Newspaper Page Text
PAGINA DOS EL IMPARCIAL Impreso todos los Viernes por • ARIZONA SUN PUBLiSHING CO.. INC. 1927 S. Central Ave. Phoenix, Arizona. D. F. Benson Presidente Carlos C. Morales Vice-Presidente Joseph B. Miller - Secretario Travis Williams .Tesorero Precios de Subscripción Por un año $3.00 Por seis meses 1.75 í*or tres meses 1.00 EDITORIAL LA SEGREGACION, MANCHA INDELEBLE DE UN PAIS DEMOCRATA? No hay ninguna nación en el mundo que no tenga sus proble mas internos, como 10. es en este país en que vivimos el tratar de esforzar la desegregación en los Estados del Sur, donde se ha practicado con más persistencia la esclavitud de la raza africana desde que éstos fueron importados y vendidos a los terratenientes de esas regiones para levantar sus cosechas de tabaco y demás. Todo ésto se debe a la decisión dada por la Suprema Corte de Justicia, la cual impone abolir toda clase de segregaciones raciales en las escuelas públicas. Ahora bien, esta decisión ya se esperaba, puesto que es éste un país demócrata y como tal, debe el pueblo ejercer su soberanía ante todo, eso es democracia, no puede ser un país demócrata si en él existen odios raciales, segre gaciones e intolerancia. Pero podrá la Suprema Corte de Justicia imponer y esforzar este decreto, sin usurpar la soberanía que cada estado de la Unión tiene para dictar y esforzar sus propias leyes? Este es un problema sumamente delicado y aunque podría ser un valioso expediente en este año de elecciones, tanto para el Partido Demócrata como para el Republicano,, ninguno de los dos se anima a poner el dedo en la llaga prometiendo alguna solución práctica, porque saben muy bien que el prometer no empobrece, el cumplir es lo que aniquila, y en este caso ya tienen conocimiento de lo grave que está la situación y por esta razón no se comprometen. Tal vez tendrá que transcurrir mucho tiempo antes de hacer efectiva la desegregación en los Estados del Sur, ya que hace tanto tiempo que se ha venido practicando no solo la segregación de la gente de color, sino que actos discriminatorios en vehículos de transportación públicos, teatros, restaurantes y muchas veces hasta en las mismas banquetas se tenían que ceder a los caucásicos por la gente de color. Estas costumbres, una vez arraigadas requie ren mucho tiempo y mucho tacto aún por las mismas autoridades del gobierno federal que tendrán lentamente que adoctrinar en primer lugar al profesorado, que son éstos los que más pueden influenciar tanto sobre los estudiantes, como con los padres de familia y la comunidad, en seguida a las autoridades del Estado principiando con el gobernar hast¿P el más humilde empleado, «stos tendrán que hacer todo lo que esté de su parte por inculcar al pueblo de sus respectivas comunidades, la necesidad imperativa que tienen de terminar para siempre con la segregación en los centros culturales, así como también en los establecimientos públi cos, vehículos de transportación y todas las comodidades de que goza un ciudadano cuando paga la suma que se le impone por ello. Entre tanto, la segregación continua a pesar de la intervención de la guardia nacional en algunos lugares donde se han registrado actos de violencia al intentar integrar estudiantes de ambas razas, para guardar el orden, ésto lo han hecho los gobernadores de los estados afectados con el fin de evitar motines y demostraciones que se han suscitado en algunas escuelas donde, al no haber sido por la presencia de las tropas armadas, tal vez ya se hubieran registrado algunas desgracias. La solución para este gigante problema, sin tener que absorber la minoría que por la presente la representa la raza de color, aún no se ha podido encontrar, a pesar de los esfuerzos que se están haciendo por los expertos en la materia, algunos de estos genésicos científicos aseguran que en el período de un siglo la raza blanca absorbería la raza de color, si se practicara el enlazamiento o la mezcla general de blancos y negros. Pero aseguran que al paso que ambas razas van aumentando, en cien años más la gente de color tendrá que predominar, ya que ésta aumenta cada día a razón de un ciento cincuenta por ciento con más rapidez, y si ésto llegara a suceder, en doscientos años más la raza de color y no la blanca, absorbería con más facilidad la raza caucasia de este país. UNAMONOS EN DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS SECCION LITERARIA “MADRIGAL FRAGANTE’' Para qué perfumaste tu pañuelo, si habías de llorar? Si cuando más preciosa la flor, más pulcro y procer es el licor fragante que nos da, dime: dónde un perfume como tu limpio llanto espiritual, si es esencia de ti, flor impoluta - de belleza y de bondad, aromada de ensueños, matizada de gracias y sedeña de paz? Para qué perfumaste tu pañuelo, si habías de llorar? G. J. SUBSCRIBASE AHORA MISMO . EL IMPARCIAL Periódico Semanario, será enviado por correo a su casa. HAGA USO DE ESTE CUPON Deseo por el presente CUPON tomar una subscripción ami nombre. Por un año $3.00 ( ) o seis meses $1.75 ( ) o bien tres meses $l.OO ( ) Nombre ’ Dirección Ciudad Sus remesas de dinero envíelas a EL IMPARCIAL 1927 So. Central Ave. Phoenix, Arizona. EL IMPARCIAL y somos MEXICANOS • Han sido muchas las versio nes que se han deslizado a lo largo del tiempo acerca del ori gen del vocablo que nos da nom bre; quienes expresan que pro viene de un caudillo llamado Mextil, cuales lo refieren a causas toponímicas, no faltan do lós que enhebran peregrinas versiones. Es por, eso que sin hacer tarea de erudición acu diré solamente a la “Crónica de la mexicanidad”, es decir, “crónica Mexicayotl”, escrita por el nieto de Moctezuma 11, lla mado Fernando Alvarado Tezó moc, quien la redactó hacia 1609 en la muy noble y leal ciudad de México Tenochtitlán. Tezó moc escribió en náhuatl, expre sando textualmente: “Según cuentan los ancianos, cuando los aztecas vinieron de Aztlán no se llamaban todavía mexi canos, sino que aún se llamaban aztecas, según eso, como dicen los ancianos, quien les dió el nombre fué Huitzilopochtli”, quien les dijo “Ahora no os lla maréis ya aztecas, vosotros sois ya mexicanos”, entonces cuando tomaron ese nombre, ahora se llaman mexicas, les dió la fle cha y el arco, y la redecilla con que cazaban. “Luego, cuando el dios Huitzi lopochtli vió y llamó así de no che al “teomama”, le dijo: ha béis visto ya y os habéis mara villado con todo lo que hay allá dentro del carrizal. Oíd, empero, que hay algo más que no habéis visto todavía; idos in continenti a ver el “tenochtli”, en el que veréis se posa alegremente el águila, la cual come y se asolea ahí; por lo cual os satisfaréis, ya que es el corazón de Copil que arrojaras cuando te pusiste en pie en Tlalcomoco, y que luego fué. a caer a donde visteis, al borde del escondripo de la cue va, en Acatzallan, donde germinó el corazón de Copil, que ahora llamamos “Tenochtli”; allí es taremos, dominaremos, espera remos, nos encontraremos con las diversas gentes, pecho y ca beza nuestros; con nuestra fle cha y escudo nos veremos con quienes nos rodean, a todos los que conquistaremos, apresare mos; pues ahí estará nuestro poblado, México Tenochtitlán, el lugar en que grita el águila, se despliega y come, el lugar en que nada el pez, el lugar en que es desgarrada la serpiente, Mé xico Tenochtitlán y acaecerán muchas cosas”. Está bien Oh, sacerdote! Has otorgado tu co razón; oínganlo por tanto tus padres, y los ancianos, todos.” Llegaron un poco después a Acatitlán, donde se levanta el “tenochtli” (al borde de la cue va vieron cuando el águila er guida sobre el nopal, come ale gremente desgarrando la ser piente). Hablóles allá el diablo y les dijo: Oh, mexicanos, allí estará (más como no veían los mexicanos quién les llamara, le denominaron Tenochtitlán) e in mediatamente lloraron por esto los mexicanos, y dijeron: “mere cimos, alcanzamos nuestro de seo!” puesto que hemos visto y nos hemos maravillado de donde estará nuestra población, vámo nos y reposemos”, (en el año 2-casa —1325 años— fecha acep tada como cierta por diversos cronistas e historiadores, crio llos e iberos.) Largo y tedioso sería insistir so ber el asunto, expresando sólo para concluir que, respecto a la fundación de Méxieo-Tenochti tlán se encuentran pictografías alusivas, parejamente que inte resantes, en el Códice Mendoci no con el jeroglífico del tenoch íSigue en la página 4) LA HIJA DEL ASESINO XAVIER DE MONTEPIN (CONTINUA) “Pedro Landry, si yo os dije ra: Dadme vuestra hija; ella reemplazará a la que he per dido, la amaré como si verdade ramente fuera mi hija, crecerá en la abundancia, vivirá dichosa, rodeada de todos los goces que proporcionan las riquezas; ase guraré su porvenir, encontrán dole un buen marido cuando lle gue a la adolescencia, y por úl timo será la heredera de cuanto tengo y adquiera; si yo os dijera esto, Pedro Landry, qué respon deríais? El carpintero escuchaba, domi nado por viva emoción. Sus ojos se dilataban desme suradamente; una expresión de alegría mezclada de involunta ria duda se pintaba en su tros tro; diríase que le costaba gran trabajo dar crédito a lo que aca baba de oír, temía estar soñan do y despertar de repente en los abismos de la triste realidad. v —Qué significa eso? —repuso el desconocido ai cabo de unos instantes—; por qué no me con testáis? —Ah, caballero —dijo Landry. Dónde encontrar palabras para e x p re s ar mi agradecimiento? Caería a vuestros pies, besaría vuestras manos, os daría hasta la última gota de mi sangre, por que hacéis más que salvarme la vida, la libertad y la honra ; porque salváis a mi Dionisia. —Aceptáis mi proposición, y me confiaréis vuestra hija? —Sería preciso estar loco para negarse. —Pües bien, está hecho el os remiento. —Vos, caballero? Vos? —Yo mismo; y para eso sola mente os he venido a buscar. —Consentiríais en haceros cargo de Dionisia? —Estoy decidido a adoptarla, a prodigarle todos los cuidados que reanimen su infancia va cilante y le devuelvan por com pleto la fuerza y la salud. Es toy dispuesto a enriquecerla y a procurar su felicidad. —Dichosa y rica mi hija, mi Dionisia! —balbuceó Pedro Lan dry, enloquecido por la alegría y la gratitud—. Los que dudan de la misericordia del Todopode roso son muy culpables! Dios es grande, Dios es bueno! Los que blasfeman son unos insen satos. La Providencia existe, la veo, me detiene al borde del abismo, hace de un miserable como yo un hombre dichoso en tre lo smás dichosos, puesto que va a dar la dicha a la hija de mi corazón. El visitante no interrumpió a Pedro Landry. Le dejó exhalar el entusiasmo y fratitud que no podía contener su alma. —Tranquilizaos, amigo mío— dijo a poco al infeliz padre, co giéndole afectuosamente una mano—; nuestra conferencia no ha terminado todavía; tenemos que hablar y ponernos de acuer do sobre ciertas particularida des. —Ordenad —exlcamó el car pintero—. Puedo ya tener otra voluntad que la vuestra? Soy vuestro, completamente vuestro. —Por eso creo que nos enten deremos fácilmente, porque veo que amáis sinceramente a vues tra hija; es decir, que la amáis por ella y no por vos. Pedro Landry no entendió bien el sentido de esas palabras, pe ro sintió que algo glacial caía sobre su exaltación; un sen timiento de vaga inquietud amenguó su alegría. —Por ella yno por mí —re pitió—; qué queréis decir? Eso significa que vuestra ter nura paternal no retrocederá ante ningún sacrificio, con tal de asegurar el porvenir de vuestra VIERNES 21 DE SEPTIEMBRE DE 195S hija. —Vais a proponerme un crificio? —Sí. —Y cuál? —Vacilo, a pesar mío, pues comprendo que voy a causaros una pena profunda. Quisiera evitárosla, pero no es posible. —Ah! —murmuró Pedro Lan dry en voz baja—. Veo que mi alegría ha sido prematura. Después añadió en voz alta: —Hablad, hablad sin temor y sin vacilar; estoy acostumbrada a padecer. —Os he dicho que adoptaría a vuestra hija —repuso el visi tante— y que tendría para ella todo el cariño de un padre; en cambio de este afecto y del bienestar material que le daré, deseo que a su vez sienta por mí la ternura filial que una hija debe a su padre. Creo que ha llaréis razonable mi deseo. —Lo comprendo, y me parece muy justo. Tranquilizaos, caba llero, porque La niña es buena; ni la ternura de su corazón ni el agradecimiento la abandona rán nunca; os lo aseguro. El desconocido movió la cabe za. No me habéis entendido — di jo—; no me contento con sil gratitud . —Qué deseáis, entonces? —Ya lo he dicho, quiero una ternura filial, absoluta, exclu siva; aspiro a que la niña se seinta arrastrada hacia mí por los instintos de la Naturaleza; quiero, en una palabra, que se crea verdaderamente hija mía. Pedro Landry se quedó asom brado. —Pero eso es posible? —dijo con voz descompuesta. —No sólo posible, sino muy fácil. A su edad los recuerdos son fugitivos, las impresiones pasajeras. Nada puede oponerse a que yo sea su padre. —Y yo? —repuso el carpin tero—, y yo, qué seré entonces para ella? —Ahí debe empezar el sacri ficio de que os hablaba; es in menso, pero es inevitable. Me preguntáis qué seréis para Dio nisia? Si Dionisia llega a ser hija mía, vos no existiréis para ella. Pedro Landry se llevó con ra pidez una mano al corazón. —No sabrá que soy su padre? —perguntó con voz desfallecida por completo. —No lo sabrá; no lo sabrá nunca —contestó el visitante. Un corto silencio siguió a es tas palabras; después, un color arrebatado invadió el rostro del carpintero, que exclamó con exaltación febril: —Pero, caballero, lo que venís a proponerme es que abandone a mi hija, que reniegue de ella? —No; lo que yo os ofrezco es su salvación; pero sois dueño de aceptar o no lo que os pro pongo. Mirad vos mismo la pa lidez de esa criatura. La pobre niña, privada de cuidados, de alimentos y de la ternura de una madre, se aniquilará en breve; elegid entre su felicidad y su muerte; vos sois quien ha béis de decidir. —Semejante alternativa! Ah, esto es horrible! Sois cruel! Muy cruel! —Cómo es eso, Pedro Landry! Hace poco me colmabais de ben diciones y ahora sentís deseos de maldecirme. Qué es lo que pre tendo? Es ser cruel exigir toda la ternura de una niña a quien quiero conceder toda la mía? —Caballero, perdonadme, os lo suplico! Las quejas de un des graciado no pueden ofenderos! No sé lo que digo: mi pensa miento desvaría, una espesa nu (Sigue en la página 4)