara daño a otra persona. Por eso tiene en el rostro líneas de amabilidad y dulzura. Cuando un hombre ha tenido un vivir desordenado y ha cometido maldades, pre senta err la faz rasgos que im ponen desconfianza. Las accio nes buenas o malas, son traza das con lápiz invisible en el ros tro y estas líneas no se borran jamás. Allí está don Francisco ordeñando y ordeñando a una y otra vaca, y lo hace con las ma nos—con las manos!—, como se hace todo lo que alcanza nues tra pupila. Con las manos se cuidaron los árboles; con las manos se hacen también el bien, la dicha, la paz ...”. El jovencito va rumbo al ga llinero con una cesta de granos de maíz. La voz le habla por ter cera vez: “El gallo está contento porque domina a sus diez ga llinas, las domina! El gallo está contento porque le va bien, y le va bien porque no es tonto; sólo a los gallos tontos les va mal. El gallo está contento por que no se crea dificultades a sí mismo, ni ve las cosas diferen tes de como son. Yo te digo que el gallo está contento porque no es tonto. Vaya gallo!”. El muchacho saca a pastar el ganado; los becerros y los cor deros lo conocen bien y él los acaricia. “Quiere a los animales •porque tienes buen corazón”, dice la voz. “La buena entraña se hace olvidando los males re cibidos; claro es que ahora nin guno te hace daño, pero crece rás. y entonces entonces, no olvides mis palabras! Anda jo (Sigue en la página 4) LA HIJA DEL ASESINO XAVIER DE MONTEPIN (CONTINUA) —Todo tiene su principio, y mi visita es una prueba de ello. Vuestra situación me interesa. Pedro Landry interrumpió al desconocido. —Me permitís que os dirija una pregunta? —Preguntadme cuanto gustéis. —De dónde me conocéis, y quién os ha informado de mi situación? —Asistí a la vista de vuestra causa el día 7 de diciembre úl timo. * —EI día en que fui condena do! —murmuró el carpintero, cuya palidez aumentó de grado. Pero entonces, caballero, debéis mirarme como un miserable! Como a un ser indigno! —No, os miro como un hombre muy desgraciado. Tomé informes porque me fuisteis simpático, y me convencí de que no sois cul pable, sino víctima de la fatali dad; lejos de despreciaros, os estimo, y lo pruebo ofreciéndoos mi mano para estrechar la vues tra. El corazón del carpintero se dilató: las lágrimas asomaron a sus ojos al estrechar con ar diente efusión la mano que le presentaba el visitante. Este añadió: —Tengo entendido que habéis dejado pasar el término de ape lación a la sentencia que pesa sobre vos. —Es cierto; el término ha ex pirado,, y dentro de dos días de bo presentarme en la prisión. —La ley es terminante; ante ella hay que inclinar la cabeza, y ya una apelación sería inútil. No os queda otro camino que su frir resignadamente la condena, la que desde luego se acortará co nel apoyo de altas influen cias; os ofrezco poner algunas en juego, para que vuestra si tuación. tan triste y deplorable, sea dulcificada en algo. —Dulcificada? —balbuceó Pe dro Landry—. Y cómo, Dios mío, cómo? —Tenéis una hija? —Sí, señor. —De cuatro años de edad, po co más o menos, no es eso? —Cuatro y dos meses. —La amáis mucho? —Que si la amo? Más que a mi vida! Mil veces más que a mi vida! —Dónde está esa niña tan que rida? —Aquí. El visitante tomó la luz, la cual esparcía una débil claridad en medio de las tinieblas de la bu hardilla, se acercó a la cuna y se inclinó sobre Dionisia, que dor mía profundamente. —Qué hermosa es! —dijo des pués de contemplarla con inte rés. Un rayo de orgullo paternal iluminó la frente de Pedro Lan dry, que respondió: —Es el retrato de su pobre madre; su madre era hermosa como un ángel. —Qué delicada parece! Ese círculo azulado alrededor de sus párpados y esas manchas rojas sobre sus mejillas no son buen síntoma. El rostro del carpintero ma nifestó una angustia indecible; tendió sus manos hacia el des conocido, y dijo suplicante: —Por caridad, no me digáis eso, caballero! En nombre del Cielo, no me lo digáis! Constan temente procuro no ver esos sín tomas de que me habláis. Los te rrores que al verlos se apoderan de mi alma, los rechazo con to das las fuerzas de mi voluntad. Pensad que en este mundo no existe para mí más que mi hija, ydentro de dos días voy a se pararme de ella. Si muriera du- VIERNES 7 DE SEPTIEMBRE DE 1956 rante mi permanencia en la prisión! Oh, Dios mío! Dios mío! Si no la volveré a ver más! Pedro Landry, ocultando su rostro entre las manos, agitadas por estremecimientos convulsi vos, no pudo contener los sollo zos que le ahogaban. —Por qué os desesperáis, ami go mío? Me permitís daros este nombre, no es cierto? —pregun tó el desconocido —. He dicho que ciertos signos característicos en la niña revelan una organiza ción débil; pero nada más he dicho. He estudiado algo de me dicina; tengo alguna experien cia, y os aseguro que el mal tie ne fácil remedio. La niña vivirá. —Me decís la verdad? —ex clamó Pedro Landry reanimado. —Os juro que no solamente lo digo, sino que tengo de ello convicción. —Bendito * seáis por lo que acabáis de decir! —Solamente—continuó el des conocido —, necesita cuidados, muchos cuidados. —Ah! —replicó el carpintero desanimándose nuevamente—; cuidados! Grandes cuidados! Y quié nse los suministrará, Dios mío? —Qué va a se rde esa pobre niña durante vuestra larga au sencia? —repuso el desconoci do—. A quién vais a confiarla? —Esa .pregunta me la he re petido a mí mismo más de vein te veces, y no me he podido con testar. No tengo a nadie, no co nozco a nadie, y no sé qué va a ser de mi hija. El desconocido hizo un brusco movimiento. —Pensáis abandonarla a la caridad pública? —preguntó en tono de reproche. —No pienso en nada; nada se me ocurre. Hasta he perdido la facultad de pensar. Estoy tan desesperado, que en el instan te en que habéis llamado a mi puerta, estaba dispuesto a co meter un doble crimen. —Un crimen! —Sí, pensaba arrojarme al río. con mi hija para acabar de una vez. —Desgraciado! Os hubierais convertido en asesino de vues tra hija! Pedro Landry se estremeció. —Tal vez en el momento de ir a verificarlo no hubiese tenido valor! —Luego os habíais olvidado por completo de la Providencia? —Ya no contaba con ella! —Y ya veis que no tenias ran zón. —Cómo, caballero! —Ya os he dicho que vengo en nombre de esa Providencia a buscaros y dulcificar vuestra suerte. XI Pedro Landry guardó silencio. Había sufrido tanto, su cora zón estaba tan trucidado, que no se atrevía a dar cabida en su alma a la más pequeña espe ranza, por temor a un nuevo desengaño. Su corazón latía con la mayor violencia; fijaba los ojos con la mayor ansiedad en el descono cido, esperando silencioso. El visitante continuó: —Escuchadme, Pedro Landry,. y pesad bien mis palabras. Soy rico, muy rico; mi posición me permite gozar de laprecio gene ral, y tengo la satisfacción de deberlo todo a mi propio esfuer zo y a mi reconocida honradez. Soy viudo. Tenía una hija; una criatura encantadora, de la mis ma edad que la vuestra, y muy parecida a ella. Acabo de per derla; mi corazón mana sangre. Estoy completamente solo, y la. (Sigue en la página 4)